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- 20/08/2022 00:00
Clamores y esperanza
Al conmemorarse el Día Mundial de los Pueblos Indígenas este 9 de agosto de 2022, los acontecimientos a nivel local, nacional y mundial nos invitan a pensar en la persistencia de sus voces, en la profundidad de sus raíces y en su incesante insistencia en ser escuchados, reconocidos y aceptados por sociedades que se empecinan en seguir siendo ciegas, sordas y mudas ante el dolor del prójimo.
Nos despiertan sentimientos encontrados las recientes protestas en Panamá en las que los rostros indígenas se unían a los reclamos de miles de panameños y panameñas que sentían sus vidas maltratadas por los impactos sociales y económicos de la pandemia, al mismo tiempo que el Papa Francisco con mucho esfuerzo emprendía un largo viaje penitencial a Canadá para pedir perdón a los pueblos aborígenes por tantos abusos cometidos por cristianos católicos en las escuelas residenciales. Lo hermoso de este encuentro ha sido la auténtica posibilidad de reconciliación, y las expresiones de hermandad que llegaron a superar las barreras históricas, geográficas y culturales.
Y es que al hablar de la relación entre los pueblos indígenas y el resto de la sociedad, quizás su mayor reclamo pueda ser la falta de escucha a lo que han estado tratando de decir después de tantos siglos; que no son indigentes ansiados de ayuda material ni mercaderes de los recursos naturales, sino personas humanas con conocimientos profundos heredados de sus antepasados y que están dispuestos a compartir con la humanidad en un marco de respeto, aceptación y dignidad. ¿Qué tan pesada será la carga colonialista de nuestro pasado que aún nos resulta tan difícil escuchar estos otros idiomas, pensamientos y expresiones que enriquecen la convivencia humana y ofrecen nuevas posibilidades para el futuro?
Los esfuerzos de diversos foros, convenios y tratados a nivel internacional como la Convención para la Protección de los Humedales de Importancia Internacional (Convención Ramsar) también ofrecen destellos de esperanza hacia un futuro en el que los aportes de los pueblos originarios puedan ser adecuadamente valorados, apropiados e incluidos en los nuevos planes de desarrollo que se necesitan para enfrentar los desafíos del presente y del futuro. En la Resolución XIII.15 de la última Conferencia de las Partes realizada en 2018 en los Emiratos Árabes Unidos, se “INVITA a las organizaciones y redes interesadas a que protejan, apoyen y promuevan la utilización de los valores culturales, los conocimientos tradicionales, las innovaciones y las prácticas de los pueblos indígenas y las comunidades locales en la adaptación a los impactos negativos cada vez más acusados del cambio climático, tomando en consideración a los grupos, las comunidades y los ecosistemas vulnerables”.
A medida que el Siglo XXI avanza hacia su madurez, revelando un panorama incierto para las presentes y futuras generaciones, hoy tenemos la oportunidad de hacer finalmente silencio para escuchar más allá de los ruidos sensacionalistas del entretenimiento, las tragedias y el pesimismo. Si las voces de los ancianos y las ancianas de estas tierras benditas han llegado hasta nuestros días; tal vez sea el momento de entender que tienen mucho que decirnos y que el futuro puede ser mucho mejor cuando abrimos nuestros oídos para escuchar y no permanecemos anclados a los errores del pasado.