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- 06/04/2021 00:00
Ciegos que no quieren ver
Cuando Jesús sana a un ciego de nacimiento, varias cosas ocurren antes y después del milagro. Una de ellas acontece cuando uno de sus discípulos le pregunta si el ciego está así por culpa de sus padres o por algo malo cometido por este, a lo que Jesús les dice: “Nadie tiene la culpa, nació así para que ustedes vean cómo el poder de Dios lo sana”. Esta respuesta puede tener varias interpretaciones y una de ellas va de la mano con el hecho de que, independientemente de nuestra condición pecadora, existe un día en que podemos obrar como Dios nos dice y dejar de “estar ciegos”.
Ver una injusticia y no denunciarla o hacer ver que no la vemos es un acto de cobardía, pero también responde a esa condición de “ciegos espirituales” a los que se refería Jesús cuando afirma, luego de que el hombre sanado fuera expulsado por los fariseos: “Yo he venido a este mundo para que los que no ven, vean y los que ven sean cegados”.
Pero ¿quiénes son los ciegos espirituales a los que se refiere Jesús en nuestro contexto?
Pues, todos aquellos que sabiendo que las cosas están mal prefieren mirar para otro lado o hacer de la cuenta de que lo que ven no existe. Todos aquellos que, teniendo el poder para remediar las cosas, sencillamente se hacen de “la vista gorda” y esconden la cabeza como el avestruz.
Cuando un grupo de personas te aconseja acerca de tu mal proceder y encima lo sigues haciendo, porque crees que estás en tu justa razón y los demás salen sobrando, entonces eres un fiel ejemplo de un ciego que mira con los ojos más no con el corazón.
En estos tiempos, en que Panamá y el mundo pasan un mal momento por la pandemia de la COVID 19, muchos, de manera irresponsable, prefieren hacer un acto de negación ante la cantidad de muertes y contagios hablándonos de reactivación de ciertas actividades que, en las actuales circunstancias, resultan muy peligrosas. A los gremios empresariales, por ejemplo, solo les ha importado el discurso de “la quiebra económica” antes que las muertes por pandemia. ¿No es acaso la vida el bien más preciado que nos regaló Dios antes que unas cuantas monedas y billetes?
La Cámara de Comercio es uno de los mayores ciegos institucionales que hay en estos momentos, puesto que son de los que más presionan por aperturas, a sabiendas de que nuestra sociedad no tiene ni la disciplina ni la voluntad de hacer ciertas cosas a distancia. ¿Cómo puede ser posible que la Cámara de Comercio nos hable de “no restricción de los viajeros que vienen a visitar Panamá”, a sabiendas de que han aparecido nuevas variantes del virus más letales y contagiosas? ¿Acaso los voceros de la Cámara de Comercio no han visto las noticias internacionales en donde países de todo el mundo han vuelto a cerrar sus fronteras ante nuevos rebrotes? He aquí un ejemplo de alguien que ve lo que está pasando en el mundo y prefiere ignorarlo, como los “ciegos que no quieren ver”.
¿Es el presidente Laurentino Cortizo un ejemplo de un ciego espiritual?
No solo él, sino muchas instituciones, como la Asamblea Nacional, que legisla a espaldas del pueblo que la eligió, la Corte Suprema con sus fallos escandalosos, la Procuraduría con sus actos inoperantes, etc.
Laurentino Cortizo, por ejemplo, no ha querido enfrentar con hidalguía muchos casos de corrupción y escándalos en los que se han visto involucrados sus copartidarios. Hace poco, por ejemplo, con la “pachanga de aniversario del bono solidario”, donde su vicepresidente tiraba pasos mejor que Gilberto Santa Rosa, y, al ser cuestionado públicamente por este evento, sencillamente prefirió dar una versión con la que nadie estuvo de acuerdo.
En el tema de los abusos en albergues de niños, Cortizo ha sido un ciego espiritual, ya que trató de minimizar un acontecimiento que dejó horrorizada a la sociedad panameña y a muchos países del mundo donde la historia circuló.
Cortizo no solo ha actuado como un ciego de nacimiento, sino, lo que es peor, ha preferido ponerse él mismo una venda en los ojos, teniendo la capacidad de visión, porque el choque con intereses o quizá la cobardía nos hacen obrar como “no videntes”. O muy probable sea de aquellos que menciona Jesús en su enseñanza: “Se les dio la capacidad de ver para ser cegados”. ¿Por su avaricia o soberbia?