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- 03/11/2020 00:00
En el Centenario de la República
Hace 17 años, el 3 de Noviembre de 2003, se conmemoró el Centenario de la República, para entonces, habían transcurrido tres años de la transferencia del Canal interoceánico y sus áreas adyacentes, legítima aspiración colectiva de los panameños durante el siglo XX. El Centenario constituyó un privilegiado contexto para invertir en una profunda reflexión sobre Panamá y su “horizonte de expectativa”, al culminar el proceso de descolonización, la integración territorial y plantear el modelo de sociedad que aspiramos. Por consiguiente, urgió pensar un proyecto de país incluyente, democrático y dirigido a combatir la desigualdad. La crisis actual demanda esa tarea pospuesta.
El Centenario -como el de 2003- consistió en una forma de conmemoración en una coyuntura histórica en que “el pasado se hace presente en rituales públicos” y, a su vez, se reinterpreta y cuestiona. Aunque se requiere de diversas fuentes en el “taller del historiador” para la composición del relato, la prensa nacional no solo informó sobre la programación oficial, sino también de protestas y opiniones que hacían énfasis en el significado y retos que enfrentó Panamá a partir de 1903, y de los desafíos del porvenir marcados por la acelerada interdependencia, el fervor de la globalización, la negociación y firma de Tratados de Libre Comercio y superar la crisis multicausal que -ayer como hoy- agobia a la mayoría de los panameños.
Así pues, los diarios panameños ofrecieron dos narrativas, primero, un balance de cómo en esos cien años se logró consolidar la independencia, la activa participación de la población en diversas jornadas de protestas, por ejemplo, 1947 y 1964, y el manejo soberano del territorio de la antigua Zona del Canal, y segundo, críticas al presente y al rumbo incierto de Panamá, la pobreza, la falta de empleo, la corrupción y la crisis institucional. Diversas opiniones proponían asegurar la participación ciudadana, desarrollar programas de reforestación, implementar políticas públicas para dar solución a complejos problemas y refundar el sistema político.
Sobresalen las reflexiones del expresidente Jorge Illueca, quien invitó a rendir homenaje a nuestros antepasados mediante la “ética del porvenir, una ética de lo que está aún por hacerse, una ética de lo que debemos hacer. Si esa ética estuviera ausente entre los gobernantes y gobernados, tendremos que pagar un precio que equivaldría a hipotecar el futuro nuestros sucesores, de las generaciones futuras”. Un discurso orientador del camino a seguir y apeló al pasado como un proceso aún por concluir.
O, como expresó el orador oficial Diego Domínguez Caballero, “no es lícito romper con el pasado. El pasado es nuestra dignidad”. Apremia una investigación histórica sobre ese festejo nacional.
Es menester destacar que en toda conmemoración se “despliegan distintas interpretaciones del pasado” en el Centenario una protesta del pueblo Ngäbe Buglé, expresó que mientras el “país celebró 100 años de triunfo, ellos recordaron 100 años de tristeza, abandono y luto por parte de los gobernantes”. Reclamo, reivindicación y cuestionamiento del pasado conmemorado por un pueblo originario y hace referencia a las memorias en disputa.
En vísperas de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia de España, en 2021, y de una sociedad que demanda atender reclamos frustrados y prioridades aplazadas, cabe preguntarse ¿conmemorar para qué? Interrogante que requiere repensar el pasado y el anhelo de construir un mejor país para los próximos cien años.