• 26/08/2013 02:00

Por una Defensoría de cara al pueblo

El ejercicio del cargo de defensor del Pueblo, debe sufrir un cambio radical y profundo, ya que la razón de ser de esta institución es c...

El ejercicio del cargo de defensor del Pueblo, debe sufrir un cambio radical y profundo, ya que la razón de ser de esta institución es como su nombre lo indica la defensa de los derechos de la sociedad en el más amplio sentido de la palabra.

Es por ello, que el defensor del Pueblo tiene un perfil alejado de los burocratismos y rutinas que encierran la mayoría de los cargos públicos, el defensor es un hombre y/o una mujer de acción, que abandone las oficinas refrigeradas de la institución, y salga a la comunidad, sufra con los que sufren y nada tienen y hasta la tranquilidad de la nada se les niega.

El cargo de defensor del Pueblo, debe ejercerse de cara al pueblo, quien lo ocupe debe estar consciente de que su labor es en la calle, en las comunidades, que irremediablemente provocará resquemores e incomprensiones de aquellos que no entienden cuál es la función de la institución, que el defensor es ante todo un interlocutor moralmente autorizado entre la sociedad y quienes ejercen el poder por delegación de esa misma sociedad.

La llamada ‘autoridad moral’ que la ley le da a la Defensoría del Pueblo, sirve para algo más que censurar las actuaciones de quienes transitoriamente ejercen el poder público, cuando se apartan del fin común, también es un instrumento de búsqueda de soluciones a los problemas que nos afectan a todos.

Un buen ejemplo de esta nueva concepción de lo que debe ser la Defensoría, lo tenemos con la huelga de los educadores, en la que esta institución ha jugado un papel activo, de mediación entre este importante sector gremial y el gobierno nacional, de modo tal que el desacuerdo no degenere en conflicto sin solución. Y que por el contrario el diálogo y consenso, con la activa participación de la Defensoría, se imponga como método de trabajo.

Diálogo, acción en la calle, escucha activa y ganar-ganar, deben ser los fundamentos filosóficos, sobre los que descansa la praxis de la Defensoría del Pueblo.

La mediación, como método fundamental de resolución de conflictos se impone como modelo de gestión social, de las periódicas disensiones que surgen en la colectividad y que si no son bien gestionadas en función de los intereses de todas las partes pueden degenerar en explosiones sociales.

Una Defensoría, que sea la casa de todos los panameños, comprometida en los hechos a buscar soluciones, eso debe ser esta institución, si realmente quiere gozar de la confianza de la sociedad.

Solo así la institución será útil a todos los panameños y panameñas que diariamente acuden a sus instalaciones en busca de respuestas.

*DEFENSOR DEL PUEBLO (E).

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