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Cuando un candidato a un puesto de elección se prepara para un debate de tan alta importancia, como ocurrió la semana pasada con la vicepresidenta de los Estados Unidos, Kamala Harris (demócrata), y el expresidente, Donald Trump (republicano), sus asesores ensayan con ellos una y otra vez una serie de mensajes puntuales, preparados conforme lo que indican una serie de encuestas y los llamados focus groups, de lo que es importante para la población votante. Son los mensajes claves y los ensayan de diferentes formas, A la postre, estos mensajes son repetidos una y otra vez para que en cada interacción a lo largo de la campaña electoral, ya sea para entrevistas de medios, concentraciones públicas en cualquier pueblo o ciudad, vayan dejando un claro retrato del candidato y sus políticas a cumplir si son electos.
En el debate de la semana pasada entre Harris y Trump, la vicepresidenta mencionó un mensaje muy clave, pero lo hizo solo una vez mientras que durante la hora y 45 minutos que duró, repitió varias veces su menú de mensajes empaquetados con distintas frases u oraciones. El singular mensaje fue que era dueña de un arma de fuego, hasta allí. Según los medios, solo una vez en el pasado había mencionado eso, o sea dos veces en aproximadamente cinco años.
El miércoles 4 de septiembre, en la escuela secundaria de Apalachee en la comunidad suburbana de Winder, en el estado de Georgia, un estudiante de 14 años de edad, en un tiroteo en masa, mató a dos profesores y dos estudiantes e hirió a otras nueve personas. Dice la BBC: “Según el Archivo de Violencia con Armas, que define un tiroteo masivo como un incidente en el que cuatro o más personas resultan heridas o mueren, en Estados Unidos en lo que va de año se han producido más de 385 tiroteos masivos. Sus cifras incluyen tiroteos que ocurren en viviendas y en lugares públicos”.
Según la ABC-NEWS: “Hasta el 5 de septiembre, al menos 11.598 personas han muerto por violencia con armas de fuego en Estados Unidos este año, un promedio de casi 47 muertes por día, según Gun Violence Archive. La cifra de muertos no incluye los suicidios...”.
La segunda enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, un documento de más de 200 años de estar constituido, dice que: “Siendo necesaria una milicia bien organizada para la seguridad de un Estado libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas”. De ese último señalamiento the right to bear arms..., una parte significativa de la población estadounidense ha tomado como un mandato divino el derecho y la potestad incuestionable de tener cuántas armas les venga en gana. Y ese derecho lo han ido heredando de generación en generación independientemente de los cambios sociales y culturales, de las estadísticas oficiales, de la sensatez humana y del peligro que representa para la sociedad en particular. El arma que utilizó el muchacho de 14 años fue un regalo de su padre para la Navidad del 2023. Hay casos similares en los últimos años.
La Asociación Nacional del Rifle de Estados Unidos (NRA por sus siglas en inglés), fundada en 1871, se define como una agrupación de defensa del “derecho a poseer armas”. En las últimas décadas, la NRA se ha convertido en una importante organización de apoyo al Partido Republicano, y más aún, incondicional a Trump y a candidatos republicanos para el Senado y la Cámara Baja, con el objetivo de inclinar la balanza a favor de la aprobación de leyes concordantes con sus ideales.
Los cálculos de la casi tímida mención de la vicepresidenta Harris sobre la tenencia de un arma de fuego y, a la vez darles seguridad de que cree en la segunda enmienda, es para cortejar a ese difícil pero importante segmento del electorado, aunque pueda parecer un ejercicio fútil. En ese país, los estados más alejados del resto del mundo, por geografía, cultura y pensamiento, las taras del pasado sobre derechos y amenazas aún persisten y ven con sospecha a cualquier autoridad o forastero que pretende tomar acción para controlar su llamado “derecho fundamental”. Ya sea con lo de las armas, el aborto, el derecho de las minorías, la búsqueda del conocimiento fundamentado en la ciencia, etc., de alguna manera, a lo largo y ancho de ese país hay una negación por ingresar al siglo XXI, dejando atrás las cadenas y fantasmas que aún los atan al pasado. No sé si esta contienda es decisiva, pero puede ser el primer paso.