• 19/01/2010 01:00

El retorno de los brujos

La reciente derrota electoral de la Alianza de Concertación de Partidos por la Democracia de Chile de centro izquierda, luego de veinte ...

La reciente derrota electoral de la Alianza de Concertación de Partidos por la Democracia de Chile de centro izquierda, luego de veinte años en el poder y el consiguiente retorno de la llamada nueva derecha, quienes desde hacia cincuenta años habían intentado en vano ganar una votación, traen lecciones para la clase política panameña.

Como corresponde a una sociedad altamente politizada, no se hizo esperar el reconocimiento de la victoria y los llamados a la unidad nacional para mantener los procesos de cambio y consolidar aún más su gestión democrática. Una mención importante es la del caudal de votos que obtuvieron en la primera vuelta las propuestas más definidas de izquierda, que totalizaron cerca del 28% de esa votación y que responden a figuras que abandonaron la alianza de Concertación ante la evidente manipulación de sus primarias internas.

Una gran cantidad de factores abonaron al resultado final de estas elecciones seguidas con mucha atención por toda la comunidad internacional. Los aparatos de sus Partidos quedaron rezagados con respecto a esas demandas de participación y de oportunidades para finalmente tratar, erradamente, de atraer el voto independiente e indeciso con figuras desgastadas de la vieja derecha con la que habían pactado en esos veinte años. Sin embargo, el período de la Presidenta Bachelet terminó con un record de aceptación de más del 80%.

Al rechazar la posibilidad y necesidad de reestructurar una nueva alianza de fuerzas, la Concertación, no pudo evitar caer en el juego de su adversario que se presentó con un discurso de cambio y renovación capturando parte de su tradicional caudal electoral. De todas maneras la diferencia de votos no llegó a los 300 mil, con lo que se vaticina, un complejo proceso de gobernabilidad.

En Panamá, todavía esperamos el famoso balance electoral de las fuerzas que fueron escandalosamente derrotadas. Su Partido insignia —el PRD— realizó algunos cambios cosméticos en su dirección superior bajo la promesa de realizar “ lo más pronto posible ”, un Congreso de renovación de toda su estructura de dirección. Partiendo de ese déficit, el PRD, sigue la inercia de una política zigzagueante, improvisada, más discursiva que de resultados efectivos.

Algunas figuras “ nuevas ” en la Dirección transitoria, no marcan el tan urgente giro que debe tomar el Partido sobre la nueva realidad que le corresponde atender. El PRD fue fundado hace 31 años. Es un Partido maduro.

En un país joven como el nuestro, el PRD, es un Partido viejo. Se entiende que debía contener suficiente experiencia y madurez para encontrar una salida a su estancada situación. Pero un Partido viejo tiene en su agenda de sobrevivencia la necesidad de una renovación integral.

El viejo aparato derrotado y cuestionado, bajo control de la supuesta pasada dirección “ reemplazada ”, se ha convertido en una fuente de división interna. La política de “ búsqueda y captura ” emprendida por las nuevas autoridades hacia las figuras que controlan el aparato del Partido, por acusaciones de enriquecimiento ilícito, agravan aún más la crisis de identidad y de dirección.

La renovación tiene sus tiempos y el PRD debe entender que si no juzga correctamente el momento de esa renovación, producirá, como en el reciente caso chileno, una profunda división que hará prácticamente imposible su vuelta al poder.

*Miembro del PRD.rvasquezch@cwpanama.net

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