• 28/07/2021 00:00

Avenida con un futuro muerto

“La Tumba Muerto empieza a presentar síntomas de un agotamiento, por los servicios que brinda a la población de los múltiples sectores recorridos por ella”

La Vía Ricardo J. Alfaro, que fuera conocida desde su inicio, como Tumba Muerto, es la prolongación de la avenida Federico Boyd, que, en su extensión, también se llama Manuel Espinosa Batista. Precisamente, donde ésta se encuentra con la Simón Bolívar y hace una rotonda, se inicia la que es considerada tercera arteria urbana en importancia que atraviesa Betania y luego se prolonga hasta el aeropuerto.

Pocos conocen su verdadero nombre, pues todos la llaman con su apodo popular. Este mote se remonta a tiempos de leyenda urbana. Alguien dice que se originó cuando esos terrenos eran unos potreros y allí se escuchaba de un hombre muerto que aparecía suspendido de una soga. El dueño de la finca, una lechería, indagó y se pudo enterar que se trataba de una persona que se hacía pasar por ahorcado para aterrorizar a los transeúntes.

Es lógico que, ante semejante espectáculo mortal, la gente salía despavorida y dejaba tirado cuanto llevara en manos. Este personaje se quedaba con el 'botín' y, de allí, surgió el nombre. Otra historia habla de un asentamiento indígena con un cementerio cercano, que fue removido cuando se iba a construir la carretera actual y se encontraron restos de aquellos difuntos ancestrales, allí enterrados.

La construcción de esta circunvalación, permitió a la ciudad expandirse hacia el norte y este. Se instalaron en sus aceras importantes inmuebles, además de convertirse en una ruta estratégica para salir desde o entrar a determinados destinos citadinos. Se ha pensado que sea una posible continuación de la ruta 2 del Metro, en un trayecto que puede continuar y llegar al parque Urracá, en la cinta costera.

La Tumba Muerto empieza a presentar síntomas de un agotamiento, por los servicios que brinda a la población de los múltiples sectores recorridos por ella. Las paradas del sistema de transporte del Metrobús, por ejemplo, se han agrietado y algunas son un gran hoyo que afecta el servicio de pasajeros; las unidades hacen un gran esfuerzo para llegar a ellas, práctica esforzada que daña los sistemas.

En un sitio, cercano a las instalaciones de la Dirección de Migración, existe una depresión que se torna en lago cuando llueve e imposibilita a los automóviles circular, pues se inundan casi hasta al techo. Un largo e interminable período de ampliación, ocasionó este desbalance en la escorrentía y en lugar de salir hacia los costados, las aguas se mantienen en el centro de la calle.

El alcantarillado hizo crisis en algunos lugares. Hay tres puntos cercanos entre sí, donde las excretas se vierten y riegan en la acera y llegan a anegar los alrededores. Uno, está junto a una pizzería; el otro, enfrente, a un costado de una renombrada distribuidora de autos, y el último, en el carril paralelo, en la entrada de una urbanización al lado de un centro comercial. Los derrames se turnan y, nadie ha podido dar con la solución.

La ampliación del espacio de circulación ha ensanchado los cruces. Para algunos, se ha convertido en una aventura riesgosa. Hace unos años, una persona fue atropellada y su cuerpo fue lanzado y quedó sobre las líneas de seguridad. Ahora, en el lugar, un policía dirige el tránsito y detiene el flujo para que los individuos pasen sin peligro.

Esto sugiere que se deben construir pasos elevados en algunos puntos para reducir la vulnerabilidad de quienes caminan por allí. Por lo menos, urgen tres de ellos.

Estas incidencias demuestran la necesidad de programas de trabajo en la restauración o rehabilitación de tales lugares de circulación, con la finalidad de racionalizar el movimiento, para que sea eficaz y la población no sea víctima de los percances, por falta de mantenimiento o una ingeniería deficiente. Salir de casa no puede ser un peligro inminente ni ocasión para sumar 'muertos'.

Periodista
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