• 20/06/2022 18:56

Tras Andalucía, la madre de todas las batallas

"[...] La otra izquierda acudió dividida porque no supo controlar esa tendencia a la desintegración del átomo que anida en su ADN [...]"

El PP ha ganado las elecciones andaluzas. Malo para el PSOE. Y por mayoría absoluta. No tan malo para el PSOE. De arrollar, pero a falta de uno o dos diputados para la mayoría absoluta, hubiera comenzado el calvario de que “no me quiero abstener y que gobiernen con Vox para que se entere el personal de lo dañino que es eso”; o la canción de “que rompan en Castilla y León y luego hablamos”, etc. Por esa razón, muchos (o muchísimos) votantes socialistas optaron por Juanma Moreno. Para que no dependiera de Vox.

El Partido Popular ganó en Andalucia y perdieron todos los demás. No solo los socialistas. La otra izquierda acudió dividida porque no supo controlar esa tendencia a la desintegración del átomo que anida en su ADN. Para complicarlo más, con nombres parecidos: “Por Andalucía” y “Adelante Andalucia”. Ahí tienen los resultados. “Para que aprendan”, decía un comentarista en la noche electoral. Pues no es probable que así sea.

¿Qué decir de Ciudadanos y de Juan Marín, un político honesto que ha crecido en la coalición leal con Moreno? Su supervivencia con una sola acta de diputado habría sido acogida con tanto entusiasmo en las gradas políticas como aquel gol único de la selección panameña en el último Mundial de Fútbol. No sirvió para nada, pero el que lo marcó, Felipe Baloy, es desde entonces héroe nacional. Marín dimitió de todo. La noche electoral se acabó el “Pobre Juanma” que duró años instalado en la conversación popular y nació el relato del “pobre Juan Marín” que acompañó en su decadencia anunciada a “la pobre Inés”, heredera de los restos del naufragio de Ciudadanos cuando su líder, Albert Rivera, entrando ya al puerto del poder, estrelló el barco contra las rocas. Imperdonable.

Y. por último, Vox. El director de un periódico panameño nos llamó días antes para confirmar si Macarena Olona podía ser la nueva presidenta de Andalucia. La campaña para encumbrarla había cruzado el Atlántico; no solo algunos cazadores de Sierra Morena, por lo visto, lo creían. Se venda como se venda, ha sido un duro golpe. Con Feijóo no será lo mismo. Le respondimos que, como mucho, sería vicepresidenta y ella así se consideraba en los debates televisados. Incluso más: ofreciéndole a Juanma Moreno ser su vicepresidente. “Eso es un delirio”, le respondió, como en una estrofa de la copla.

Y falta alguien más: las plataformas de la España Vaciada que en Jaén especialmente, hace solo unos meses, se veían ya en el Parlamento andaluz. Incluso supieron unirse, porque eran dos. Ni así. Lo de Teruel Existe no tiene tan fácil exportación.

Estamos ya en una nueva fase política. Los palmeros de quienes ganaron el domingo ya dan a Pedro Sánchez y al PSOE por muerto y piden elecciones inmediatas. Calma. Recuerden que no tocan hasta dentro de año y medio y que con los Presupuestos Generales del 2022 ya aprobados se puede gobernar el 2023. Para “manuales de resistencia’, Sánchez; como el título de la única obra literaria que se le conoce. Y otro detalle: el último domingo de mayo de 2023 tocan elecciones municipales (ademas de autonómicas en 13 Comunidades). La clave estará ahí. “¿Sabe usted por qué resistiremos?”, confía un presidente de Diputación. “Porque en Andalucia el PSOE tiene un ejército de 430 alcaldes y esos no se van a dejar ganar”. Ojo, porque el PP ha ganado ahora en las 20 ciudades más pobladas. Es decir: en mayo del 23, tendremos la madre de todas las batallas. 

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