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- 28/05/2014 02:05
Quisiera un epílogo de altura
El sexagésimo mes de la actual administración debería ser un digno colofón del gobierno que culmina su mandato para retirarse satisfecho de haberle cumplido al pueblo de buena fe hasta el último día. Pero las señales que nos envía después de las últimas elecciones, nos indican y auguran lo contrario: insultos, amarguras, desganos, desórdenes, amenazas.
En resumen: evidencias de desgobierno. Comenzando desde la misma noche del 4, cuando el Tribunal Electoral anunció una tendencia irreversible que identificaba al candidato ganador, se amenazó con lenguaje cargado de despecho que se le daría ‘palo’ al nuevo gobierno. Lejos de felicitar al triunfador y al pueblo que dio muestras de civismo ejemplar, se intimidó con latigazos en momentos en que correspondía festejar la jornada de altura recién concluida. A partir de entonces vivimos días de una intranquilidad indeseable que, francamente, menoscaba el respeto que la ciudadanía debe sentir hacia sus gobernantes, respeto que ya venía siendo socavado por los abusos cometidos durante la campaña electoral.
Las últimas señales que nos han estado enviando son las de un gobierno a la deriva, descoordinado, movido quizás por una especie de revancha o de castigo contra el electorado que rehusó respaldarlo en las urnas: un desprecio indigno de autoridades responsables. Pruebas hay al canto. Se llama a sesiones extraordinarias de la Asamblea cuando el solo enunciado de la cantidad de proyectos incluidos en el llamado, presagia el ambiente burlesco del debate y el poco aprecio por la función legislativa. Para echar sal a la herida, por un lado el Ministro de Salud presenta a la Asamblea por su cuenta y ‘por equivocación’ dos proyectos de ley no incluidos entre los autorizados por el Consejo de Gabinete; y, por otro lado, el ministro de gobierno presenta un nuevo proyecto relacionado con homosexualidad y en menos de 24 horas lo retira para mayores consultas. Otro proyecto de ley propone intempestivamente aumentar la protección personal de los ex mandatarios y de sus familias inmediatas y el Consejo de Seguridad del Estado, para añadir más turbiedad al asunto, corrobora la existencia de un complot para cometer un magnicidio que, según versión oficial, tiene su móvil en la lucha sin cuartel que, ‘como nunca antes,’ las autoridades le han montado al narcotráfico en los últimos cinco años. Por osmosis, la amenaza repercute en la comunidad para aumentar la intranquilidad de quienes dan por cierto el peligro inminente de un magnicidio en nuestros días.
Faltando escasamente un mes para que inicien sus funciones las nuevas autoridades se llama a una licitación multimillonaria para adquirir ambulancias para una entidad de salud y, a escasos días de su celebración, se cancela el acto porque levanta suspicacias —finalmente— de la oficina anticorrupción del Ejecutivo.
Por su lado, decenas de candidatos perdedores en las elecciones pasadas, entre alcaldes, diputados y representantes de corregimiento, no conformes con las prácticas deshonrosas durante la campaña electoral o con los aparentes resultados que arrojaron las urnas, han colmado la recepción del Tribunal Electoral con respectivas impugnaciones que, a estas alturas, impiden discernir la integración del Órgano Legislativo y de varias alcaldías y consejos. Esas y muchas otras señales enturbian el ambiente, que se enrarece aún más por las tantas construcciones inconclusas, tales como la escuela abandonada de Lajas Blancas en Darién, los centros de salud y hospitales sin terminar, la Plaza Centenario de Chitré, los silos para pequeños productores en Los Santos, la autopista Arraiján-La Chorrera, zonas pagas, huecos en calles de la capital. Debemos exigir una despedida consecuente con el juramento de gobernar bien hasta el mismo 30 de junio.
EXDIPUTADA