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- 29/08/2023 00:00
La alianza política y social que espera Panamá
¿Qué puede vincular a un peluquero, un repartidor en moto, una estudiante universitaria y la trabajadora de una fonda en Calidonia? Todos están hartos y desean un cambio político y económico profundo en Panamá.
Hay desilusión y decepción con la política y las formas de hacer política en beneficio personal. Los panameños están cansados de las prácticas clientelares y corruptas que se han tomado las instituciones del Estado. El hartazgo, es lo que tienen en común la mayoría de los panameños.
Cada día es menos, lo que muchos ponen en la mesa. El dinero no alcanza para comer. No hay trabajo. Todo anda mal. La educación, la salud, la seguridad, están en crisis. La situación se agrava cada día, mientras se van cerrando ciclos de gobiernos que incumplen promesas electorales.
Las frustraciones y desesperanzas ciudadanas, no se tramitan con medidas cosméticas y mediáticas. Menos alimentando ficciones.
La mayor apatía proviene de los jóvenes desencantados del presente y agobiados por la falta de futuro. Buscan orientar su esperanza en un proyecto con el que se sientan identificados y que, al final, no sea un espejismo, una expectativa ilusoria, una especie de encantamiento que no puede sostenerse en el mundo real.
Por otro lado, el país no puede rendirse y decir que ya no hay nada que hacer. El desafío es cómo gestionar las expectativas ciudadanas y lograr conjugar un nuevo escenario político de contenido y de respuestas. Y lograr que los ciudadanos se conviertan en la expresión de una genuina corriente política protagonista de las elecciones del 2024.
El país no puede estar a la espera de acciones inesperadas. Las acciones deben estar acompañadas de alternativas que aún no han sido propuestas. Una ciudadanía apática que ha perdido la confianza en las promesas de justicia social, demanda propuestas de fondo y contenido, no diagnósticos de los que están saturados.
Panamá requiere de un movimiento que logre unir a los grupos sociales en una gran alianza nacional. Sin tacticismos espurios. Con estrategia y visión de largo plazo.
Hay que observar que los fenómenos políticos que están dándose dentro y fuera de la región, golpean la representación política y amenazan la democracia interna de los partidos. A eso se suma que el mundo asiste a una transformación histórica impulsada por una mutación científico-tecnológica de la mano con profundos cambios en la escala de valores y las relaciones humanas y con el entorno.
Las redes sociales, las imágenes y la reducción del lenguaje, hacen que la racionalidad disminuya ante consignas y arrestos emocionales. El reto es cómo traducir el enojo colectivo en un voto bien orientado en las urnas y que no se deslice por carriles desconocidos que pueden derivar en autoritarismos.
La democracia no se fortaleza con improvisaciones. Se requiere un plan maestro desde dónde partir y hacia dónde llegar, con los puertos bien establecidos y los tiempos de arribo al objetivo ulterior.
Se requiere una propuesta que neutralice las trampas de las consignas simplistas, que reducen la complejidad de los problemas a un eslogan y mejor si, además, tiene una resonancia antipolítica.
Panamá espera una propuesta que infunda un aire fresco al proyecto de país que todos anhelan. Una propuesta que recojan las redes sociales, creando contenidos y paraguas conceptuales que contribuyan a dinamizarla y lograr que se encarne en una mayoría ciudadana decisiva para lograr el profundo cambio político y económico que requiere el país. Esa es la tarea tienen mucho por hacer los youtubers, tiktokers e instagramers conscientes de la encrucijada en que se encuentra Panamá.
El país espera una propuesta que gane en representatividad ciudadana. La población demanda espacios de participación a través de una amplia alianza social que supere las estructuras tradicionales de los partidos. Una alianza que sea capaz de transformar el país y devolverle la ética y la decencia a la administración pública. Porque al final de cuentas las transformaciones solo son posibles con instituciones reformadas.
Lograrlo debería ser el objetivo de un movimiento amplio e inclusivo en el que tengan cabida asociaciones, gremios y sindicatos y miembros de partidos políticos, que buscan rescatar la confianza y gestionar la esperanza en el futuro del país.
Es posible vislumbrar esa alianza social de jóvenes, mujeres, trabajadores y empresarios, campesinos e indígenas, independiente y profesionales, académicos e intelectuales, identificados con la necesidad de construir el Panamá de todos.