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- 29/05/2009 02:00
FARC, 45 años después
La noticia de la muerte del prominente guerrillero Manuel Marulanda Vélez, alías Tirofijo, catalogado como un pionero de la lucha revolucionaria del siglo pasado a través de sus agrupaciones labriegas que más tarde convertiría en guerrillas móviles, es sin lugar a dudas un hecho que contrasta con la fecha en que se rememora otro aniversario de la constitución del movimiento insurgente de su autoría más antiguo y vigente que Latinoamérica haya conocido en las últimas cuatro décadas: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
El 27 de mayo de 1964, irónicamente la denominada Operación Marquetalia, pese a ser un éxito desde el punto de vista cívico-militar, fijó las bases para la reorganización del movimiento allí asentado, en aguerridas facciones movedizas, las cuales en lo sucesivo complicarían la difícil tarea de ser combatidas.
La retoma del territorio de Marquetalia marca un hito insoslayable en la historia contemporánea de la nación colombiana, pues mientras para algunos era un reducto de vándalos abrileros (liberales que se levantaron tras el asesinato de Gaitán) con vicios de república independiente que amenazaban la soberanía nacional; para los acaudillados por Marulanda, constituía el arquetipo de autosuficiencia, productividad, y autorregulación al que aspiraban los agricultores aglutinados en autodefensas, a causa de la violenta persecución desatada por los conservadores contra los liberales.
Su rol al frente del Secretariado de esta organización lo colocó como protagonista de los acuerdos de paz y cese al fuego que concedieron transitoriamente una salida negociada al conflicto militar, mediante la creación de la Unión Patriótica (brazo político del movimiento); proceso que posteriormente se revertiría a razón del exterminio sistemático y selectivo de los líderes de movimientos sindicales, candidatos y quienes simpatizaban con los planteamientos ideológicos del colectivo.
Cuarenta cinco años después de estos acontecimientos, el deteriorado estatus de beligerancia de este grupo armado exhibe entre otras cosas: el ocaso de un ideal corrompido en el tiempo; la actitud soberbia e irreverente de obcecados adalides que, en su fallida intentona de alcanzar el poder a sangre y fuego, terminaron prostituyéndose ante los barones de la droga, la extorsión y el secuestro; la esterilidad de una lucha que en algún momento de su evolución histórica recogió el sentir de las clases más humildes, sin embargo, terminó desvirtuada por las secuelas de luto y dolor colectivo que infligieron; pero sobre todo, retrata la inamovilidad e intrascendencia de un pensamiento revolucionario que fue incapaz de renovarse, integrarse e interactuar con las diversas corrientes políticas e ideológicas existentes, para que por la vía constitucional accediesen al poder y desde allí ofertasen sus concepciones populistas.
Hoy, no sólo es el sentir de una nación vecina, es también el anhelo de toda América Latina que nuestros hermanos acaricien ese sueño de vivir en condiciones de igualdad, transparencia y justicia social que les permita constituirse en un estado próspero que con meridiana claridad se encamine por la ruta de la concordia y la tan anhelada paz.
-El autor es financista y docente.alfasa13@cwpanama.net