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- 05/11/2019 00:00
El 3 de Noviembre en dos tiempos
Transcurridos 116 años de vida republicana, el 3 de Noviembre de 1903 constituye un acontecimiento privilegiado para el análisis histórico e invita a nuevas interrogantes para su estudio. Este aporte es una aproximación a dos momentos: el Cincuentenario, en 1953, y el Centenario, en 2003. El Cincuentenario de fundación de la República, constituyó un contexto privilegiado para examinar la importancia de apelar al pasado en la creación de la identidad común de los panameños.
La prensa de la época no solo hizo énfasis en el programa conmemorativo del festejo nacional, sino que publicó valiosa documentación histórica de la coyuntura de 1903, y ensayos de connotados intelectuales que hicieron un balance de los logros del país en esos cincuenta años y las tareas del porvenir. Consistieron en rigurosos balances de carácter socioeconómico, político y cultural de Panamá. Inestimable fuente histórica para comprender la situación del país a mediados del siglo XX.
El Panamá América, en una edición especial, a inicios de noviembre de 1953, publicó esos ensayos, según el periódico, con el propósito de ofrecer un panorama de la realidad panameña y “objeto de meditación y de recuento retrospectivo”. Correspondió a la demógrafa Carmen Miró esbozar las problemáticas de la población panameña y sugirió que “cualquier política demográfica bien encaminada tendrá necesariamente que comenzar por extender el radio de acción de las Unidades Sanitarias, de tal suerte que un mayor número de personas reciban el beneficio de la medicina curativa”; Rodrigo Miró, con el sugestivo título “República de Panamá, una experiencia estimulante”, narró la trayectoria del país desde diversas perspectivas. Miró, a pesar de la complejidad del nacimiento de la República, la presencia estadounidense por la obra canalera y del descontento de grupos juveniles, consideró satisfactorio el camino recorrido y expresó “porque solo aspiran a mejorar de condición los pueblos no sometidos y dueños de una clara conciencia de lo que representan”.
En el plano económico se propuso una serie de medidas al sector ganadero, “educación y adiestramiento al campesino, una política de inversión y el crédito por parte del Estado que aliente las operaciones de la iniciativa privada, incremento en el consumo interno”, en alusión a la política impulsada en esos años de fomento de la producción agroindustrial.
Sobre las letras panameñas, Ramón H. Jurado apuntó sobre las tendencias literarias que consistieron en el reemplazo del imaginario nacional “Panamá por y para el Canal” por un “Ruralismo”. Según Jurado, se “palpa en el ambiente el deseo de nuestro campo, algo que es cariño benevolente por la geografía y los hombres que están más allá de la peripecia canalera: zona totalmente desconocida, aunque de alguna prominencia en los registros electorales”. Esos ensayos publicados en el Cincuentenario, en 1953, constituyen una reflexión sobre el país, ofrecen distintas lecturas e invitan a la investigación. La Estrella de Panamá (3/11/1953) con notas periodísticas tituladas “Los primeros días de la República”, “Celebración del primer aniversario de nuestra independencia”, “Reproducciones históricas de nuestros archivos”, “Exposición histórica” recordó los hechos de 1903 y en su editorial destacó “en el análisis sereno de lo logrado hasta el presente, las reflexiones sobre su valor y alcance, constituyen el mejor estimulante para proseguir sin pausas ni vacilaciones construyendo la República, a fin que las generaciones venideras puedan decir de nosotros con el mismo elogio que en la actualidad hablamos de quienes nos precedieron”. El periódico La Nación (3/11/1953) en su editorial celebró el Cincuentenario y los adelantos del país, haciendo énfasis en la vida democrática e institucional. A pesar de esas proclamas, el sociólogo Marco Gandásegui, en un lúcido ensayo, ofrece otra lectura de la situación política del país en aquel momento marcada por la “persecución sindical, la represión de campesinos, el aislamiento de las capas medias y la supresión de la participación democrática”. El Cincuentenario recuerda que una conmemoración más que pasado rememora el presente.
El Centenario de la República, en 2003, constituye el segundo tiempo para comprender la fiesta nacional de Panamá, el 3 de Noviembre. En ese año el pasado ocupó el espacio público y desde el Estado se promovió “recordar y honrar” a los héroes de la patria. Muchos lectores recordarán el acontecimiento. Este escrito constituye un intento por aproximarse a ese suceso del pasado reciente de los panameños. Tan solo han transcurrido 16 años y urge hacer una reflexión al respecto. En el Centenario no faltaron rituales en todo el país que articularon la memoria colectiva: conciertos, discursos públicos, actividades deportivas, dianas, paseo de la primera bandera de la República, repique de campanas, concursos literarios y publicaciones.
Las conmemoraciones son acontecimientos que contribuyen con una sociedad a actualizar su memoria y también cuestionarla. Indagar todo tipo de fuentes es una tarea imprescindible. Los periódicos nacionales ofrecen algunas vetas para el análisis sobre el Centenario, en 2003. Estos insistieron en demandas sociales, de ayer y de hoy, transparencia en el uso de los fondos públicos, alto a la corrupción, también reportaron sobre la firma de tratados de libre comercio, el aumento de la economía informal, el inicio de los estudios para la ampliación del Canal y en la urgencia de un proyecto de futuro para Panamá. El diario La Prensa (3/11/2003) publicó extractos del discurso de Diego Domínguez Caballero, orador oficial del 2 de Noviembre, “No es lícito romper con el pasado. El pasado es nuestra dignidad. Pretender destruir ese pasado con el olvido o con nuevas acciones y teorías es un esfuerzo inútil… sería el conato de nuestra propia destrucción como panameños”. La Estrella de Panamá (4/11/2003), en su editorial, insistió en la necesidad de desarrollar planes y estrategias “para mejorar la calidad de vida de los panameños”, una opinión del expresidente Jorge Illueca, publicada en El Panamá América (3/11/2003) advirtió “creo que a esos antepasados, a esos panameños y panameñas que nos precedieron y que en muchos sentidos nos superaron moralmente, las actuales y futuras generaciones pueden rendirles tributo a través de la formación individual y colectiva de una ética del porvenir, una ética de los que aún por hacerse, una ética de los que debemos hacer. Si esa ética estuviera ausente entre los gobernantes y entre los gobernados, tendremos que pagar un precio que equivaldría a hipotecar el futuro de nuestros sucesores, de las generaciones futuras”. Esas voces explican cómo las conmemoraciones son “representaciones del pasado mediadas por las necesidades del presente”.
Las recientes protestas, aunadas a viejos reclamos frustrados y demandas de la población por la atención a necesidades básicas, en medio de una profunda desigualdad, requieren del esfuerzo de todos, diálogo y consenso, posiblemente, sería oportuno volver a leer los mensajes que, hace 16 años, ofrecieron dos preclaros panameños, Diego Domínguez Caballero y Jorge Illueca, si anhelamos construir un país solidario, incluyente, justo y democrático.