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- 09/12/2020 00:00
¿Vicepresidente o qué?, ¿Gobierno tricéfalo?
Mucho se ha hablado -todavía más luego de la intempestiva renuncia del canciller Andy Ferrer- del vicepresidente escogido por el presidente Cortizo para sus cinco años de gobierno.
La Constitución señala la dimensión de ese cargo. Al igual que el presidente, se accede (artículo 179), si eres ciudadano panameño por nacimiento y con 35 años de edad. Ningún otro requisito. Son precisas funciones atribuidas al vicepresidente: (185): 1. Reemplazar al presidente en faltas temporales o absolutas. 2. Asistir, sin voto, al Gabinete. 3. Asesorar al presidente. 4. Asistirlo y representarlo en los actos o misiones especiales.
Con Ernesto de la Guardia (1956-60) el primer vicepresidente fue Temístocles Díaz, aliado que ayudó a su triunfo. Nunca ejerció como tal por distanciamiento entre ambos. Por eso, nunca viajó al exterior, para no verse obligado a que Díaz se encargarse de la Presidencia.
Al ser candidato, Cortizo, consciente de que el PRD no ganaría solo, promovió alianza con el Partido Popular, porque, según aconsejaban, tenía mejor rostro público que el Molirena. Los populares en Congreso Nacional (no voté, porque desde 1991 no tengo cargo en PP) apoyaron a Blandón, cuyo partido daba trabajo gubernamental a muchos de los delegados votantes. A Cortizo no le quedó más remedio que tragarse el erizo y aliarse con el Molirena.
Uno de los considerados a ser su vicepresidente fue su amigo Ferrer, pues ambos habían compartido un puesto en el gabinete de Martín Torrijos en 2006. Otros, incluyendo a algún molirena, y varios PRDs, también se morían por el cargo. Sin embargo, Nito se decantó por un joven de Penonomé, abogado desconocido del gremio, que lo siguió por 10 años. Proyectaba juventud y la independencia que quería mostrar al ser quien decidiera sobre copartidarios y aliados. El Molirena y el PRD tuvieron que aceptar al “outsider”.
Desde 1989 ha habido vicepresidentes que, además de ese cargo, ejercieron como ministros. Ricardo Arias Calderón, en Gobierno y Justicia (1989-91), además el cerebro tras el triunfo de 1989. Él y los democristianos fueron expulsados del Gobierno, cuando paranoicos panameñistas se creyeron que estábamos espiando a Endara. Seguidamente, con Pérez Balladares y Moscoso, los vicepresidentes no tuvieron cargos ministeriales.
Con Martín Torrijos (2005-2009) el canciller fue el primer vicepresidente, Samuel Lewis Navarro. Con Martinelli (2009-2014) el vicepresidente Juan Carlos Varela, también canciller, fue botado después de 30 meses en el cargo, mediante un Twitter, “Trump style”.
La historia de los vicepresidentes en la época moderna ha tenido episodios interesantes. Luego del asesinato del presidente Remón, el 2 de enero de 1955, asumió su primer vicepresidente, José Ramón Guizado, destituido y juzgado por maquinaciones políticas perversas, que llevaron a la Presidencia al segundo vicepresidente, Ricardo Arias Espinoza. A Guizado lo absolvieron después de cualquier relación con el magnicidio. Pero era muy tarde.
Hoy, tenemos un Gobierno tricéfalo. Además del presidente, existe un vicepresidente con un poder inusitado para nombrar socios, amigos y familiares en cargos de ministros, jefe de instituciones y diplomáticos. Para conciliar con el PRD, ha sido igual. Cortizo ha dado potestad a figuras del CEN del partido para determinar política de instituciones. Una de ellas es la Cancillería, donde tienen apostados a marxistas de viejo cuño, dirigiendo las relaciones exteriores del país por afinidad ideológica con regímenes impopulares y relaciones personales con líderes neocomunistas.
Entre esas dos barreras se movía Ferrer. Fue una de las causas de su abrupta renuncia el 2 de diciembre. Explotó. Tenía, además, entre sus manos decisión de llevar al Ministerio Público el caso de un embajador destituido por posibles actos ilícitos en el ejercicio del cargo (reincidente por algo similar durante el Gobierno de Pérez Balladares). Allí vino la presión que hizo desencadenar todo. Nada de denuncia ni nada. “El personaje es recomendado por mi pariente. Y punto”.
Ahora es Ferrer y su viceministro. Ayer fue Rosario Turner y el primer viceministro de la Presidencia, Juan Antonio Ducruet, fuera tras agria discusión en Palacio con el vicepresidente. También Markova Concepción del Mides y Mirones en Seguridad. Todos sin ninguna explicación creíble. En el caso de Ferrer peor. Cortizo se lavó las manos y dio la espalda a periodistas que al día siguiente le preguntaron sobre el tema.
Lo anterior explica por qué las cosas van como van, a pesar de que el presidente dijo: “El que va a mandar es Nito”.
Un Gobierno tricéfalo no puede funcionar, menos en un país presidencialista como el nuestro. ¿Será el presidente consciente de esta realidad? ¿Será rehén de su vicepresidente y de las manipulaciones de los ideólogos ñángaras del PRD y sus diputados en la Asamblea? ¿Podrá este Gobierno de tres cabezas enfrentar los tremendos retos que, agravados por la pandemia, tiene el país? ¿O prefiere seguir viendo los toros desde la barrera? Esas y las interrogantes que se acumulan, tienen a Panamá envuelto en incertidumbre, sin rumbo fijo y con una peligrosa desconfianza.