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- 07/02/2015 01:00
Jerónimo Rodríguez Tugrí y Mauricio Méndez, viven para siempre
Los pueblos originarios panameños tenemos alrededor de nueve a once mil años de estar radicados en esta tierra panameña, la cual es de todos los que habitamos en ella; sin embargo, en pleno siglo XXI los pueblos originarios seguimos siendo víctimas constantes de las violaciones por defender lo que históricamente nos pertenece, el derecho a la vida, vivir en un ambiente sano, tierras y territorios en la que hemos vividos de generaciones en generaciones.
El Pueblo Ngäbe Buglé ha debido enfrentar un largo camino para poder lograr el reconocimiento y respeto efectivo a nuestros derechos y libertades fundamentales.
Si bien es cierto, logramos el 7 de marzo de 1997 un territorio dominado con el nombre de ‘Comarca Ngäbe y Buglé’, nuestras tierras y territorio comarcal siguen siendo vulnerables y frágiles para propios y extraños. En el territorio de la Comarca Ngäbe y Buglé están las mejores riquezas del país, por ello tantos gobiernos, partidos políticos y empresas trasnacionales y locales ofrecen migajas a los débiles oportunistas, supuestos dirigentes para dividirnos y que nos mantengamos entretenidos en pugnas internas permanentes.
Durante el mandato del presidente Ricardo Martinelli B., en el 2010, los hermanos Ngäbe y Buglé, que laboran en la bananera de Changuinola, posterior en el 2012, los Ngäbe y Buglé de San Félix, río Viguí, Tabasará, sectores de Veraguas, Coclé, área de Pacora, 24 de Diciembre, Chepo y los alrededores de la Asamblea Nacional y por último la provincia de Colón, libraron una heroica batalla de resistencia y supervivencia. Todo esto por las inconsultas medidas administrativas legislativas, ordenadas por el Ejecutivo arriba mencionado.
El 5 de febrero del 2012, esta fecha entrará en la historia del Pueblo Ngäbe Buglé y en la historia panameña, como un día nefasto, porque este pueblo concentrado en el cruce de San Félix, por reclamar respeto a su tierra y territorio dado por la Ley 10 del 7 marzo de 1997, sufrió una de las más brutales represiones, asesinatos y violaciones de todos sus derechos fundamentales como seres humanos, muy parecidas a la llegada de los españoles en el supuesto descubrimiento de América en 1492, por el régimen de turno. Esta represión brutal y de asesinatos fue, tanto en Changuinola, como en San Félix y Colón, con saldo de cientos de heridos, jóvenes con sus vidas truncadas, sin ojos, brazos y piernas, hoy sin apoyo de nadie, abandonados a su propia suerte.
El primer mártir caído en estas represiones brutales y asesinatos fue el joven Jerónimo Rodríguez Tugrí; dos día después otro joven, Mauricio Méndez, posteriormente fueron falleciendo en los diferentes hospitales del área, hasta completar (7) siete humildes hijos de la Comarca.
Los pueblos indígenas panameños hemos notados que la justicia panameña para nosotros los originarios es ciega, sorda, muda, excluyente y con una marcada negación por parte de las autoridades administradoras de la justicia. Ejemplo: El fallo de la Fiscalía Primera Superior de Chiriquí, que archivó el caso del asesinato de Jerónimo Rodríguez Tugrí, por no hallar culpable; y de igual forma el ministro de turno del Gobierno anterior, quien no pudo encontrar quién ordenó el cierre de la comunicación a través de los celulares para esos días en todo el oriente chiricano hasta Veraguas. Y el fallo de la Corte Suprema de Justicia en el caso de Barro Blanco en el río Tabasará, donde dominó el interés de una élite económica sobre el interés social colectivo de los pueblos indígenas y existen muchos otros casos similares.
Todos estos acontecimientos se dieron, a pesar de existir un sinnúmeros de instrumentos de derechos internacional pertinentes, aprobados y ratificados por el Estado panameño a favor de los pueblos originarios. Por todo lo antes señalado, el pueblo Ngäbe Buglé solicitará a los Honorables Diputados indígenas que se declare el 5 de febrero de cada año día de duelo nacional en honor a Jerónimo Rodríguez Tugrí y Mauricio Méndez.
EXLEGISLADOR Y EDUCADOR.