Paulette Thomas: su despertar político y la historia de la higuera

Actualizado
  • 13/03/2022 00:00
Creado
  • 13/03/2022 00:00
“La política es como la higuera, un árbol difícil y feo. Solo el que se quedó a cuidarla se comerá sus frutos”
Paulette Thomas: su despertar político y la historia de la higuera

Estudió historia del arte. Fue cantante, actriz, productora de teatro y de radio. Lo que menos sospechaban quienes veían a aquella muchacha rubia dedicada al canto era que terminaría convertida en una apasionada activista política, interesada en especial en los temas feministas.

Ella nos cuenta en esta ocasión sobre los orígenes de su interés en la política y las causas en las que ha participado.

Paulette, los que te conocimos en tu juventud poco sospechábamos que terminarías convertida en una activista y feminista apasionada. ¿Por qué crees que es importante participar en este tipo de actividades?

Creo que es un error asumir que no nos debe interesar la política, que la política es sucia, que trabajar en el gobierno es una pérdida de tiempo. Tampoco me gusta escuchar a la gente quejarse de que están hartos de la corrupción, cuando no ayudan a combatirla. Los ciudadanos tenemos que dejar de pensar que nuestras vidas no tienen nada que ver con la política, pues con esa actitud lo que estamos haciendo es dando a otros la capacidad de definir el destino del país.

Imagínate qué habría pasado si entre las décadas de 1920 y 1940 las mujeres panameñas no hubiesen salido a la calle a protestar y a exigir el voto para la mujer. Mira todas las luchas nacionalistas que tuvieron que darse para que los pelaos de hoy pudieran ir al muelle de Amador a tomar el barco a Taboga.

Creo que los ciudadanos nos hemos vuelto muy pasivos. En estos días le he preguntado a algunos jóvenes si estarían dispuestos a luchar por su país de la misma forma como lo están haciendo en Ucrania. Muchos me han dicho que se irían corriendo. Al final, la verdad de la política es que es como la historia de la higuera, un árbol difícil y feo. Solo el que se quedó a cuidarla se comerá sus deliciosos frutos. Así mismo lo veo con Panamá. Nosotros tenemos que luchar por un Panamá como debe ser.

¿Desde cuando surgió en ti la semilla política?

Creo que sin darme cuenta, la sembró mi papá, enseñándome a tener pensamiento crítico. Yo soy la menor y única mujer de cuatro hermanos. Cuando mi mamá murió yo tenía 9 años y mis dos hermanos mayores estaban estudiando en Europa. Esas circunstancias me dieron la oportunidad de desarrollar una relación muy cercana y especial con él. Recuerdo que los fines de semana él me ponía a leer la columna de Tristán Solarte (Guillermo Sánchez Borbón), “En pocas palabras”, que salía en la última página de La Prensa. Después de terminar de leer, me hacía preguntas para comprobar si había entendido. Pero lo que pasaba es que Sánchez Borbón tenía un código y no se entendía fácilmente lo que decía su columna si no habías leído las anteriores. Cuando mi papá se daba cuenta de que no había entendido, me hacía leer las columnas anteriores del mismo autor hasta que lograra comprender a qué se refería. Tenía que leer un montón de columnas para darme cuenta, por ejemplo, de que la dama de Rotterdam era la señora fulanita, que era la esposa de este señor el coronel tal y tal, y que eso tenía que ver con lo de más allá.

Después me dediqué a la música, al teatro. Nunca pensé en mí como activista política o candidata, hasta el año 2009, cuando el politólogo del Pnud Harry Brown vio algo en mí que yo no me había dado cuenta que tenía. Me invitó a unirme a un grupo de mujeres políticas que irían a un fin de semana de convivio. Yo no sabía en qué me metía. Pensaba que todos serían novatos como yo. Cuando llegó al convivio me encuentro con la magistrada Esmeralda de Troitiño, las diputadas Teresita Yániz de Arias y Gloria Young, la magistrada suplente del Tribunal Electoral Yara Campos. Todas opinaban y participaban en las discusiones, pero a mí me daba miedo. Me sentí intimidada.

Al final, el convivio sirvió para abrirme los ojos. Desde entonces no he parado de educarme en temas políticos y de participar como activista para distintas causas, especialmente la paridad de género. De hecho, soy vicepresidenta del Comité de Paridad de Género. También fui diputada independiente por el circuito 8-7 en 2019, una experiencia que volvería a repetir.

¿Por qué escogiste participar en temas de la paridad de género?

Porque me di cuenta de que tomamos los avances de la mujer como un hecho, como si siempre hubiera sido así. Me di cuenta de lo poco que sabía del tema. De que las mujeres no teníamos hasta 1945 derecho al voto. De que no nos dejaban ejercer como abogadas o en otras profesiones. Fue gracias a todas las mujeres que salieron a la calle a presionar, que se han conquistado los logros que tenemos hoy.

Esther Neira de Calvo, por ejemplo, fue la piedra angular de la lucha en la década de 1920 y hasta los años 40 del siglo XX. Ella era una mujer política, bastante comedida y diplomática en su hablar. La primera diputada panameña junto con Gumersinda Páez. Clara González era más directa. Sara Sotillo es importantísima. A ella le debemos la ley orgánica de educación. También está Thelma King, una mujer de verdad. Se la llevaron presa cuando mataron a Remón porque llevaba una pistola en su cartera, que nunca se había disparado. Carmen Lidia Sogandares fue la primera mujer panameña que estudió medicina, ginecología, y la ejerció en uno de los mejores hospitales en Estados Unidos. Cuando decide volver a Panamá, termina siendo maestra de higiene en el Liceo de Señoritas. Fue Esther Neira de Calvo y su grupo quienes lucharon para que pudiera ejercer como doctora y lo lograron. Hay tal desconocimiento de la historia de lucha de las mujeres en Panamá, que me gustaría hacer una miniserie.

Sin duda hemos avanzado mucho, pero fíjate que todavía nos falta. En la Universidad de Panamá entran muchas más mujeres que hombres, y permanecen hasta graduarse, a diferencia de los hombres que son más dados a desertar. Sin embargo, a la hora de salir a buscar trabajo, aunque estemos mucho más preparadas, las mujeres siempre tenemos que pasar por tamices, filtros, mucho más férreos de los que tiene que pasar un hombre. Y no estoy exagerando. Además, las mujeres no ganamos lo mismo que los hombres, y en muchas ocasiones podríamos ocupar posiciones de mayor responsabilidad, pero preferimos quedarnos calladas porque tenemos el puesto.

¿Qué lucha te ha dado más satisfacción o causado más desilusión?

Creo que fue el tema de la paridad. En el año 2009 participé en la creación de un grupo llamado “Iniciativa por la Paridad”. Comenzamos a reunirnos todas las semanas en La Defensoría del Pueblo en momentos en que estábamos bien lejos de convertir el objetivo de la paridad en ley de la República. Solo tratábamos de interesar a la gente para que se nos uniera, pero era muy complicado. Por fin pensé que habíamos logrado la gran cosa un día en que la vicepresidenta del Tribunal Electoral, Yara Campos, dirigió una reunión de los partidos políticos para votar si estaban en favor u opuestos a tener una ley de paridad, es decir, de exigir cuotas de participación de la mujer en determinadas actividades de toma de decisiones. Recuerdo que ese día caía un aguacero tremendo como si el mundo se estuviera cayendo. Dentro de la Cámara de Comercio, donde estábamos, todos los partidos votaron a favor de la ley de paridad. Fue maravilloso. Era como un aguacero de renovación. Me fui casi bailando a mi casa, pero mi hermano me dio un mazazo. Yo quería disfrutar esa victoria, pero el me dijo que por qué estaba tan contenta si no habíamos ganado la guerra, sino simplemente una batalla. Y tenía razón, a pesar de toda la supuesta buena voluntad, tuvieron que pasar ocho años para que finalmente se adoptara la ley que exigía el acceso de las mujeres a la participación activa en la toma de decisiones. Con esa ley, las instituciones del Gobierno Central, descentralizadas, empresas públicas, intermediarios financieros y aquellas con una junta directiva, un consejo de administración u organismos similares, debían designar, como mínimo, un 30% de mujeres en la totalidad de sus cargos.

Pero no todo acabó allí. Imagínate que en 2018, nuestro grupo estaba desmembrándose. Cada uno tomó su camino y a dedicarse a sus propias cosas. Un día me llama la presidenta del grupo, Lorena González. El 5 de mayo de 2018 se iba declarar abierta la contienda electoral de 2019. Iba a ser un evento maravilloso con el presidente de la República, el cuerpo diplomático. Faltaban solo dos días y ella se había enterado de que el Tribunal Electoral había pasado un decreto en el que eximía a los partidos políticos de ejercer la paridad en sus postulaciones.

Aducían que las mujeres no querían participar en las elecciones como candidatas, que no estaban preparadas. La realidad es que hay muchísimas mujeres preparadas en este país para participar en política, pero los partidos se encargan de invisibilizarlas. Quedó demostrado, pues nos dimos cuenta de que antes de tomar la decisión el Tribunal se había comunicado con el SEN de los partidos en lugar de acudir a la secretaría de mujeres de los partidos.

Nosotras estábamos furiosas y nos pusimos de acuerdo para ir a hacer un escándalo al evento de inauguración de la campaña. Fuimos con pancartas, tamboritos a los que les habíamos cambiado la letra de las canciones, en medio de esta fiesta toda elegante. En un momento se nos acerca el presidente Varela a preguntarnos la razón por la que estábamos manifestándonos. Le explicamos y nos consiguió una cita al siguiente lunes con los magistrados del Tribunal Electoral. Ese lunes nos reunimos con ellos y resulta que uno de los magistrados no sabía que existía la ley. Nuestra presidente, Lorena González, tuvo que sacar la Gaceta Oficial, toda subrayada para explicarle que la paridad (de género) era ley de la República.

¿Cómo involucras tu activismo político en tu vida diaria o en tu programa de radio?

En todo lo involucro. Mi programa de radio en RPC siempre está relacionado con la política. Esta semana, que celebramos el Día de la Mujer, pedí al público que mencionara a cinco mujeres que hubieran hecho algo importante en la lucha de mujeres en este país. Solo pudieron mencionar a Clara González, a la doctora Britton. Imagínate, con tantas mujeres que han luchado en este país. Ojalá hubiesen mencionado a Carmenza Spadafora o a sus colegas del Instituto Conmemorativo Gorgas, que deberían ser los modelos de las niñas de hoy. Esas son las personas que hay que elevar.

Este mes también me estoy dedicando a hacer una campaña de toma de conciencia, con historias de mujeres nacionales o de otras naciones que hayan hecho aportes a la humanidad. Están allí, por ejemplo, la primera mujer astronauta rusa, Valentina Tereshkova; la gran bailarina Isadora Duncan; la heroína revolucionaria Manuela Sáenz. Es importante que las niñas amplíen su mente a la cantidad de cosas que las mujeres podemos hacer, que sepan que ellas también pueden.

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