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El aborto y el derecho a la vida
- 17/09/2023 00:00
- 17/09/2023 00:00
El derecho a la vida se ha querido circunscribir a un embrión inviable, mientras que no se piensa en la vida de una niña que corre peligro de muerte si se le obliga a parir; o de una madre soltera que ya tiene que mantener nueve hijos, producto de la violación por un marido borracho; o de una adolescente que queda condenada a la pobreza por no poder continuar sus estudios, o de una víctima de incesto que se le obliga a parir un hijo de su propio padre. Vida no sólo es respirar y tener un corazón activo.
Las noticias de que la Corte Suprema de México y el congreso de Argentina han despenalizado el aborto ha abierto la puerta a que el resto de Latinoamérica siga su ejemplo. Se han fortalecido las campañas en contra de la penalización. Los derechos humanos son una invención humana que está en constante modificación y crecimiento. En su primera fase se trataba de una protección general, basada en una noción de igualdad formal y temor a la diferencia, lo que hasta cierto punto es peligroso, ya que en el nazismo llegó hasta el exterminio del “otro”. El nuevo referente ético aspira más bien a respetar las diferencias, sentar las bases para una convivencia pacífica y sobre todo, generar las condiciones para que cada cual decida qué es una vida buena dentro de un marco construido en condiciones de democracia y paz.
Cada vez más personas —hombres, mujeres, jóvenes y personas transexuales de todas las edades, razas y colores—, aspiran a vivir su sexualidad y sus decisiones en cuanto a la reproducción, de la manera en que quieren. Sus vidas están llenas de restricciones e injusticias y la mayoría es discriminada. La violación de los derechos sexuales y reproductivos, que son Derechos Humanos, está implicando hoy la muerte evitable de muchas personas, a causa de mortalidad materna, abortos inseguros, homofobia, prácticas discriminatorias y privación de derechos básicos.
Se debe entender que la diferencia entre la moral religiosa basada en dogmas y la ética es que la ética es una construcción de naturaleza distinta, es histórica y de convivencia humana. La ética no es estática, sino móvil y relacional de las personas en interacción con las otras. Reconoce la peculiaridad y particularidad de cada sujeto de derecho y de determinadas violaciones de derechos, por lo que exige una respuesta específica y diferenciada, con respeto a la diferencia y a la diversidad.
En muchos aspectos Panamá todavía vive en el pasado y aún persiste la ausencia de información para las grandes mayorías. El pensamiento mágico religioso rechaza la razón en favor de la superstición. El fanatismo ideológico de los movimientos Pro Vida permiten la exterminación de los Derechos Humanos. La ignorancia ha llevado a las muchedumbres a caer en la trampa de la moral única, la tiranía de un modo único de pensar y actuar.
Los antiderechos lograron mover una muchedumbre en contra de la educación integral en sexualidad, porque el imperio de la costumbre produce el efecto de la obediencia a los poderes establecidos. Y los poderes establecidos (la Asamblea Nacional, el Ejecutivo y la Corte Suprema) cedieron ante el poder de la turba. La oclocracia o gobierno de la muchedumbre es una de las formas de degeneración de la democracia, del mismo modo que la monarquía puede degenerar en tiranía o la aristocracia en oligarquía.
Mientras que la democracia es el “gobierno del pueblo” que con la voluntad general legitima al poder estatal, la oclocracia es el «gobierno de la muchedumbre». Es decir, la muchedumbre, masa o gentío, a la hora de abordar asuntos políticos, presenta una voluntad viciada, confundida e irracional, por lo que carece de capacidad de autogobierno y por ende, no conserva los requisitos necesarios para ser considerada como pueblo. Ejemplo de esto son los antivacunas y la desinformación irracional que pregonaban.
No es posible abordar el Derecho a la Vida desvinculado del Derecho a la Salud y a una vida digna. Los Derechos Humanos son indivisibles y no puede prescindirse de ninguno de ellos, así como ninguno se puede disfrutar a costa de otro. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha manifestado que el Derecho a la vida no sólo presupone que nadie puede ser privado arbitrariamente de su vida, sino también el derecho a vivir en condiciones dignas, derecho que se les niega a niñas y adolescentes forzadas a la maternidad. Esto es una forma de violencia institucional, ejercida por funcionarios de cualquier institución pública, con el fin de retardar, obstaculizar o impedir que las mujeres puedan ejercer los derechos previstos en la ley. Panamá presenta enormes deficiencias en cuanto a acceso a la información, educación sexual integral y conocimiento de la ley por parte de la población en general.