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Las lecciones detrás de un ajusticiamiento
- 25/01/2023 00:00
- 25/01/2023 00:00
El hallazgo de la cabeza de un ser humano, que un perro sostenía en el hocico y que luego abandonó en una vereda del sector de La Providencia, corregimiento de Belisario Porras, en San Miguelito, no solo es un hecho macabro sino también un mal síntoma de la sociedad. Un asesinato al estilo de los carteles mexicanos y colombianos donde el narcotráfico ha alcanzado niveles impresionantes.
Las imágenes del asesinato circulaban en redes sociales. En una habitación, amordazado y atado de manos y pies, aparece la víctima, en un video. ¿Cómo te llamas? Le pregunta uno de los captores: “Yeyín”, respondió entre dientes, con su apodo. Aunque su nombre era Luis Ariel Moreno Ramírez. Tenía 18 años. Vestía jeans rotoS, zapatillas y suéter negro (Polo Club), cuando fue asesinado.
¡Está entero todavía!, continúo el criminal que lo apresaba. En otro video aparece en un herbazal, el mismo cuerpo, pero sin cabeza. Del tronco, manaba sangre. El hecho estaba consumado. “Era un berraco compa...”, dijo, sin aparente arrepentimiento, otro de los criminales.
La cabeza de “Yeyín” había sido colocada en una bolsa y abandonada frente al negocio del tío. Pero un perro empezó a olfatear, la sacó y la expuso al público.
El crimen obedece a una “ejecución por venganza” por una falla en un negocio criminal, que haya cometido un pariente o un familiar cercano a la víctima, explicó Marco Aurelio Álvarez, criminólogo.
El propósito del “ajusticiamiento por venganza” es sufrir y hacer sufrir a la familia que está enredada en el negocio en contra de una organización criminal. El mensaje es: “ahora vamos por tu cabeza”. El mecanismo de la muerte es “muy cruel” porque hubo saña, alevosía y premeditación para la consumación del delito, concluyó Álvarez.
El criminólogo no parece estar alejado de la realidad. La muerte de “Yeyin” está relacionada con el crimen de un colombiano, al que se le vinculó con delitos de drogas. Al cuerpo de este hombre le cortaron los dedos de la mano. Y su cabeza fue encontrada en una bolsa, en cerro Patacón, en diciembre, explicó una fuente del Ministerio de Seguridad.
Criterio médico legal
Del asesinato, José Vicente Pachar, director de Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses (Imelcf), dijo que es una “mutilación criminal post mortem”. Ocurre cuando un individuo muere por un hecho traumático, por el uso de arma de fuego u otros objetos contundentes y, en donde se le corta en pedazos o se le decapita.
El tema, sin embargo, también tiene otro contexto. Se trata de rivalidades entre las pandillas. El crimen ocurre como un gesto de intimidación, amenaza a otro grupo criminal. Un mensaje que establece que “esto es lo que te va pasar si te metes conmigo”, dijo Pachar.
Este tipo de asesinatos no es nuevo. En Panamá ha habido cuerpos fragmentados desde hace años. De hecho, en un año hubo entre siete y ocho casos. Eran tiempos en los que el crimen organizado era aparentemente más agresivo. Ahora solo son dos casos –uno en diciembre y otro en enero –, concluyó Pachar.
Una amenaza e intimidación
Para el sociólogo Enoch Adames, el homicidio es evidentemente calculado. Está dirigido a crear una situación de terror y tensión en la sociedad, y en el narcotráfico contra quienes obstaculizan la producción y circulación de drogas o el blanqueo de capitales.
Estas son acciones, según Adames, que se repiten en México y Colombia donde el narcotráfico tiene una importante organización criminal con ramificaciones en la sociedad, política, economía, y aparato judicial.
Para el sociólogo y catedrático universitario Enoch Adames, el crimen envía un mensaje: uno que conlleva el significado de entrar en contracción o burlarse del crimen organizado, de la propia legalidad del narcotráfico. “Es una muestra de a dónde puede llegar el narcotráfico, de seguir creciendo en el país la impunidad”, concluyó Adames.