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La urbanización de La Explanada y el foso: los albores de la modernización de la ciudad de Panamá de fines del siglo XIX
- 27/08/2022 00:00
- 27/08/2022 00:00
La urbanización de La Explanada y el relleno del foso constituyeron el final de un proceso de transformación de la geografía social y el urbanismo de la ciudad capital. Este proceso duró un poco más de 50 años e incluyó la demolición progresiva de una parte de las murallas, nuevas medidas sanitarias, la consolidación de los bulevares que conectarían la ciudad de intramuros con el arrabal de Santa Ana, la reforma de los espacios públicos que cambian de desoladas plazas a parques ajardinados así como la dotación de agua y alcantarillado sanitario.
El foso, la puerta de tierra y el puente levadizo, junto con las murallas de la ciudad de Panamá conformaban elementos de un paisaje urbano que podría considerarse de una ciudad medieval.
Según indica el plano de Thomas Harrison de 1857, La Explanada tenía unos 32.743,11 m2 mientras que el foso 12.630 m2, ¼ parte aproximado de este conjunto. Durante el siglo XIX la sanidad pública era considerada uno de los principales problemas de la ciudad y la condición de los fosos era un reflejo de tal realidad. Las aguas, estancadas y en evaporación, contenían hierbas podridas así como materias fétidas y deletéreas. La Dirección de Obras Públicas realiza un trabajo en los desagües que corrían sobre la plaza del Triunfo y se vertían al mar. Estos fueron desviados hacia el foso, por medio de una cañería insuficiente, convirtiéndolo en dos grandes lagunas; una hacia al norte y la otra al sur de la prolongación de la calle San José, que los corta.
En 1879, un grupo de ciudadanos encabezados por Agustín Arias enviaron una nota al gobernador de la provincia sugiriendo que Panamá Railroad Company se encargara de demoler la escarpa y contraescarpa y desaguar el foso o cegar las dos lagunas que se habían formado, uniendo ambas por un caño abierto que se prolongase hasta la playa. A raíz de la necesidad del relleno y la imposibilidad financiera de cubrir este gasto, las autoridades permiten arrojar en el foso las basuras secas de la ciudad que no contengan materias en putrefacción; el resto de los desechos debían llevarse al crematorio. Sin embargo, ya habían sido arrojadas 7.000 carretadas (Star and Herald, enero de 1891). Un año después, en 1892, propietarios y vecinos alrededor de la calle San José envían nota solicitando la prohibición de tirar los desperdicios al foso debido a la amenaza de combustión y propagación de incendios.
La ubicación y preexistencia de La Explanada derivaron su uso como mercado y lugar de comercio. La demanda realizada por daños y perjuicios de Bernardo Andreve contra Panamá Railroad Company sobre la compra de los edificios de la carnicería y escuela de varones de San Felipe fue resuelta con el pago de $800 en vez de los $25.000 solicitados. La carnicería era utilizada por la municipalidad para la venta pública de carne que se daba al consumo. Luego, el Cabildo acordó que la carne se vendiese en la plaza occidental de La Explanada y se alquilara el edificio.
Esta era la plaza donde los agricultores vendían los productos que se introducían a la ciudad por tierra y los demás artículos que los buhoneros o los mercantiles llevan cada día desde las 5:00 a las 10:00 a.m.. Las casas particulares y la orilla del mar eran igualmente ocupadas por los negociantes de víveres para colocar y vender sus productos (Informe de Mateo Iturralde, senador del Estado de Panamá, al agente de bienes desamortizados de Colombia, mayo de 1866).
El traspaso a manos privadas de La Explanada y el foso, en posesión de Panamá Railroad Company a través de Tomas Cipriano de Mosquera y José Marcelino Hurtado, condicionó la expansión y organización del tejido urbano a fines del siglo XIX. El Gobierno Nacional vende una parcela de tierra en 1881 en la calle San Ramón, frente a la iglesia de la Merced, a Ramón Arias Feraud –comerciante dedicado a la importación de mantequilla y venta de materiales de construcción; luego cónsul en Chile– quien empieza a edificar una casa que ocasionó la disconformidad de H.A.Woods, superintendente de Panamá Railroad Company. En una carta pública, Woods reclama la posesión del bien al presidente del Estado Soberano de Panamá, Dámaso Cervera, y solicita la paralización de la obra y declarar nula y sin valor la venta realizada. El Ejecutivo buscó alternativas para subsanar la situación ofreciendo otro terreno a cambio. La compañía rechazó la oferta y propone el pago de $4.000 en oro de EE.UU. El representante de Panamá Railroad Company amenazó con acudir al cónsul de EE.UU. para la protección de los derechos y la utilización de la fuerza contra Arias-Feraud si continuaba la obra. Finalmente, el terreno aparece como vendido a Arias-Feraud en un plano oficial de PRC. Por otro lado, Tomas Cipriano de Mosquera mantuvo algunos lotes y se realizaron también ventas individuales a Felipe Aguilera en 1874, a Carolina Ardila y Manuela A. de Zubieta en 1883. Parcelación y urbanización de los lotes Panamá Railroad Company, realiza la subdivisión de La Explanada y foso en 1899, con el fin de alquilar los lotes para nuevas edificaciones. Divide la parcela en ocho secciones: A, B, C, D, E, F, G y H; unas manzanas que eran surcadas por los caminos coloniales preexistentes reconvertidos en bulevares que cortaron audazmente la tradicional cuadricula y conectaron el intramuros con el arrabal, creando una variedad espacial más amplia de forma de manzanas, especialmente triangular y rectángulos alargados. Los constantes incendios, particularmente los de 1894 y 1905, resultaron una amenaza para el negocio inmobiliario y el desarrollo del área. En la madrugada del 1 de febrero de 1905 un gran incendio en el hotel La Concordia, operado por los Sres. Silver y Peterson, acabó con la propiedad de Ramón Vallarino. El incendio redujo a cenizas la mayor parte de las edificaciones de madera de la sección E y otras secciones. En junio de 1907, W. G. Bierd, administrador general de Panamá Railroad Company, pone en alquiler el resto de los lotes; otorgando 15 años para las edificaciones de madera y 25 años para las edificaciones de ladrillo y concreto. La rata de alquiler era la siguiente: sección A (lotes 1-34, 37 y 37 bis: $0.15 centavos oro/m2), sección B (lotes 1-5,38-41: $0.15 centavos oro/m2), sección F (lotes 2-21: $0.30 centavos oro/m2) y la sección H (lotes 1-9: $0.30 centavos oro/m2). Algunos informes de lotes inscritos en el Registro Público de Panamá dan cuenta de la venta a propietarios privados en 1928 y 1929.
La urbanización de La Explanada fue uno de los primeros espacios para la expansión de la ciudad a través de la implementación, por primera vez, de un modelo rentista para una creciente población. La introducción del transporte público con el tranvía impulsa dicha expansión fuera del radio central y la apertura de las vías permite mejorar el tránsito de bienes y personas. Con edificios más seguros, de mayores alturas, usos mixtos y servicio de agua potable, dejando atrás una ciudad confinada por un sistema de fortificaciones para dar paso a un proceso de modernización que la harían más atractiva e higiénica en su entrada al siglo XX.