Integrantes de la caravana migrante en el estado de Chiapas, en el sur de México, denunciaron este jueves 21 de noviembre que las autoridades les bloquearon...
Contagios, medidas sanitarias y otros demonios de la covid-19
- 11/12/2020 00:00
- 11/12/2020 00:00
El problema número uno sigue siendo la falta de visión, porque tienen que rearmar los comités de salud a nivel nacional. Los comités no son simplemente para apoyar lo que el gobierno, a través del Ministerio de Salud, pueda idear de cómo aplicar, por ejemplo, la vacuna, sino que deben ser el mecanismo para generar conciencia en cada una de las comunidades sobre la grave situación para que la ciudadanía entienda el problema y cuál debe ser el comportamiento. Se acusa a los jóvenes; sin duda hay jóvenes y adultos irresponsables, pero tenemos un problema de falta de docencia y de cultura, que debemos cambiar con un trabajo constante que deben hacer los comités de salud. Para estas fechas, por ejemplo, los comités de salud deberían estar preparados para evitar que a ciertas comunidades puedan entrar ajenos al lugar, como consecuencia de los altos índices de contagios.
Con la apertura del aeropuerto de Tocumen se incrementó el problema. Es evidente que desde el primer día, a los casos que llegaron positivos pudieron darles seguimiento; no a todas las personas que entraron al país asintomáticas y positivas se les dio seguimiento, como tampoco es cierto que esas personas siguieron las recomendaciones. Entonces, ¿dónde empezó la segunda ola? Empezó en la capital y no en otra provincia del país como, por ejemplo, Chiriquí y Darién, porque a los casos que entraron por el aeropuerto de Tocumen no se les dio el tratamiento correcto de seguimiento, como la cuarentena obligatoria. Por complacer a las aerolíneas se abrió el aeropuerto, es cierto que la economía está golpeada, pero se confían mucho en que las personas presenten una prueba negativa del país de procedencia.
Las medidas se deben hacer en ambos niveles, tanto a nivel gubernamental como personal, pero no habrá buena repuesta a nivel personal si el país cuenta con personas analfabetas y un alto porcentaje de personas con baja escolaridad, lo que imposibilita la comprensión de estos fenómenos. Entonces, para eso es que son los comités de salud, para hacer docencia en la comunidad y que esta se convierte en guardiana de su estado de salud.
Evidentemente había que reactivar la economía, pero el problema es que el Ministerio de Salud no tenía un plan para manejar a los asintomáticos y eso se evidenció. Pensaron que no iba a entrar ninguno y desde el primer día entraron y no cumplieron las medidas de bioseguridad para el resto de la población.
El sistema de salud mal que bien ha dado una repuesta. Seguimos siendo uno de los países con letalidad baja, lo que quiere decir que el personal de salud y las instalaciones sanitarias, tanto del Minsa como de la Caja de Seguro Social, han estado aplicando las medidas correctas, pero no será siempre. O tomamos una decisión firme de cómo armar a la comunidad o esto, en algún momento, se nos va a salir de las manos.
El Minsa trata de contener los contagios a través de respuestas técnicas válidas, pero que no toman en cuenta los factores socioculturales de los diferentes grupos que componen Panamá. La situación es preocupante, por la alta mortalidad registrada, ya que a pesar de toda la dedicación de médicos, enfermeras y equipo de salud en general, no se conoce todavía un tratamiento eficaz, cuando las camas en cuidados intensivos y los insumos se agotan. El público no responde por diferentes razones que no han sido analizadas, sino descalificadas de entrada, y las soluciones represivas son percibidas como las más rápidas y efectivas.
Como decía anteriormente, la falta de inclusión de sociólogos, psicólogos sociales, y de coordinación con el sector económico desde el inicio, no ha permitido integrar las respuestas técnicas a la situación sociocultural. La alta credibilidad que el Minsa tenía al inicio de la pandemia ha sido vulnerada por acciones de las diferentes instancias políticas. La desconfianza del público ha facilitado el abandono de las medidas higiénicas propuestas por el Minsa. Por otra parte, la pérdida de empleo y la necesidad de compensarla con trabajos informales aumenta los contactos entre las personas. La reapertura de actividades comerciales facilita estos contactos.
Si partimos de que la familia panameña es extensa: abuelos, tías, primos alrededor de cada familia nuclear (padres-hijos), y que el reencuentro en los pueblos del interior es una tradición, es necesario pensar cómo respetar las medidas de distanciamiento físico y el uso de mascarillas en estas condiciones, para evitar un confinamiento total que repercuta en la salud mental de las personas. Sin contar la necesidad de ollas comunes entre familias-vecinos para compartir gastos y el acceso al agua para el lavado de manos. Es necesario consultar a especialistas (desde arquitectos hasta representantes y madres de familias) lo más pronto posible. Puede ser necesario confinar, pero deben darse las explicaciones detalladas en un lenguaje claro.
La gente perdió el empleo y muchos no lo han recuperado. El agro estuvo paralizado y los índices de malnutrición han aumentado en los más vulnerables, según cifras oficiales. El trabajo es necesario tanto para la economía-país, como para la salud mental y la dignidad humana. Es un derecho humano. Cuando se habla de economía, tenemos que definir qué es lo que se incluye en ella, y establecer las necesidades humanas inmediatas: cadena de abastecimiento de alimentos, reparación de escuelas, carreteras, dotación de agua potable, permanencia del Canal, electricidad, etc., e inscribir las demás medidas en un desarrollo sostenible y ecológico (valga la redundancia).
El sistema de salud ha respondido rápida y coordinadamente a la urgencia de la crisis. El personal de salud ha dado todo su empeño, sin miedo de perder la vida. Sin embargo, el sistema ha sufrido de un arrastre de más de treinta años de abandono a la atención primaria, a la educación en salud, a la organización de la comunidad alrededor del centro de salud y a las escuelas, sin contar la pérdida de confianza en las instituciones públicas por la corrupción y los conflictos de intereses con la empresa privada.