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Los problemas de las cadenas de suministros y Panamá
- 05/07/2020 00:00
- 05/07/2020 00:00
Los sectores que tradicionalmente han dominado la formulación y aplicación de la política económica del país, parecen estar pensando en una rápida recuperación una vez superada la pandemia. En realidad, visualizan esta última, para usar el concepto de Nassin Taleb, como una especie de “cisne negro”, un choque temporal, que cuando desaparezca permitiría volver a los “negocios como de costumbre”. Se trata de un visión miope que, aferrada a un modelo agotado, no es capaz de tomar en cuenta algunos importantes acontecimientos que se vienen desarrollando en el espacio de las relaciones económicas internacionales.
Se puede partir señalando que, tal como hemos destacado en otros artículos, la capacidad del comercio exterior de dinamizar las economías ha venido declinando. Es así como, de acuerdo con la Cepal, la elasticidad del comercio exterior global con respecto al PIB (que muestra en qué porcentaje crece el primero cada vez que el segundo crece en 1%) alcanzó un muy alto nivel de 1,88 entre 1997 y 2006, para luego caer hasta 0,96 en el periodo 2011-2018. Una de las explicaciones de esta situación la destaca Dalia Marin en su artículo titulado “Las consecuencias económicas de una alteración de las cadenas de suministros”, donde argumenta que entre 1990 a 2008 el desarrollo de las cadenas de suministros explica entre el 60% y el 70% el crecimiento del comercio exterior, mientras que diez años después este proceso se ha estancado, y en algunos casos, retrocedido.
Por otra parte, aparecen las causas políticas que amenazan con trastocar las cadenas de suministros a nivel internacional. En este caso se deben mencionar las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China. No es casual que, en un reciente documento presidencial estadounidense, publicado bajo el título de “United States Approach to the People's Republic of China”, se afirme que existe la decisión de elevar más los aranceles a las importaciones de China, si ese país no se ajusta a las exigencias estadounidenses.
Más aún, Steven Mnunchin, secretario del Tesoro estadounidense, ha venido insistiendo en la posibilidad de un proceso de desacoplamiento con China. En una posición todavía más radical Peter Navarro, asesor de la Casa Blanca para el Comercio Internacional, recientemente declaró que el acuerdo comercial con China “ha terminado”, justificando esta posición en base a una supuesta actuación de China que, según él, no hizo sonar a tiempo la alarma frente al nuevo coronavirus.
Es conveniente señalar que la idea de la competencia estratégica de Estados Unidos con China, si bien puede tomar una forma menos estridente en el caso de un eventual gobierno del Partido Demócrata, la misma no va a desaparecer. Es por esto por lo que Michael T. Klare, en un ensayo titulado “La nueva guerra fría entre EE.UU contra China”, llama la atención de que actualmente “los demócratas y los republicanos están trabajando juntos para diseñar duras sanciones contra los chinos”.
Se trata de una situación difícil para Panamá, recordando que Estados Unidos y China son los principales usuarios del Canal. A lo que se debe añadir que China es, además, el principal proveedor de la Zona Libre de Colón.
En el caso de Europa, para seguir con el tema, Mark Leonard, en un artículo titulado “El fin del sueño chino de Europa”, asevera que se “ha desarrollado un nuevo debate al interior de Europa sobre la necesidad de una mayor “diversificación de la cadena de suministros y, por ende, de una desvinculación controlada de China”. En este caso se estaría apuntando a elevar la participación de Europa del Este y África. Se trata, vale la pena advertir, de una tendencia que puede desarrollarse más en el futuro.
A lo anterior se debe sumar el hecho de que el impacto de la covid-19 sobre las cadenas productivas que se originan en China, ha llevado a que muchas empresas estén pensando en diversificar sus cadenas productivas, lo que genera incertidumbre sobre cómo va a cambiar la estructura espacial de las mismas y sobre cuál será su impacto sobre nuestro país. En todo caso se trata de un proceso que ha llevado a que el Banco Mundial, en su Economic Prospects de junio de este año, advierta de que “las cadenas de producción y arreglos de trabajos en muchas industrias pueden pasar por reconfiguraciones costosas”.
En su trabajo “Here's how supply chains wil change after covid-19”, Jesse Lin y Cristian Lanng prevén que una parte de la producción se podría estar moviendo hacia Vietnam, India, y, lo que es interesante para Panamá como centro logístico, hacia México.
Otro factor que, desde luego, juega en el mismo sentido es la posibilidad de devolver parte de la producción hacia los países más desarrollados (reshoring), entendiendo que esta tendencia estaría sostenida en las posibilidades de la automatización, la que permite costos de producción relativamente bajos, sin tener que seguir recurriendo a mano de obra extremadamente barata.
Un ejemplo de la posible intensidad de problemas con las cadenas de abastecimiento se puede observar en el resultado de una reciente encuesta empresarial realizada en Estados Unidos, la que ha sido comentada por John Bellamy Foster e Intan Suwandi, al referirse a lo que consideran “crisis ecológicas-epidemiológicas-económicas”. En esta encuesta se evidenció que dos tercios de los ejecutivos encuestados en todas las industrias habían movido o estaban considerando mudar sus operaciones de China a México.
Si bien es cierto que Foster y Suwandi afirman que el desacoplamiento, dada la complejidad de las cadenas de suministros, no es un proceso para nada fácil, esto no es un impedimento para que la literatura conservadora estadounidense se plantee su posibilidad real. Es así como en un artículo reciente escrito por Henry Farrel para la revista Foreing Affairs, propone que en términos de las cadenas de suministros: “en lugar de desacoplamiento, Estados Unidos debería, entonces, pensar en reacoplamiento en formas que las haga menos vulnerables a los accidentes o ataques. Hacer esto correctamente, sin embargo, requiere que los hacedores estadounidenses de políticas desarrollen todo un nuevo cuerpo de experticia”.
A final de cuentas, nos encontramos frente a un fenómeno importante, el cual debe ser tomado en consideración en el diseño de las políticas económicas del país. Además, no se trata del único cambio estructural en ciernes en el espacio económico internacional que puede afectar a nuestro país. No es inadecuado, entonces, dedicar atención a las posibles fuentes internas para el desarrollo.
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