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- 24/06/2017 02:02
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Un año después del voto por el ‘brexit' lo único cierto sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) es la incertidumbre, aunque el Gobierno británico ha suavizado sus exigencias tras perder la mayoría absoluta en las elecciones.
Después de aquel 23 de junio de 2016, cuando un 52% frente a un 48% de los británicos votó a favor de abandonar la UE, la primera ministra, la conservadora Theresa May, repitió hasta aburrir que ‘brexit significa brexit' —una frase que hoy es un enigma— y que era mejor no llegar a un acuerdo con Bruselas que ‘tener uno malo'.
A expensas de alcanzar el consenso con el Partido Unionista Demócrata de Irlanda del Norte para gobernar en minoría y en liza con los proeuropeos y euroescépticos del Partido Conservador, May ha rebajado su tono y se desliza suavemente hacia un ‘brexit blando'.
Dispuesta primero a dejar el mercado único para controlar la inmigración, la primera ministra promete ahora ‘humildad' para suscribir un pacto que ‘funcione para todo el Reino Unido' y que ‘cuente con el máximo apoyo ciudadano', al tiempo que varios de sus ministros abogan por la permanencia en la unión aduanera.
May dio ayer un primer paso en esta dirección al anunciar ante los líderes del bloque comunitario que el Reino Unido reconocerá los derechos de los europeos con cinco años de residencia.
Ese espíritu de apertura fue una de las bazas que arrastró votos para el líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, quien quiere que el acuerdo final de salida se someta a votación parlamentaria, algo no bien visto por May ante el escenario complejo que tiene en el hemiciclo.