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La transformación de la administración pública a través de la gestión por resultados
- 06/09/2023 00:00
- 06/09/2023 00:00
Administrar es gobernar, por ende, administrar bien es gobernar bien. Nuestro país tiene serios desafíos y dificultades en materia de administración pública, uno de ellos es que no gestionamos con base en resultados, sino a ejecución presupuestaria, por lo cual la gestión pública en Panamá no se enfoca en la medición de resultados y el logro de objetivos específicos.
La administración pública desempeña un papel fundamental en cualquier sociedad organizada, ha existido en todas las sociedades desde “la casta gobernante de los grandes despotismos orientales de Egipto, Mesopotamia, la India y China, y las élites gobernantes de muchos países, desde Tailandia hasta Mesoamérica” (Kamenka y Krygier).
La sociedad occidental ha sido testigo de una evolución histórica en la forma como se administran los Estados modernos. En la segunda mitad del siglo pasado los gobiernos adoptaron el modelo weberiano, la llamada administración burocrática formulada por el sociólogo Max Weber, que introdujo principios de eficiencia, especialización y profesionalismo en la gestión gubernamental.
Este enfoque se basaba en la jerarquía, la división del trabajo y la objetividad, todo dentro de un concepto clave: La burocracia.
Dentro de su teoría de la burocracia, Weber aportó importantes principios a la administración pública que fueron y siguen siendo cardinales, enfatizó la importancia de la legalidad, es decir, que las decisiones y acciones del gobierno se ejecutaran de acuerdo con la ley, y desarrolló los fundamentos de la “ética de la responsabilidad” de los funcionarios.
La burocracia significaba para el genio Weber, la alternativa al desorden, al nepotismo y la ineficiencia de los nacientes Estados modernos.
Él la concibe como “un tipo de poder que se ejerce desde el Estado, y que está llamado, desde el punto de vista técnico, a lograr el grado más alto de eficiencia, en tanto es el medio formal y racional capaz de aportar mecanismos eficaces de control de la gestión administrativa.
Esta hace posible que se puedan planificar y cumplir los resultados de la organización, porque es estable, precisa y disciplinada en la ejecución de las tareas y los procesos administrativos” (Montero).
Tuvimos que esperar hasta la década de 1970 para que se dieran las primeras muestras de crisis del modelo burocrático producto del “avance y desarrollo en las tecnologías de información y el aceleramiento productivo en el mundo, (ante lo cual), se reconstituyen las críticas y se da paso al debate de su efectividad” (Monje Reyes).
La administración pública se ha convertido en un campo académico en constante evolución y en un componente esencial de la gestión gubernamental, lo cual es comprensible desde la perspectiva de que administrar es gobernar.
En la década de 1980 surge un enfoque transformador llamado “Nueva gestión pública” (NGP), que buscaba introducir principios de gestión empresarial en el sector público.
La NGP introduce varios cambios, se reconoció la importancia de satisfacer las necesidades de los ciudadanos a quienes se les concebía como “clientes”; se abrió la puerta a la contratación de servicios externos y la colaboración o asociación público-privada para aumentar la eficiencia y la reducción de costos y se introdujeron sistemas de incentivos y recompensas para los buenos funcionarios, entre otros aportes.
El advenimiento de la tecnología de la información y la comunicación (TIC) ha tenido un impacto revolucionario en la gestión pública en el siglo XXI. La digitalización de los procesos gubernamentales ha transformado la forma en que se prestan los servicios públicos y se interactúa con los ciudadanos.
Las TIC llevaron a la administración pública a adoptar transformaciones como del E- gobierno con el fin de mejorar la prestación de servicios gubernamentales, la interacción entre el gobierno y los ciudadanos y las operaciones internas de colaboración dentro del gobierno.
También se adoptaron medidas para la utilización de modelos de big data para manejar grandes volúmenes de datos y mejorar la capacidad de los gobiernos para tomar decisiones basadas en evidencia y prever tendencias.
En el ámbito local la administración pública tiene enormes retos y desafíos, nuestra administración pública aún está orientada por una “gestión por insumos” o “gestión basada en cumplimiento de ejecución presupuestaria”, es decir, se centra en la asignación de recursos, el cumplimiento de procedimientos y la ejecución de actividades.
La rendición de cuentas dentro de nuestro modelo actual de gestión suele estar más centrada en el cumplimiento de normas y procedimientos administrativos. El énfasis está en seguir las reglas y regulaciones, independientemente de los resultados alcanzados.
La gestión por resultados es un enfoque de administración pública que nos ayudará a construir el país desarrollado que todos deseamos.
Robert Behn, profesor de políticas públicas en la Universidad de Harvard, describe la gestión por resultados como “el proceso de administrar el gobierno con el propósito de asegurar la consecución de resultados deseables”.
En Reforma de la gestión pública: Un análisis comparativo, uno de los textos académicos más importantes en el estudio de las políticas públicas y la gestión del Estado, los autores sostienen que la gestión por resultados se trata de "la gestión sistemática y deliberada de los sistemas y procedimientos a través de los cuales los gobiernos obtienen, evalúan y utilizan información sobre lo que están haciendo” (Pollit, Bouckaert).
La gestión por resultados puede definirse como un modelo que propone la administración de los recursos públicos centrada en el cumplimiento de las acciones estratégicas definidas en el plan de gobierno, en un período de tiempo determinado (Makon).
En contraste con el enfoque de gestión que se utiliza actualmente, que se centra en la ejecución presupuestaria y el cumplimiento de actividades, la gestión pública por resultados busca establecer una serie de indicadores que responden a las preguntas de: ¿Qué resultados se esperan alcanzar? ¿Cómo se medirán estos resultados? ¿Cuál es la estrategia para ejecutar estos resultados? ¿Qué datos hacen falta para poder tomar decisiones coherentes?
Esto requiere definir las metas y objetivos de forma clara y tener un plan de seguimiento y monitoreo de estas tareas, se promueve la medición constante de los resultados, utilizando indicadores cuantitativos y cualitativos, implica la asignación clara de responsabilidades y la rendición de cuentas por parte de los funcionarios.
La transparencia en la gestión de recursos y resultados es esencial para ganar la confianza de los ciudadanos. También es importante incorporar a los ciudadanos en la definición de estos objetivos y en la evaluación de los resultados.
Dentro de un modelo de gestión por resultados se deben establecer indicadores de desempeño; estos indicadores deben ser específicos, medibles, alcanzables, relevantes y oportunos (conocidos como indicadores SMART), también se debe desarrollar un sistema para recopilar datos relevantes y monitorear el desempeño de manera constante.
En este enfoque es importante maximizar la eficiencia en el uso de los recursos públicos, lo que implica evaluar constantemente la relación costo-beneficio de las acciones gubernamentales y buscar formas de hacer más con menos. La gestión por resultados también implica explicar cómo se están utilizando los recursos públicos para lograr los resultados deseados.
Como podemos observar, esto es la forma de generar confianza en el gobierno y garantizar que los ciudadanos entiendan cómo se están beneficiando de los programas y políticas implementadas.
Los ciudadanos del nuevo milenio están interesados en que sus gobiernos resuelvan sus necesidades, pero que lo hagan de forma honrada, con indicadores claros de su gestión.
A los políticos tradicionales les cuesta comprender que se deben a los ciudadanos a quienes representan, es por eso que la transición de un enfoque tradicional de gestión a uno centrado en resultados puede requerir un cambio cultural significativo en la administración pública, empero no hacerlo es pretender gobernar el país con el casete de betamax de los años 90, en vez de hacer uso de la nanotecnología del nuevo milenio.