Opositores prevén más represión en Nicaragua con la reactivación del Ministerio del Interior

Actualizado
  • 30/12/2023 09:41
Creado
  • 30/12/2023 09:41
El dirigente opositor Juan Sebastián Chamorro dijo en una declaración que Ortega vive “preso del pasado” y que al revivir el Ministerio del Interior, revive “las tenebrosas prácticas represivas” de la década de 1980

Activistas y opositores nicaragüenses en el exilio prevén un aumento de la “represión” en Nicaragua con la reactivación del Ministerio de Interior, que tendrá entre sus funciones “prevenir, neutralizar y terminar con cualquier actividad encaminada a destruir o menoscabar el orden constitucional y la institucionalidad del país, establecidos por la Revolución”.

“Con la reactivación del temido y sanguinario Ministerio de Interior se inicia una nueva etapa de violaciones graves a los derechos humanos de los nicaragüenses”, valoró el defensor de los derechos humanos Álvaro Leiva Sánchez.

El también secretario ejecutivo de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (Anpdh), que fue despojado de su nacionalidad, consideró en un mensaje que los nicaragüenses “retornamos aceleradamente a la “gran noche oscura” denominada por San Juan Pablo II”, que es como Su Santidad se refirió al primer Gobierno sandinista (1979-1990).

La Asamblea Nacional (Parlamento), controlada por el oficialismo, aprobó el jueves con carácter urgente la “Ley que establece las funciones y estructura del Ministerio del Interior”, que tendrá las mismas labores que la cartera que funcionó durante la guerra civil que se vivió en Nicaragua en la década de 1980.

La cartera del Interior, fundada en 1979, que estaba a cargo de la seguridad del Estado y de la Dirección Quinta -encargada de la contrainteligencia, infiltración y operaciones en el extranjero-, ejerció un férreo control contra a opositores, religiosos, empresarios, periodistas, activistas de derechos humanos y críticos durante el primer Gobierno sandinista.

Según la plataforma digital Confidencial, esa cartera “se encargó de espiar, perseguir, encarcelar y asesinar a los considerados enemigos de la revolución”.

Opositor: Ortega ejecuta una estratega de guerra

El dirigente opositor desnacionalizado Juan Sebastián Chamorro dijo en una declaración que Ortega vive “preso del pasado” y que al revivir el Ministerio del Interior, revive “las tenebrosas prácticas represivas” de la década de 1980.

Para el disidente sandinista Enrique Sáenz, el restablecimiento del Ministerio del Interior significa que Ortega, que retornó al poder en 2007, “ejecuta una estrategia de guerra para imponer su dinastía” familiar en medio de la crisis que vive el país desde abril de 2018.

No obstante, para la legendaria guerrillera sandinista desnacionalizada Dora María Téllez, “Ortega quiere hacernos creer que ese Ministerio del Interior es un instrumento poderoso de represión”, pero, a su juicio, se trata de propaganda “para sus filas de adeptos angustiados por el debilitamiento del régimen. ¿Qué más podrían hacer que no han hecho?”, razonó.

Maradiaga: Es una visión estalinista

El dirigente opositor desnacionalizado Félix Maradiaga coincidió en que nada de lo que establece esa ley es nuevo, porque “el régimen de los Ortega Murillo desde hace años viene implementando esas medidas de hecho, aunque aún no las hubiese plasmado en ninguna ley”.

“Desde que Ortega regresó al poder en 2007 se ha empecinado en convertir a la Policía Nacional nuevamente en una policía sandinista. Al igual que es en Cuba, Corea del Norte o China, todo aquel que no se define como sandinista es un potencial enemigo de la revolución y, por tanto, corre riesgo de ser sujeto de las medidas represivas del Ministerio del Interior”, argumentó Maradiaga en un escrito.

A su juicio, Ortega pretende convertir el Ministerio del Interior “en una policía secreta a la manera de las desaparecidas Stasi alemana o la KGB soviética”.

“Bajo esa lógica, cualquier ciudadano nicaragüense podría ser visto como agente de un poder foráneo. En consecuencia, el Ministerio del Interior y sus órganos represivos podrían tratar a cualquiera como un enemigo de la revolución, que equivale a ser enemigo público del Estado. Una visión sin duda estalinista”, planteó.

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