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Exclusiones de EE.UU. para la Cumbre de las Américas podría comprometer la participación del Caribe
- 06/05/2022 00:00
- 06/05/2022 00:00
La decisión de Estados Unidos de excluir a Cuba, Venezuela y Nicaragua de la Cumbre de la Américas ha enrarecido en la región el ambiente político previo al evento, llegando incluso algunos países del Caribe a plantearse no asistir.
El pasado 27 de abril trascendió entre la prensa internacional que Washington no enviaría invitaciones a naciones que considera “autoritarias”, una decisión confirmada este lunes por Brian Nichols, subsecretario estadounidense para América Latina y el Caribe.
“Cuba, Nicaragua y el régimen de (Nicolás) Maduro no respetan la Carta Democrática de las Américas y por lo tanto no espero su presencia”, zanjó el asunto Nichols, a tono con la política del presidente Joe Biden de arreciar las sanciones contra estos países que califica como “antidemocráticos”.
Tras conocerse la noticia, tanto Managua como La Habana y Caracas cuestionaron duramente la decisión.
“Queremos una Cumbre de las Américas y no una cumbre de EE.UU. y sus Estados selectivos (...) los grandes retos de la humanidad no se solucionan mediante la confrontación y la violencia, sino mediante la solidaridad y la cooperación”, denunció el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel.
Pero el malestar por la decisión unilateral de Washington no ha quedado solo entre los países excluidos, sino que empieza a tomar fuerza entre las naciones del Caribe, así lo reveló el pasado jueves el embajador de Antigua y Barbuda, Ronald Sanders, durante una conferencia de la Caribbean Policy Consortium.
“La Cumbre de las Américas está en peligro (...) si Estados Unidos insiste en no invitar a Cuba a este encuentro, esto causará que inmediatamente 14 países del Caricom (Comunidad del Caribe) no participen. Eso significa que no tendremos una Cumbre de las Américas que sea significativa”, subrayó Sanders.
El diplomático trinitense incluso mencionó que la posible presencia del opositor antichavista Juan Guaidó –autoproclamado “presidente” de Venezuela– podría provocar la no participación de varios países del Caricom, porque este carece de poder de decisión sobre la nación petrolera, que actualmente tiene amplios vínculos comerciales con las naciones de la organización caribeña, especialmente en materia de energía.
“Hace unas semanas, en medio de la crisis del petróleo provocada por la invasión rusa a Ucrania y la sanciones que le siguieron, el Gobierno de Estados Unidos buscaba hablar con Nicolás Maduro en Caracas. Ellos no buscaron hablar con Juan Guaidó (...) (que) es incapaz de entregar nada en nombre de Venezuela”, indicó Sanders.
A la fecha Washington –que desconoce el gobierno de Maduro– no ha confirmado si Guaidó será invitado a la cita continental.
Lo planteado por Sanders se sumaría a las protestas de otros países de la región. El primer ministro de Dominica, Roosevelt Skerrit, condenó la medida y adelantó la posibilidad de que el Caricom actúe en bloque –de excluirse a Cuba–, que asiste a la cumbre desde la quinta edición en Panamá en 2015.
Aunque históricamente el Caribe ha estado bajo la influencia de Estados Unidos y el Reino Unido, en los últimos años Caracas y La Habana han intensificado sus vínculos económicos y políticos con los países del Caricom. Una diplomacia “que no ha hecho mucho ruido” y que explica en parte una posible respuesta conjunta, dijo la internacionalista y catedrática de la Universidad de Panamá Briseida Allard. “Un ejemplo de esto sería el rechazo unánime al bloqueo estadounidense a Cuba”, destaca la docente al ser consultada por 'La Decana'.
A partir de 2003, Venezuela estrechó la relación con los miembros del Caricom por vías de proyectos como Petrocaribe, que facilitaba entre otras cosas la compra de crudo venezolano a precios accesibles. En tanto que La Habana también lleva décadas desarrollado amplios programas de cooperación y el despliegue de brigadas médicas, que han sido bien recibidos por las naciones caribeñas. Un periodo que coincidió con el repliegue de Washington en la región, más bien enfocado entonces en el Medio Oriente y las guerras de Irak y Afganistán.
“EE.UU. ha mermado su capacidad de influir en la política regional como resultado de sus propias acciones. Además, a los países del Caricom les preocupa que la política exterior de EE.UU. en otras partes del mundo, por ejemplo contra Rusia, podría afectar al Caribe al impulsar sanciones contra aliados de Moscú en la región”, reflexiona Allard.
De acuerdo con la internacionalista, programas como Petrocaribe, que son vitales para naciones pequeñas como las caribeñas –y para las cuales EE.UU. no tiene ninguna alternativa– se verían afectadas con más agresiones económicas sobre Caracas o Cuba.
Para Allard, es muy probable que Washington trate –en la Cumbre de las Américas– de encuadrar a la región en torno a su disputa con Moscú por la invasión a Ucrania. “Convertir la cumbre en un bastión contra Rusia u otros Estados de la región, es algo que la dirigencia política caribeña maneja con mucho cuidado”, señala.
Una tarea compleja que ya cosechó su primer revés en Panamá tras la reunión de cancilleres de Centroamérica y el Caribe, cuya declaración final no consiguió una condena abierta contra Moscú pese a tener la presencia del alto representante de la Unión Europea, Josep Borrell.
En opinión de Allard, el respaldo del Caribe –con sus votos– es importante para EE.UU. que buscará algún posicionamiento conjunto.
Otros países como Bolivia, Argentina y México –dos de las economías más grandes de la región– rechazaron la exclusión planteada para la cumbre, la segunda organizada por Estados Unidos desde la de Miami de 1994.
La cumbre se celebrará en la ciudad de Los Ángeles (California) del 6 al 10 de junio; se espera que en el encuentro también se discuta y se tomen acciones sobre la crisis migratoria en el continente.