Un viaje al pasado: cómo el Ferrocarril Nacional transformó la vida en Chiriquí

  • 22/04/2025 10:12
En cada hogar chiricano hay una historia que contar relacionada con el “motor”.

“Este ferrocarril, inaugurado en los primeros doce años de nuestra existencia como República, simboliza un esfuerzo gigantesco. Si esto es posible en nuestra juventud como nación, ¿qué no lograremos en nuestra madurez? Este ferrocarril representa un paso firme hacia el progreso, capaz de igualar las proezas de los héroes de la mitología griega.” Este es un párrafo del discurso dado el 22 de abril de 1916 por el presidente Belisario Porras Barahona, al inaugurar el Ferrocarril Nacional de Chiriquí.

Ese acontecimiento memorable se dio casi 60 años después de que otras mentes visionarias pusieran en debate la necesidad de caminos de rieles por tierras chiricanas.

De acuerdo con las investigaciones de Daniel Samudio, en su tesis “El ferrocarril nacional de Chiriquí: su historia, infraestructura e influencia como factor socioeconómico en la provincia, desde 1916 a 1997”, a las 8:00 de la mañana de un día como hoy llegó la nave El Panamá al muelle de Pedregal, en ese entonces la principal puerta de entrada a la provincia. Según las descripciones de la prensa de la época, tanto la nave como los carros-motores estaban adornados con los colores nacionales. La comitiva tomó carretas y trenes rumbo a la estación de David, donde la población estaba lista para celebrar el hecho que daría un giro su dinámica económica y social.

Desde antes de la separación de Panamá de Colombia, a finales del siglo XIX, ya se había identificado a Boquete como una zona con gran potencial cafetalero, siendo este el motivo para explorar la construcción de un ferrocarril entre Boquete y el puerto de Pedregal, idea que, sin embargo, no prosperó.

Cabe destacar a Francisco María Calancha Guerra, representante ante el Congreso Granadino, quien ejecutó un proyecto carretero desde David hasta la Laguna de Chiriquí. De acuerdo con el periódico panameño El Deber, este político planteó que “el camino debía darse al servicio público cinco años después de firmado el contrato, establecer un camino provisional para herraduras dieciocho meses después, construir un camino de hierro si lo juzgase necesario para el tráfico, traer inmigrantes, dar al gobierno el 10 % del producto neto de la empresa y, transcurridos cincuenta años, traspasarle al gobierno el privilegio otorgado”.

Más atrás, por el año 1866, la Chiriquí Improvement Company logró un contrato con los Estados Unidos de Colombia para la implementación del servicio de vapores en el Atlántico y el Pacífico, junto a un ferrocarril interocéanico. Este último representaba una competencia para el ya existente Ferrocarril de Panamá, por lo que, entre otras razones, tampoco se pudo concretar la idea.

La construcción de un ferrocarril vino acompañada del progreso que le había sido limitado a la lejana provincia. El impacto en la economía local se vio reflejado a partir de todos los servicios y empleos que se generaron desde su construcción y puesta en marcha. “Los empleados y servicios prestados por las actividades de la empresa ferroviaria generaban miles de balboas que eran luego invertidos en la economía local”, reseña Samudio en su investigación.

Hubo un gran impacto en la promoción turística, ya que era una opción masiva, rápida y cómoda. La empresa ferroviaria tuvo la iniciativa de ajustar tarifas y horarios para ocasiones como carnavales, patronales y otras fiestas. Además, desde su inicio, también procuró incentivar la movilización de diversos productos, aplicando importes especiales, lo que estimuló a las fincas a incrementar su producción.

El Ferrocarril Nacional de Chiriquí impactó tanto en la economía formal como informal. Hubo una zona de auge que se produjo entre las poblaciones de David, La Concepción y Puerto Armuelles. En La Concepción se establecieron empresas generadoras de empleos, entre ellas jabonerías, lecherías, hoteles, restaurantes, barberías, sastrerías, panaderías, carpinterías, herrerías y talleres de mecánica.

También surgieron vendedores ambulantes en las estaciones. Por ejemplo, en Boquete los turistas eran esperados por niños del pueblo que estaban dispuestos a cargar sus maletas hasta el hotel, a cambio de dos reales.

A través de sus casi 50 estaciones, ‘el motor’, como también le llamaban, marcó la vida económica, social y cultural de Chiriquí, cuyo desarrollo actual es, en gran medida, el reflejo de esos impulsos que provocó la llegada del tren.

El ferrocarril no solo movió pasajeros y carga, movió el espíritu empresarial y emprendedor de los genes chiricanos. El sonido de su máquina, los relatos que se tejieron, las vidas que se dinamizaron, los nuevos productos que se conocieron, hasta la mejora en los alumbrados públicos, por mencionar algunos aspectos, siguen siendo parte de la memorabilia de individuos, familias e instituciones. En cada hogar chiricano hay una historia relacionada con ese tren puesto a andar hace 109 años.

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