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- 09/05/2021 00:00
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El 9 de mayo de 1945 a las 00:43 horas de Moscú se firmó el Acta de Rendición Incondicional de la Alemania nazi, poniendo fin a la Gran Guerra Patria. La Guerra de la Unión Soviética contra los invasores fascistas se convirtió en la parte más importante y definitoria de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el mayor conflicto militar en la historia de la humanidad.
La Gran Guerra Patria no sólo cambió el curso de la historia mundial, sino el destino de cientos de millones de personas y el mapa político internacional. Inclinando la cabeza en memoria de los que sacrificaron sus vidas en aras de la Victoria, es importante recordar que la URSS pagó el precio más alto para garantizar la paz y prosperidad en todo el mundo - más de 26 millones de pérdidas de vidas humanas. La Guerra dejó un rastro en la vida de cada ciudadano soviético. No había ni una sola familia que no hubiera perdido en el frente a su padre, hijo, hermano o marido. Cada uno realizó su hazaña en el frente o en la retaguardia, acercando el Día de la Gran Victoria.
Para los diplomáticos el 9 de mayo también es una razón para recordar que después del fin de la Guerra los países miembros de la coalición anti-Hitler crearon las Naciones Unidas. Precisamente las lecciones de esta terrible tragedia sentaron los cimientos del orden mundial contemporáneo y determinaron la necesidad de resolver todas las diferencias internacionales basándose en los principios del derecho internacional. Hoy más que nunca somos conscientes de la fragilidad del mundo y la importancia de estos valores eternos. El entendimiento de la amenaza común ante una ideología de odio y aborrecible del fascismo nazi ayudó a los Estados con diferentes modelos políticos y socioeconómicos a eliminar las contradicciones y consolidar sus esfuerzos. Un factor unificador fue la creencia de que la derrota de la Alemania hitleriana debería marcar el triunfo de la justicia y la victoria de la luz sobre la oscuridad.
Lamentablemente, hoy en día vemos los intentos de algunos países y fuerzas políticas de distorsionar el pasado y reescribir la historia de la Segunda Guerra Mundial para lograr sus objetivos inmediatos. En el centro de estos intentos se encuentra el deseo de minimizar y, a veces, nivelar la contribución de la Unión Soviética a la liberación de Europa y Asia del fascismo y culpar a la URSS por desencadenar la Guerra. Todo esto no puede dejar de provocar el sentimiento de rechazo justificado de los pueblos afectados por la lucha contra el régimen fascista.
Al mismo tiempo, en varios países del mundo han aumentado los casos de profanación y demolición de los monumentos a los héroes libertadores. Los intentos de deshacerse de los testimonios materiales de la Guerra son un camino directo hacia el olvido histórico.
Creo que todo esto nos demuestra una vez más que las lecciones de la Segunda Guerra Mundial siguen siendo pertinentes. La Federación de Rusia ve la necesidad prioritaria de preservar y fortalecer la seguridad internacional, luchar contra la intolerancia y xenofobia, abandonar la política de doble rasero. Como antes se subestimó la amenaza que representaba el régimen nazi, hoy algunas de las potencias tampoco son conscientes de los riesgos asociados con el apoyo a las organizaciones terroristas y los movimientos neofascistas modernos.
Actualmente la humanidad hizo frente, una vez más, a una amenaza mortal común, esta vez la pandemia del nuevo coronavirus. La experiencia de una cooperación sin precedentes en los años duros de la Segunda Guerra Mundial debe servir para todos un ejemplo de cordura y voluntad política para olvidar las diferencias y resolver juntos los problemas globales. Es nuestro deber sagrado con aquellos que han pagado con sangre y vida por salvar a la humanidad de los horrores de la «peste marrón».
¡Feliz Día de la Victoria!
Embajador de la Federación de Rusia