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- 15/04/2022 00:00
- 15/04/2022 00:00
Eva, de seis años, mueve sonriente su cuerpo frente al gran espejo de danza, bajo la mirada atenta de otros niñas ucranianas que tratan de imitarla. Todas asisten a una clase de ballet gratuita para refugiados ucranianos, una iniciativa del Teatro Nacional de Praga.
Una veintena de niñas ucranianas presentes en la sala, y también un varón, tratan de imitar los gráciles gestos de Eva, pero algunas terminan sentándose para observar.
"Mi hija y yo fuimos a ver el ballet de la Bella Durmiente en la ópera nacional (...) ¡Aprovechamos la ocasión!", declaró a la AFP Yulia Petronchak, la madre de Eva.
Esta profesora universitaria y su hija salieron de la ciudad de Leópolis, en el oeste de Ucrania, hacia Praga desde el primer día de la invasión, para escapar a las "alertas aéreas constantes". El padre de Eva se quedó en el país.
Mas de 4,7 millones de refugiados salieron de Ucrania desde el inicio de la invasión, el 24 de febrero, y unos 300.000 llegaron a la República Checa.
Como muchos niños que participan en los cursos, Eva no es una debutante: antes de partir de su país, ya frecuentó durante seis meses la escuela coreográfica de Leópolis.
- "La cuna de la danza clásica -
"Ya vi algunos talentos", declaró Jana Jodasova, de 59 años, exbailarina del Teatro Nacional con dos décadas de carrera a sus espaldas y que enseña ahora la danza clásica.
A comienzos del curso, ella ayudó a las bailarinas a escoger la ropa y las zapatillas de ballet. Los padres de los niños checos que asisten a los cursos regulares ofrecieron tres bolsas de material.
Las pequeñas bailarinas ucranianas ya vestidas se entrenan solas para hacer piruetas o prueban la solidez de las barras del estudio de danza.
La idea de los cursos le vino a Jodasova poco después del inicio de la invasión rusa, cuando miraba "los horrores" de la guerra por televisión.
"Rusia y Ucrania son la cuna de la danza clásica, allá la mayoría de los niños van a cursos de ballet al menos durante algún tiempo", indica a la AFP. "El ballet es algo que siempre practican".
Poco después se encontró frente a unas cien madres con sus niños que esperaban delante del edificio para inscribirse en el curso gratuito.
- "Brazos y piernas" -
Esta iniciativa forzó a Jodasova a recuperar sus conocimientos olvidados del ruso, la lengua impuesta a los checos y a otras naciones bajo el régimen comunista hasta 1989.
"Me comunico con los niños utilizando mis brazos y mis piernas y un ruso muy pobre. Pero siento que podemos comunicarmos", dice.
Cuando tiene dificultades, se dirige a Alisa Kolesnikova, de ocho años, nacida de padres rusos en Praga y que sigue los cursos regulares con los niños del barrio.
Alisa, que frecuenta la escuela de ballet desde hace tres años y desea convertirse en bailarina, se alegra de la ocasión que se le presenta para ayudara a los pequeños refugiados.
"Me gusta verdaderamente mostrar cosas a los niños, especialmente a los que comienzan", dice a la AFP la bailarina pelirroja y de ojos azules.
- Esperanza de regresar a Ucrania-
Vasilisa Malakutska, de cinco años, una de las más jóvenes que asiste al curso gratuito, no es tampoco una debutante.
"La llevé por primera vez a un curso de danza clásica cuando tenía cuatro años y no le gustó mucho, pero pienso que ahora sí es la oportunidad", confía su madre Ekaterina Malakutska, experta en marketing de Kiev.
Ella quisiera que su hija tuviera un carrera de bailarina, como la madre de la pequeña Eva.
"O bailarina o médica", dice Petronchak, aunque agrega que pese a que Eva está contenta del curso en Praga, su futuro sigue estando en Ucrania.
"La seguridad de la niña es fundamental. Pero si no hay alertas (antiaéreas) en Ucrania occidental (...) esperamos regresar los más pronto posible", asegura.