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Los minerales como el cobre, la clave de energías limpias
- 16/11/2021 00:00
- 16/11/2021 00:00
En el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26), cientos de organizaciones ecologistas exigen la implementación de las fuentes de energía renovables, para reducir la emisión de CO² y ayudar al planeta.
Pero aunque las intenciones de minimizar la huella de carbono son positivas, el planeta ya es 1,1 grado más cálido y los gases de efecto invernadero en 2030 doblarán el límite establecido en el Acuerdo de París (2 grados), según los informes de Climate Action Tracker y de la Agencia del Medio Ambiente de la ONU (Pnuma) citados por el diario El País.
Todo apunta a que la anhelada transición energética de fuentes fósiles a limpias se logrará mediante un mayor uso de minerales metálicos como el cobre. Así lo demuestra el estudio “Minerals for Climate Action: The Mineral Intensity of the Clean Energy Transition” (Minerales para la acción climática: El uso intensivo de los minerales en la transición hacia la energía limpia) del Banco Mundial (BM).
Con base en el informe del BM, las tecnologías de baja emisión de carbono o limpias, en particular la solar, eólica y geotérmica requieren de minerales como materia prima.
Según el BM, por ejemplo, la industria necesita 3,000 paneles solares para generar 1 megavatio (MW); esto significa que un proyecto de 200 MW de energía fotovoltaica podría ser tan grande como 550 campos de fútbol americano (Mathis y Eckhouse 2020).
En un escenario de 2 grados, la producción de minerales como grafito, litio y cobalto tendrá que aumentar significativamente en más de un 450% para 2050, con respecto a los niveles de 2018, para satisfacer la demanda de las tecnologías de almacenamiento de energía.
Del mismo reporte del BM se extrae que aunque la demanda de algunos minerales básicos, como el aluminio y el cobre, parece ser menor en términos porcentuales, sus cifras de producción absolutas son significativas: 103 millones de toneladas y 29 millones de toneladas para 2050, respectivamente. Estas proyecciones no incluyen la infraestructura asociada necesaria para apoyar el despliegue de estas tecnologías (por ejemplo, las líneas de transmisión) o las piezas físicas (como el chasis de los vehículos eléctricos de nueva construcción). Debido a la intensidad de materiales de las tecnologías de baja emisión de carbono, cualquier escasez potencial en el suministro de minerales podría afectar la velocidad y la escala a la que ciertas tecnologías pueden llegar a todo el mundo.
Estiman que las industrias requerirán más de 3,000 millones de toneladas de minerales y metales para la implementación de la energía eólica, solar y geotérmica, así como el almacenamiento de energía, para lograr una reducción de la temperatura por debajo de los 2 grados en el futuro.
La publicación destaca que algunos minerales, como el cobre y el molibdeno, se utilizarán en diversas tecnologías, mientras que otros, como el grafito y el litio, posiblemente sean necesarios solo para una única tecnología: el almacenamiento en baterías. Esto significa que cualquier cambio en la implementación de tecnologías de energía limpia podría traer consigo consecuencias significativas en la demanda de ciertos minerales.
Por su parte, The Economist destacó en una publicación que empresas, países e incluso celebridades han comenzado a establecer objetivos de “cero neto” para combatir el cambio climático. En teoría, el concepto es simple: equilibrar la eliminación de gases de efecto invernadero con las emisiones de gases de efecto invernadero, de modo que las emisiones netas generales sean cero. Sin embargo, sin un consenso mundial real sobre quién es responsable de las emisiones y con las nuevas tecnologías para compensar el carbono en sus inicios, lograr el cero neto resultará una tarea hercúlea.
Panamá tiene un rol fundamental en el desarrollo de fuentes de energía renovables.
Cobre Panamá, filial de la canadiense First Quantum Minerals Ltd., sostiene una inversión inicial de $6,700 millones, representando la inversión privada más grande registrada en el país hasta el momento.
Al contar con un yacimiento importante, Panamá juega un papel preponderante en la producción de las turbinas eólicas o paneles solares, un nuevo modelo energético, sostenible y respetuoso con el medio ambiente.
Aunque a nivel global se subestiman los problemas de la oferta, como la escasez de metales que amenazan con frenar el auge verde, las fuentes de energías eólicas y solares son opciones consolidadas para la generación de energía, con materias primas como el cobre.
Mediante el blog, El Confidencial el artículo “Sin minería no habrá transición energética”, Juan Ramón Rallo, economista y profesor universitario, sostiene que la reconversión de todo el sistema eléctrico en centrales renovables, o la reconversión de todo el parque automovilístico en vehículos eléctricos, o el uso más generalizado de baterías requerirá de mucha más extracción de recursos. No solo porque desechar lo que hay para construir lo nuevo absorbe nuevos recursos, sino porque cada central renovable o cada auto eléctrico necesita de muchos más de estos recursos que las centrales de gas o los automóviles tradicionales.
Rallo citó a la Agencia Internacional de Energía, que indica que una central eólica requiere 10 veces más minerales (sobre todo, cobre y cinc) que una central de gas o de carbón: en particular, por cada MW de potencia instalada, una eólica necesita entre 10,000 y 15,000 kilogramos de minerales, mientras que una central de ciclo combinado utiliza 1,100 y una de carbón, 3,000. Asimismo, el carro eléctrico medio consume seis veces más minerales que el carro con motor de combustión (sobre todo, cobre, níquel y grafito). Cada vehículo eléctrico utiliza más de 200 kilos de minerales frente a los 33 del auto con motor de combustión.
“Tal va a ser la demanda extraordinaria de minerales durante las próximas dos décadas de transición energética, que de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional consumiremos tres veces más cobre, ocho veces más níquel, 20 veces más cobalto y 100 veces más litio que durante los últimos 20 años (al menos, si ambicionamos el objetivo de cero emisiones netas). Los ingresos esperables por estos cuatro minerales durante las venideras dos décadas son de más de $13 billones. De ahí que el éxito de la transición energética no estará únicamente condicionado a la disponibilidad de una mejor tecnología, sino también a que podamos extraer cantidades masivas de minerales al menor coste económico posible (a mayor coste de extracción, mayor coste de producción de centrales o de vehículos y, por tanto, menor eficiencia de la transición)”, destacó.
En tanto, El País entrevistó a la profesora de relaciones internacionales de la Universidad Jacobs de Bremen (Alemania) especialista en el tránsito hacia las energías verdes, Karen Smith Stegen, quien consideró que “los exportadores que no se hayan preparado con inversiones para la era de las energías renovables saldrán perdiendo”.
“Los países ricos en cobre y otros metales [que jueguen un papel relevante en el desarrollo de las energías renovables] y que logren desarrollar sus cadenas de suministro, saldrán victoriosos”, apunta Smith Stegen. “Y, dado que el poderío económico y el geopolítico están interconectados, también escalarán posiciones en este apartado”, agregó.
La mención de Smith Stegen sobre el cobre es imprescindible por el proceso de fabricación de paneles solares y molinos eólicos.
Mientras tanto, la producción de minerales metálicos como el cobre serán necesarios para que la huella de CO² en el mundo disminuya a las metas establecidas tanto en el Acuerdo de París (2015) como en la COP26.