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Mario Lubetkin: 'No va haber integración sin seguridad alimentaria'
- 03/04/2023 00:00
- 03/04/2023 00:00
El subdirector general y representante regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para América Latina y el Caribe, Mario Lubetkin, compartió a La Estrella de Panamá su visión y sus expectativas con respecto a la pobreza, la inseguridad alimentaria, desnutrición y la hambruna en América Latina y en el mundo.
En un escenario de incertidumbre por los efectos de la pandemia de la covid-19, el desequilibrio social, la crisis económica y la guerra entre Rusia y Ucrania, de la cual todavía se desconoce cuál va a ser el resultado, Lubetkin calificó la crisis de seguridad alimentaria como “preocupante”.
“La suma de todo esto es negativo”, afirmó Lubetkin, para quien la seguridad alimentaria, al igual que los temas ambientales y energéticos son escenarios de una “crisis visionaria” y muy “complejos” a nivel mundial, pero el desafío es afrontarlos y mejorarlos con el apoyo de muchos actores: comunidad, gobierno, organizaciones internacionales, sector privado, sociedad civil, científicos y la academia.
“No habrá integración (de los países) sin seguridad alimentaria y la seguridad alimentaria tiene que ser un factor fundamental para el proceso integrador complementario de la región”, sentenció Lubetkin. Tampoco se puede construir sostenibilidad y desarrollo con un escenario socioeconómico totalmente inestable. “Uno no puede construir sostenibilidad y desarrollo con guerra. Las cosas se construyen con paz”, sostuvo.
En el 2019, 13 millones de personas se han sumado a la situación de hambre en la región y cuatro de cada 10 habitantes viven en situación de inseguridad alimentaria, indica el informe que FAO presentó en Nueva York en julio. Por lo tanto, el problema del hambre “hay que resolverlo”. El problema es que “comer bien cuesta”.
El comunicador uruguayo se unió a la FAO en 2014 como director de la Oficina de Comunicación Institucional, desde 2015 dirigió el gabinete del director-general y en 2017 fue nombrado subdirector general de la FAO, con sede en Roma. Es el nuevo representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe desde agosto de 2022.
Diría que venimos de varias cosas, de un escenario de desequilibrio social que es anterior al covid, con escenarios de crisis económica, de una guerra que todavía no sabemos cuál va a ser el resultado. La suma de todo eso, sin lugar a dudas, es todo negativo. Uno no puede construir sostenibilidad y desarrollo con guerra. Las cosas se construyen con paz. No se puede construir sostenibilidad y desarrollo con un escenario socioeconómico totalmente inestable, en el cual el covid, sin lugar a dudas, determinó un aumento dramático de la pobreza. Solo hay que mirar los números de la Cepal del 2021: ahora 200 millones de personas en América Latina y el Caribe están en situación de pobreza. Y los números nuestros (FAO) indican que hay 56 millones de personas que pasan hambre. Y si sumamos el número de los que pasan hambre y los que están en una situación de riesgo, no de riesgo total, llegamos al 40% de la población de la región. Además de eso hay 130 millones de personas que no comen bien. El tema del hambre y la desnutrición van conectados. El hambre hay que resolverlo, pero si no logras una buena nutrición el problema te va a volver, o sea cualquiera de los grandes temas no resueltos. ¡Sí! Hoy está planteado como nunca antes que hay que comer y comer bien, pero ¿cuál es el problema?: comer bien cuesta.
Nuestros cálculos es que por día comer bien cuesta $3.8, superior al costo medio de comer bien en el mundo, que es $3.3, $3.4. Ahí tenemos un gran problema. Por un lado, es el escenario económico y por el otro es el escenario educativo, porque a veces los jóvenes tienen cuatro monedas, pero prefieren comprar alguna comida chatarra y ahorrarse para otras cosas. No entienden los efectos que esto les genera más adelante. Hoy no hay seguridad alimentaria sin pensar en el hecho de que la contrapartida de la inseguridad alimentaria es la obesidad que va en la misma línea inclusive de los mismos riesgos de muerte.
El 7.5% de los niños menores de 5 años de la región son obesos, quizás uno de los números más altos que está en América Latina y el Caribe. Y más del 24% de los ciudadanos (adultos) tienen obesidad o sobrepeso. Antes solo era el hecho de anexar un plato de comida. Hoy eso no es suficiente. El tema nos va a volver de una u otra manera, con mayor pobreza más difícil de afrontar. Hoy la seguridad alimenticia o la transformación de los sistemas alimentarios, pensamos es la solución larga básica. Sobre todo, de los pequeños y medianos productores, a donde nosotros concentramos esta atención. El 80% de ellos trabaja la tierra.
No sabemos de los efectos de la guerra, pero de los efectos de la guerra al menos sabemos de los peligros que nos toca. El 85% de los fertilizantes, eso que garantiza la producción nuestra viene de la zona donde está la guerra de Rusia y Ucrania. La importación de cereales, el trigo, que viene a América Latina de esa zona del mundo es a través de un porcentaje importante de países dependientes de la región. En algunos casos hasta más de 20. El año pasado lo logramos pasar, pero no sabemos cómo va a ser este año, si la guerra no ha terminado. Sabemos que en Ucrania una parte de las tierras están destruidas y que ha habido un flujo de trabajadores rurales a la ciudad y hacia las ciudades fuera del país, por lo tanto, no sabemos cuál es la capacidad de producciones, ni cómo las medidas contra los rusos, la sanción, también pueden afectar el flujo. Pensemos solo en el tema, -que nos parece lejísimo, pero que nos toca a nosotros- de los acuerdos del puerto de Ucrania para liberar las semillas, que tienen que venir para esta zona. Después está la discusión para donde van, pero son parte de los movimientos. Entonces, a la luz de esto ¿qué es lo que tenemos que hacer? Estamos muy preocupados. No me animaría a usar la palabra pesimistas, yo me animaría a decir que por parte de los gobiernos hay un esfuerzo para buscar soluciones, no importa el color político.
El problema es que hay guerras pálidas y otras transparentes, pero esas guerras transparentes son las que ponen millones de hambrientos. Cuando hablamos de Somalia, Yemen, Sudán del Sur, son millones de personas las que están con hambre. Las cifras son de 828 millones de personas (con hambre) que, en un momento sustantivo de conflictos, entraron en un cambio de tendencia. Una de las claves es lograr la paz, la estabilidad, por decir de otra manera, por las urgencias (…). Un problema con urgencia nos lo puso el covid, se resolvió literalmente, lo afrontamos, pero al otro día nos pasa de nuevo. Hoy le damos de comer, (pero) mañana no va a haber para comer.
Como FAO, estamos tratando de ayudar con todo nuestro conocimiento, pero eso es aparte de las estadísticas de financiación, economía, movilización de presupuestos internos, acción mancomunada de los diferentes ministerios de los gobiernos, acción vertical, en fin, son muchos componentes. Hay un gran esfuerzo de los países de América Latina y el Caribe para buscar soluciones, a diferencia del pasado, donde muchas veces los gobiernos decían: la culpa es de. Podemos quedarnos en eso, hay un grupo visible que sí, pero con eso no vamos a resolver la situación. Hicimos una reunión en diciembre pasado, con ministros de agricultura de América Latina y el Caribe, y todas las intervenciones eran: estoy haciendo esto, lo otro. Quizás no estaban haciendo temas completos, porque uno de los problemas del covid fue la falta de diálogo entre los países. Todos nos hemos metido para adentro, pero no hay duda de que la señal es general: estoy buscando por este camino, o por este otro.
Ahí vamos a la siguiente conclusión: Cuando hablamos de integración de América Latina y el Caribe, pensamos en lo comercial, quizás en lo fronterizo, pero yo afirmo que: no va haber integración (de los países de la región) sin seguridad alimentaria, y la seguridad alimentaria tiene que ser un factor fundamental para el proceso integrador complementario de la región. Si miramos la región, decimos: Caribe, ¡ah no! eso es muy complicado para la seguridad alimentaria ¿Porqué? porque la industria es periódica. Y si vemos hacia el turismo, ahora los primeros ministros, los jefes de gobierno y de Estado del Caribe dicen: tenemos que reducir las importaciones alimenticias en un 25% para cambiar la línea de tendencia, y eso hay que apoyarlo. No es fácil, porque es una industria que fue para otra dirección. América Central y Mesoamérica dependen de la realidad de los países, hay de unas y de las otras. América del Sur, sin lugar a dudas, tiene capacidad productiva excepcional, pero hay hambre, por lo tanto, las cosas no se hacen bien. El punto es que, si lo miramos como un todo la región, hoy podemos afirmar que América Central y el Caribe tienen una capacidad de producción para mil trescientos millones de personas y somos un poco más de la mitad, por lo tanto, podemos decir que esta región es una región exportadora. Exporta más del 43% (de lo que produce) y su producción alimentaria para el mundo (según) datos del 2022, eran para el sector privado, más de $170 mil millones. Los datos son fuertes, son buenos, pero muestran contradicciones y desafíos, y eso es lo que da confianza para decir potencialmente podemos. Se trata de la voluntad de los gobiernos, la sociedad civil, el sector privado, la academia, de las organizaciones internacionales y de los medios de comunicación o sea la generación de sensibilidades para entrar y formar mejor al ciudadano en los desafíos actuales que es de todos, no es parcialmente de algunos.
¡Sin lugar a dudas! Tiene que hacer un recorrido y transformaciones muy profundas, pero sin lugar a dudas lo puede hacer. Sin lugar a dudas, podemos ir a la transformación de los sistemas agroalimentarios. Necesita tiempo, es un proceso, hay que desarrollarlo y en juego integrador, sinergético, de cooperación entre los diferentes actores.
No hay una fórmula, es la suma de fórmulas, de todas esas que señalé anteriormente. La síntesis de ellas puede llevar en esta dirección. Ningún tema hoy por sí solo se resuelve por una línea ni por otra. La seguridad alimentaria, los temas ambientales, energéticos y de la energía limpia, llegaron para quedarse. Son los escenarios de una crisis visionaria, muy importante a nivel mundial, por lo tanto, el desafío es afrontarlos, mejorarlos y tener la capacidad de caminar hacia el resultado. Son complejos, necesitan muchos actores y hay que integrarlos: la comunidad, el gobierno, las organizaciones internacionales, el sector privado, la sociedad civil, las federaciones científicas, la academia, que nos tienen que dar innovación y ciencia, este es el modelo. Todos juntos, aparte de los valores milenarios de la capacidad de los indígenas, que hay que combinarlos, no contra nada, sino a favor.
Sin lugar a dudas y la responsabilidad del sector público es capturar todas las potencialidades para ir en la dirección.
El rol es de todos los actores. Se trata de las mujeres, de los hombres. Ahí entran los otros aspectos: educativo, formativo, productivo, transmisión generacional. Hay también muchos otros aspectos, pero sin lugar a dudas, tenemos que construir para que sean ellos, las nuevas generaciones que vienen detrás nuestro, los que empujen. Después vendrán las otras generaciones, porque este es un sistema que nunca termina. Lo que se trata es de ir hacia una tendencia. Hoy estamos en 8 mil millones de personas y consideramos que todavía estamos en la capacidad de producción suficiente, (pero) cuando tengamos 10 mil millones de personas, eso va a ser parte del desafío del próximo periodo. Ahora, uno de los temas educativos es evitar los desperdicios. De los niveles de producción, (los desperdicios) son un tercio de la producción mundial. Cada uno está concadenado.
A nivel mundial, un tercio general de la producción (se desperdicia). Y aquí no es muy diferente.
Y ese tercio que se desperdicia, ¿a cuánto representaría en valor de alimentos del volumen real de la producción mundial y regional?
Se me viene a la cabeza que a nivel mundial, por los niveles de producción, es algo así como 400 mil millones al año (en valor de alimentos). Es un tercio de la producción global. A nivel regional, ahí sí se me escapa.
Hacemos informes anuales. El último se llama SOFI y lo lanzamos en julio pasado en Nueva York para cuando se reúne la Asamblea General de las Naciones Unidas tenga los datos. Y en enero de este año lanzamos el regional focalizado en el tema de nutrición. Los números grandes indican una mejora del 7 al 5, algo así, en Panamá, sobre los sistemas de inseguridad alimentaria. Las cifras están ahí, hay que seguirlas bajando, y sobre todo hay que estar muy atentos a que no vuelvan a subir. Hay muchos aspectos que habrán determinado esa baja -no soy especialista en los temas de Panamá- pero esa baja puede cambiar. Hasta hace unos años, la tendencia mundial era la reducción del hambre. En el 2000 había más mil millones de personas con hambre, (pero) logramos bajarla a 600 millones 660 mil, después hubo una inversión en tendencia. Al inicio de esa inversión en tendencia, previo al covid-19, fue cuando aumentaron los conflictos militares.
Son sin lugar a dudas una de las más vulnerables, y unos de los que hay que apoyar más en la parte del conocimiento y manejo de tierras. Estamos trabajando muchísimo con las comunidades indígenas sobre este tema.