La reunión de este miércoles 13 de noviembre en la Casa Blanca entre el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, y el mandatario electo, Donald...
- 06/03/2024 00:00
- 05/03/2024 21:08
A la Copa Oro se le vio en el radar de la Selección Femenina como una oportunidad deseada e inmediata, para continuar sumando puntos a su perfil competitivo en la Concacaf. Se propició una expectativa de que el conjunto iba a superar sus estadísticas de la pasada Copa Mundo.
El balance final es agrio: Panamá quedó penúltima entre las 12 participantes, solo por encima de República Dominicana, eludiendo el último lugar al superar a las dominicanas en la menor diferencia negativa de goles: Panamá tuvo menos 12, República Dominicana menos 16.
El mundial había dejado buenas sensaciones, a ello se sumaba que hace tres meses se clasificaron a esta Copa Oro como líderes en el grupo que les correspondió. No estaba en las quinielas expectativas extremas como disputar la final de la Copa; la cuerda para su recorrido estiraba hasta verlas metidas en los cuartos de final en un sistema de competición amplio. Participaban 12 equipos en tres grupos de 4; después de clasificar a las dos primeras selecciones de cada uno de ellos (en total seis), le daba la oportunidad de hacerlo a las dos mejores terceras de los tres grupos. No era un listón infranqueable.
Las bajas calificaciones propiciaron revuelo en el ámbito deportivo, como dice la periodista española del periódico El País: “El fútbol genera estados de ánimo y, por tanto, de opinión”; el estado de ánimo llevó al presidente de la Fepafut a tener un desliz que lo obligó a pedir excusas.
Pero hay que continuar, no debe quedarse en la autoflagelación. Sin embargo, para retomar el camino Nacho Quintana y quienes le rodean tendrán que diseccionar sin paños de agua tibia lo expuesto, brindando otra vez ilusión al fútbol femenino; para ello deberán poner sobre la pizarra varios puntos a considerar. Entre los que resonaron en el ambiente tomamos cinco.
1. Los campamentos Tanto para el repechaje clasificatorio como para el Mundial mismo, la Selección Femenina se concentró fuera del país, tuvo partidos amistosos de calibre, de allí viajó a las respectivas sedes. Los resultados demostraron la efectividad. En un torneo de la exposición que daba esta primera Copa Oro W 2024, valía la pena hacer un esfuerzo similar manteniendo la calidad y el tono de estos campamentos.
2. Bajo rendimiento de las líderes
Desde el aporte en el campo de juego y su contribución psicológica al estado anímico, algunas líderes (ya sea porque ejercen autoridad a través de la palabra o por su rendimiento) estuvieron por debajo de su nivel. No hay que engañarse. Se les vio cara de desaliento cuando en plena tormenta debían asumir voz de mando. A unas se les sintió fuera de forma física, en otras saltó la pregunta: ¿creyeron que era un torneo menor y de menor dificultad? ¿Hay que llevarlas sí porque sí o el compromiso total es innegociable? En este apartado habría que hacerle un reconocimiento a Natalia Mills; con esfuerzo buscó contagiar de buen juego, mostró positivismo y suyo fue el único gol.
3. Defender bien o atacar bien
Muy pocos equipos pueden hacer ambas cosas al mismo nivel. Hay que tener una cantidad de recursos humanos, técnicos, etc. que no están al alcance. El equipo no dejó apreciar una sola línea con consistencia.
Defensivamente naufragó, permitió 13 goles, dos más que en el mundial. El mediocampo no resaltó por contribuir a cortar el juego del rival ni tuvo volumen creativo rescatable. Ofensivamente en 270 minutos consiguió un gol, creando escasas oportunidades.
4. Las piezas nuevas requieren rodaje
Las principales selecciones, como es lógico, han venido incorporando nuevas jugadoras. Panamá intentó no rezagarse, se debe reconocer. Aunque por la falta de un fogueo exigente (Panamá enfrentó solo a Paraguay) a estas jugadoras hay que procurarles mayor kilometraje antes de un torneo de esta categoría. Se apreció que le pusieron empeño individual, aunque se sintió que no embonaban en la idea colectiva, como si se les hubiese extraviado el plan de juego a desarrollar.
5. La liga y la realidad no tienen que ser perennes justificantes
La LFF (Liga Femenina de Fútbol) inicia hoy su sexta jornada del Torneo Apertura 2024; no deben desconocerse sus limitaciones así como la enorme distancia con las ligas de Costa Rica o de Colombia, por tener en cuenta los dos países con los que marcamos frontera. Es cierto que aquí ninguna de ellas puede vivir del fútbol. El deporte casi todo está signado, en Panamá, por ser un acto de heroísmo individual para una tierra que ha dado campeones mundiales, medallista de oro y deportistas internacionales sobresalientes.
El fútbol masculino, que lleva más tiempo que el femenino, nos ha clasificado a un mundial y entra en este mes con su Selección Mayor en la disputa de las semifinales por la Liga de Naciones de la Concacaf 2023-24, está mejor en su liga, pero tampoco le sobran y le relucen recursos.
Viene de levantar la voz, semanas atrás, por las pobres canchas en las que se disputa su torneo. Con todos los obstáculos se siguen produciendo jugadores y algunos salen al exterior, gracias también a que han podido tener una competición regular aquí.
El fútbol suele ser en su nivel un reflejo de las condiciones en las que se desarrolla en cada país, aunque el fútbol de sus selecciones a veces supera las limitaciones internas. Hay que procurar darle al fútbol femenino mejores condiciones, sin hacer de ello la justificación para no procurar una mejor representación cuando se compite internacionalmente.
La Copa Oro fue un paso atrás, no necesariamente el retroceso total. La Selección Femenina tendrá la oportunidad en una nueva competición de demostrar su valía; las jugadoras, el cuerpo técnico y la Federación tienen la pelota para enmendar este paso, se les está esperando desde ya con ansias.