La lucha contra el dopaje, una carrera más de resistencia que de velocidad

Actualizado
  • 15/07/2024 00:00
Creado
  • 14/07/2024 20:32
El bajo rendimiento o las lesiones son algunas de las razones que lleva a los incautos a cruzar la línea de la legalidad

El movimiento deportivo internacional honesto y responsable ha buscado en las últimas décadas solucionar el flagelo del dopaje, pero no ha podido lograrlo.

Los éxitos son muy escasos y si bien cada año se aumentan las penalizaciones y las sustancias que se prohíben, se sigue pecando en busca de alcanzar sus objetivos.

El bajo rendimiento, la presión de grupo, las lesiones, los triunfos, el dinero y el desconocimiento, son algunas de las razones que lleva a los incautos a cruzar la línea de la legalidad.

El ansia de éxito está involucrada en todos ellos, pero también los invariables experimentos de entrenadores y países, que buscan enmascarar de alguna forma, las ilegítimas victorias de sus atletas.

En ese sentido, los ejemplos sobran.

El béisbol y el boxeo son deportes que más han impactado en los últimos meses, aunque son otras disciplinas, como la natación, las pesas y el atletismo, a las que se les sigue la pista mucho más de cerca.

El béisbol profesional que conocemos, el de las ligas mayores de los Estados Unidos y sus filiales, ha estado involucrado desde hace algunos años, en tanto que en el boxeo de alto vuelo desde hace algún tiempo o por lo menos es lo que se conoce.

No es que en el boxeo no se diera, pero hoy pasa de ser un detalle a una aparente común práctica.

La negativa de que peloteros excepcionales en su momento, como Barry Bonds, Roger Clemens, Sammy Sosa, José Canseco, Mark McGuire y Alex Rodríguez, no estén considerados para el Salón de la Fama, tiene que ver con ello.

Sin embargo, estos peloteros de una época pasada pasan de ser casi que ‘un chiste de mal gusto’, para el ‘ejército’ que ha sido detectado entre las franquicias y los equipos de las Mayores, desde principios del nuevo siglo.

El dopaje, desde siempre

El dopaje en los atletas es tan viejo como Matusalén.

La primera vez que se detectó su uso fue en las Olimpiadas de Helsinki en 1952, pero no fue hasta ocho años después que comenzaron a tomarse medidas, principalmente por los efectos negativos que estaban causando en los atletas.

Se dice que dopaje se deriva de la palabra ‘dope’, una bebida alcohólica primitiva que se utilizaba como estimulante en las danzas ceremoniales sudafricanas.

Las sustancias más comunes utilizadas por los deportistas para aumentar el rendimiento son los estimulantes, anabólicos hormonales, precursores de oxígeno (transportadores de eritrocitos, eritropoyetina), drogas de consumo social, virus atenuados (doping genérico), diuréticos como enmascaradores o encubridores.

Algunos datos estadísticos precisan que, en lo referente a mayores casos de dopajes detectados en juegos regionales, están las Olimpiadas de Beijing (2008) y Londres (2012), los Asiáticos de 2010 y 2014, los Centroamericanos y del Caribe de Veracruz (2014) y Panamericanos de Toronto (2015).

Dos de los casos más conocidos a nivel mundial sobre dopaje, fueron el del corredor canadiense Ben Johnson en 1988 y del ciclista estadounidense Lance Armstrong en 2012.

Sobran razones

Pero, ¿cuáles son las razones para pecar?

Si bien en el boxeo no se descarta el uso de anabólicos o sustancias ilegales, que lo hagan púgiles del cartel del estadounidense Ryan García y de los mexicanos Rey Martinez y Erika Cruz, que son excepcionales atletas, llama a la reflexión.

Sobre el particular, el periodista colombiano Estéwil Quesada señaló que: “Ellos creen que así aumentarán el rendimiento y quieren mantenerse en la cima a cualquier precio, independiente si lo mejoran o no”.

Entre tanto, el comentarista panameño Eric Espino dijo que “esto es un deporte profesional, Ellos piensan en alto rendimiento y que es sinónimo de más dinero y tratan de engañar al juego y aunque hay un reglamento, tratan de pasarle por encima”.

“Pero la gran mayoría son descubiertos. Ese es el chance o la ruleta rusa que se juega un deportista para triunfar, para tener un rendimiento alto, que es sinónimo de más dinero”, indicó.

Por su parte, el periodista panameño Aurelio Moreno señaló que: “Cada caso se debe analizar de manera individual. En el caso de Barry Bonds, cuando decide hacer trampa, era un asunto de puro ego porque no lo necesitaba”.

“En ese tiempo la atención se la estaban robando McGuire y Sosa, por el récord de jonrones en una temporada, él sabía que podía hacer algo similar”, remarcó Moreno, radicado en Estados Unidos.

“Cambia no solamente su estilo de bateo, sino que trata de hacerse más durable, porque ya estaba entrado en edad, y quería tener más años jugando y produciendo”, destacó.

Entre tanto, el veterano periodista Alberto Henríquez, también radicado en Estados Unidos, cree que la necesidad de permanecer en los más altos estándares de su deporte, es que lleva al atleta a pecar.

“La única manera de continuar con ese brillo, es abrazarse al dopaje (y) para ello desafían y retan” las pesquisas que se realizan, actualmente mucho más rigurosas, expresó.

Finalmente, el periodista nicaragüense Edgar Rodríguez dijo que: “Es curioso, pero en la medida que van teniendo una situación de más comodidad, su espíritu de sacrificio disminuye y la trampa es un atajo para mantener el nivel de rendimiento y su estatus, sin tener que matarse en los entrenamientos”.

El deporte, un negocio

Para Eric Espino el deporte profesional es un negocio y por ello muchos “se aventuran, a sabiendas que no lo pueden hacer, que engañan al juego, al fanático, al equipo y a ellos mismos”.

“Tener cuerpos abultados, para tener mucha más fuerza y así poder pegar más jonrones, correr mucho más y estar mucho más chispa (atentos) en el juego”, abundó.

“Es lo mismo que quien usa brillantina o pegamento en la mano para tratar de que la pelota se le mueva más y dominar. Se tiran al charco y son sorprendidos y luego viene el arrepentimiento, pero ya es tarde”, expresó.

Moreno reflexionó al respecto: “Son malas decisiones y malas recomendaciones, porque piensan que pueden burlar el sistema utilizando enmascaradores, como lo hizo por mucho tiempo Lance Armstrong, para ganar competencias y prestigio”.

“Hay un dicho que dice que no es trampa si no te descubren”, concluyó.

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