El fútbol sufre un ataque de nervios

Actualizado
  • 29/11/2023 00:00
Creado
  • 29/11/2023 00:00
Los acontecimientos violentos suscitados en el partido entre Brasil y Argentina, por las eliminatorias suramericanas, deben llevar a las autoridades deportivas a tomar medidas preventivas eficaces
El Brasil y Argentina por las eliminatorias suramericanas del 21 de noviembre, disputado en el Estadio Maracaná tuvo altercados que afectaron a los aficionados y retrasaron el partido.

Se ha venido generando un clima de crispación en el ámbito del fútbol internacional que involucra a aficionados, jugadores, entrenadores, directivos, árbitros, autoridades etc., que puede traducirse en cualquier momento en un descarrilamiento de emociones que puede terminar en un hecho trágico impensado y por supuesto indeseado, como ya mostró con luces de alarma el partido entre Brasil y Argentina por las eliminatorias suramericanas del 21 de noviembre, disputado en el Estadio Maracaná.

A la alta corriente de adrenalina que estimula este deporte, sumada al apasionamiento de aficionados y los intereses deportivos y económicos que involucra, solo le falta que alguien del entorno le acerque una pizca más de calor adicional para que entre en combustión. Apagar el fuego después, suele ser más difícil que provocarlo.

Lo llamativo de esta reciente situación es que se cae en la desidia culposa, cuando en lugar de la autocrítica sincera se escurren responsabilidades como lo vimos en la final de la Champions League del 2022 entre el Liverpool y el Real Madrid, en París, o en el partido entre brasileños y argentinos.

La Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) dijo en un comunicado posterior a los hechos que pospusieron el comienzo programado del partido con el espectáculo vergonzoso de un enfrentamiento violento que: “Es importante aclarar que la organización y planificación del partido fue realizada cuidadosa y estratégicamente por la CBF, en conjunto y constante diálogo con todos los organismos públicos competentes, especialmente la Policía Militar del Estado de Río de Janeiro”.

Un argumento que pierde la fuerza de la rigurosidad porque presupondría que son novatos en la comprensión de las particularidades de un deporte que es rey en Brasil y del cual conocen todas las implicaciones, como también esconde el conocimiento que tienen de la dura y conflictiva rivalidad que existe entre las aficiones de ambos países.

Haber vendido las entradas mezclando los aficionados brasileños con los argentinos, no solo fue un “pecado mortal”, si no también dejar abierta la puerta a la provocación mutua. Fue ignorar también el reciente antecedente de enfrentamientos y hostilidades por la final de la Copa Libertadores entre Fluminense y Boca Junior, que se había jugado en la misma ciudad y escenario, Río de Janeiro y el Maracaná.

La actuación de la policía a los ojos de los televidentes distó de verse “profesional”, como tampoco puede eludirse como falta reprobable que el portero de la Selección Argentina, 'Dibu' Martínez, accediera a la tribuna para involucrarse ejerciendo también un accionar violento.

“No hay absolutamente ningún lugar para la violencia en el fútbol, dentro o fuera del campo…Estos acontecimientos, como los que se vieron durante el partido de clasificación para el Mundial entre Brasil y Argentina…no tienen cabida ni en nuestro deporte ni en nuestra sociedad”, dijo posteriormente Gianni Infantino, presidente de la FIFA.

La FIFA abrió una investigación por “posibles violaciones” del orden y de las medidas de seguridad de la FIFA a la Confederación Brasileña de Fútbol (CFB); y a la Asociación Argentina de Fútbol (AFA) por posibles infracciones a los artículos 17.2 (perturbación de público) y 14.2 (saque retrasado) del Código Disciplinario de la FIFA. Ojalá se tomen medidas y se produzcan sanciones, antes que el dolor colectivo le gane a la alegría que debería aportar siempre el deporte.

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