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Eurocopa: cuartos de final
- 02/07/2021 00:00
- 02/07/2021 00:00
Todo anuncia que la tendencia positiva podría continuar en los duelos que se aproximan. Esto es lo que viene.
No todas las dudas se han disipado en la selección española. Principalmente en su defensiva. Su ataque se reivindicó en los dos últimos partidos, anotando cinco goles en cada uno de ellos. España practicó en esos duelos un juego avasallador, constante, que debería darle la victoria frente a Suiza. Los problemas más graves seguramente llegarán cuando a España le toque enfrentar en semifinales al ganador entre Italia y Bélgica.
Suiza, mientras tanto, llega con la satisfacción infinita de haber eliminado a Francia, actual campeona del mundo y favorita a priori para vencer en la Eurocopa, logrando una meta que parecía inalcanzable. Lo difícil es repetir un milagro en ocasiones consecutivas. Más aún cuando la selección suiza extrañará a uno de sus principales guerreros, el centrocampista Xahka, suspendido por acumulación de tarjetas. El fútbol vertical y agresivo de España necesita quizás un poco de pausa, algo de sosiego, sobre todo a la hora de gestionar ventajas en el marcador. También necesita estar despierto en defensa cada minuto del partido, o se exponen a recibir tandas de goles, como contra Croacia.
Este es sin duda el enfrentamiento estelar de los cuartos de final. Bélgica viene de eliminar al campeón vigente, Portugal, en octavos de final. Por su parte, Italia es seguramente el equipo que ha demostrado mejor fútbol a lo largo del torneo. Es cierto que sufrió frente a Austria en su partido de octavos. Pero al mismo tiempo, es verdad que demostró herramientas anímicas que no había necesitado en la primera fase de este torneo. Otro elemento que destacó en el encuentro frente a Austria, fue la profundidad del plantel italiano, que supo encontrar respuestas en sustitutos como Chiesa o Pessina, sin dejar de lado las fluidas cualidades colectivas que habían mostrado a lo largo del torneo. Sin embargo, el camino a la final no parece fácil. Primero está la potente Bélgica, y luego es muy probable que le toque enfrentar a España en semifinales.
La selección belga ha jugado un torneo sólido, aunque sin momentos de excesivo brillo. Su duda primordial está en Kevin De Bruyne, brillante conductor del juego colectivo, que salió lesionado en el duelo de octavos de final frente a Portugal. Es muy probable que De Bruyne y Eden Hazard no puedan ser de la partida, lo cual debilitaría el poderío de los belgas.
Pero si pensamos en ausencias, también debemos considerar que Bélgica tiene una defensa impecable, con apenas un gol en contra en cuatro partidos. Y tiene además un arma letal en el ataque, con Romelo Lukaku.
Para Bélgica, es un momento en realidad determinante. Esta generación de jugadores es, seguramente, la más cualitativa de su historia. Y sin embargo no han cosechado ni un solo título de peso. La edad comenzará a jugarles en contra y no se ve en el horizonte más cercano adecuadas piezas de recambio.
Por su parte, Italia vive un renacimiento en su personalidad futbolística. Ya no son los padres del cerrojazo defensivo, rudos, especulativos y conservadores. Ahora estamos frente a una Italia mucho más alegre, que propone juego y se maneja con comodidad y soltura con el balón.
Luego de un terrible inicio en el torneo, con la grave y traumática situación vivida por Eriksen, Dinamarca ha ido de menos a más, consolidándose y creciendo partido tras partido. Hay un espíritu solidario y de gran unidad en este grupo, que parece elevarlo muy por encima de sus limitaciones. La feroz goleada sobre Gales en octavos de final, los posiciona como favoritos en este enfrentamiento. No es que República Checa carezca de méritos o posibilidades. Los checos han demostrado mayores cualidades y un fútbol más competitivo de lo esperado. Su triunfo contra Holanda en octavos de final certificó a un cuadro sólido en defensa y con un oportunista Patrik Schick en su frente de ataque.
En Dinamarca, el rendimiento defensivo de Kjaer, los infatigables recorridos de Maehle, el talento creativo de Damsgaard o el surgimiento ofensivo de Kasper Dolberg (le anotó dos goles a Gales) son excelentes noticias.
Es verdad. Inglaterra no ha deslumbrado ni a propios ni a extraños. Pero ha vencido cada vez que lo ha necesitado, mostrando una defensa inexpugnable que nadie se esperaba. Lo que quizás extrañan hinchas y espectadores es un poco más de chispa en un ataque, que entrega sus bondades en cantidades muy estrechas. Si observamos el talento ofensivo de Inglaterra (Foden, Grealish, Sancho, Sterling, Rashford, Kane) podríamos esperar un verdadero despliegue de fuegos artificiales en ataque. Pero más allá de la mezquindad ofensiva, vencer a Alemania en un torneo oficial, después de 55 años, coloca a la selección de los Tres Leones en cierta posición de favoritismo.
Enfrente tendrá a Ucrania, mayúscula sorpresa del torneo que ha llegado mucho más lejos de lo que los más optimistas hubieran calculado. Encabezados por el zurdo Zivchenko (Manchester City) los ucranianos no tienen nada que perder.
Quisiera dedicarle las líneas finales a la selección francesa, favorita a priori de este campeonato y eliminada por Suiza en octavos de final, mediante la tanda de penales. No nos engañemos. El penal fallido de Kylian Mbappé no fue lo que eliminó a la actual campeona del mundo de este torneo. Hoy se cuestionan profundamente algunas decisiones de Didier Deschamps, mientras van saliendo a la luz una serie de informaciones que dan cuenta de un grupo humano muy desunido y poco cohesionado. En cuanto al planteamiento táctico, Deschamps se decantó por jugar el partido decisivo con un insólito sistema de tres centrales y dos carrileros. Colocar a Rabiot como carrilero izquierdo significó un desacierto enorme, por el poco recorrido del jugador da la Juventus. Y de los tres centrales (sistema al que la selección francesa no está para nada habituado) uno fue Lenglet, de temporada errática en el F.C. Barcelona. Es cierto que Lenglet fue sustituido por un atacante (Coman) en el segundo tiempo, cuando Francia estaba perdiendo el partido. Pero no es muy fácil de explicar el cambio de sistema con el torneo tan avanzado y la inclusión de un jugador cuya más reciente temporada estuvo caracterizada por las distracciones y los errores fatales.
Además, la gestión de Francia con dos goles a favor, cuando solo faltaban 15 minutos, fue nefasta. Los cambios de Deschamps no fueron los más lúcidos y Suiza cogió un segundo aire que le permitió empatar un partido que a esas alturas parecía imposible.
Algunos piensan que Deschamps ya está en la rampa de salida, luego de 10 años al frente del seleccionado francés.
Además, está el asunto de Mbappé. El que haya fallado el penal decisivo para Francia es meramente anecdótico. Lo que preocupa fueron sus múltiples desaciertos frente a las porterías rivales (no anotó ni un solo gol en el torneo) y una actitud arrogante que llenó de preocupación a la prensa francesa. Su conflicto con Giroud, su creciente individualismo en el campo, la insistencia altanera con que insistió en ejecutar los tiros libres de su equipo, incluso cuando se trataba de ángulos o distancias que él no domina en lo absoluto, fueron los signos de una actitud claramente egocentrista.
Francia debe arreglar muchos aspectos, si quiere ser un protagonista eficaz en el próximo mundial. Talento le sobra. Tiempo, no tanto.