Ciclistas, atletas, patinadores y paseantes de la capital colombiana tienen una cita infaltable desde hace 50 años: la ciclovía de los domingos y festivos,...
- 07/12/2022 00:00
- 07/12/2022 00:00
La Copa Mundial contempla 64 partidos, muchos de ellos con una trascendencia y emotividad difícil de evaluar, aunque solo hay uno que encierra y condensa toda la grandeza de este torneo posicionado universalmente: la final.
Ella es el summum de la competición, la cita deseada e inigualable para jugadores y naciones involucrados, como por supuesto también lo es para los aficionados que aman el balompié. Un acontecimiento cumbre que sin lugar a dudas no es indiferente para el enorme negocio que está detrás del deporte.
Hacia la final se enfilan las ocho selecciones sobrevivientes, desde este viernes, al abrirse los cuartos de final con Croacia vs. Brasil, Países Bajos vs. Argentina, y el sábado cerrando con Marruecos vs. Portugal e Inglaterra vs. Francia. Todas pretendiendo decir presente, el 18 de diciembre, en el estadio Lusail.
Se da por sentado que son los mejores ocho equipos, que llegaron hasta aquí favorecidos por enfrentar rivales de menor calado, y se adentran ya junto a quienes les fue más esforzado avanzar, en un recorrido transitado al borde del precipicio. Para no resbalar deben conjugar calidad, eficacia y una pizca de eso que llaman suerte.
Si el objetivo entre los ocho conjuntos que empiezan los cuartos es liberarse de cada obstáculo para acceder y plantarse en la final, una vez estando allí, ganarla es la única meta que el ámbito del fútbol considera ponderable. La historia suele registrar los hechos partiendo regularmente de citar primero al ganador, con referencias secundarias al subcampeón.
Para llegar a la final y ganarla, entre quienes presentan candidatura y la han sostenido hasta ahora está la Selección de Francia y su entrenador Didier Deschamps. El sábado ante Inglaterra es uno esos partidos esperados, entre dos potencias futbolísticas, con un encuentro decisivo que permitirá evaluar mejor las capacidades de ambos y arrojará calificaciones para medir sus proyecciones hacia el título.
Los números en la Copa Mundo les son favorables a los ingleses en los dos enfrentamientos que han tenido en la Copa Mundo. En 1966, en la fase de grupos los ingleses derrotaron a los franceses 2-0 y en 1982 les volvieron a ganar en la primera fase 3-1.
Sin embargo, la trascendencia francesa ha sido mayor. Inglaterra no disputa una final desde 1966, hace 56 años, cuando fue campeón y siendo semifinalista en 2018. Francia ha estado en tres finales 1998, 2006 y 2018, ganando el título en 1998 y 2018, siendo semifinalista en 1982 y 1986.
La estadística que nos permite mirar los duelos entre ambos y sus logros en la Copa, abre la expectativa sobre uno de los artífices esenciales de que Francia haya pasado de ser aspirante anhelada a protagonista bicampeona del torneo, Didier Deschamps.
He tenido la fortuna de ser testigo presencial de los dos momentos cumbre de Deschamps y la selección francesa, un privilegio que atesoro. Uno en el palco de periodistas del Stade de France, en Saint Denis, y el otro como aficionado en la tribuna del estadio Olímpico Luzhnikí, Moscú. Dos encuentros impensados con el deporte que desde niños nos invitaba, en el colegio, la calle o en magras canchas, a socializar corriendo detrás de ásperas pelotas, lejanas a los accesibles balones de hoy, pero maravillosos momentos por la ilusión que provocaba.
La final del mundial con su atmósfera de momento único, irrepetible, que se pulsa desde la antesala, con los minutos corriendo en el reloj antes y durante el partido, emitiendo desde el campo las sensaciones de los jugadores, percibiéndolos acercarse a la gloria o angustiados porque se hace noche para torcerle el cuello al destino indeseado, es insustituible.
El balón entrando en la red en un estallido que se agiganta, en un eco que recorre las tribunas para alegrar o romper corazones, el silbato del árbitro que reconoce al campeón con su explosión de dictamen final, son entre otros instantes, momentos etéreos esenciales que se resisten a ser atrapados por la trasmisión televisiva.
Didier Deschamps alzaría el 12 de julio de 1998, como capitán del equipo francés, el trofeo, obtenido por primera vez por la nación de la cual uno de sus hijos, Jules Rimet, contribuyó para crear y dar vida, desde 1930, a la máxima competencia del fútbol. Deschamps entraba en la exclusiva lista de los 21 capitanes de equipo que hasta hoy han recibido el trofeo en la final. Dos años después ganaría también la Eurocopa de 2000.
El 15 de julio de 2018, Deschamps volvería a tener entre sus manos el trofeo de la Copa Mundo, en esta ocasión acariciándolo al serle entregado por sus jugadores como entrenador de la selección vencedora. Entraba a integrar el reducido y excelso trio de ganadores del torneo como jugadores y entrenadores, compartiéndolo junto al brasileño Mario Lobo Zagallo y el alemán Franz Beckenbauer.
Este sábado, ante la difícil Inglaterra, la representante del país inventor del fútbol moderno podría ver más despejado su propósito de seguir en la ruta por conseguir dos récords que parecen inamovibles. El primero: alcanzar al técnico italiano Vittorio Pozzo, por conseguir como entrenador nacional el título dos veces. Pozzo lo logró en 1934 y 1938; desde entonces (84 años) nadie más lo ha igualado. Deschamps aspira a sumarse como dupla en este logro, haciéndose con las versiones de 2018 y la presente de 2022.
De hacerlo, también equiparía otro récord, que ostentan tanto Italia como Brasil: obtener el título consecutivamente, igualando con sus conquistas de las versiones de 1958 y 1962, pero a diferencia de los italianos que lo hicieron con Pozzo, los brasileños lo alcanzaron con dos entrenadores diferentes, Vicente Feola en 1958 y Aymoré Moreira en 1962.
Desde este último bicampeonato consecutivo, llevamos 60 años sin que se iguale la marca; Deschamps es hoy el seleccionado para alcanzarla. Conservar el título se ha convertido en una aspiración ineludible para los campeones defensores, la cual los ingleses están decididos a quebrar desde este sábado. Es una versión deportiva de la batalla de Trafalgar, con un final todavía incógnito.
Durante el ciclo que lleva Deschamps como entrenador de Francia, que se extiende desde julio de 2012, ha conducido a los franceses hasta los cuartos de final en 2014 y el título en 2018. Igualmente, al subcampeonato en la Eurocopa 2016 y a los octavos de final en la Eurocopa 2020, sumándole a ello el título de la UEFA Nations League 2020-2021 al derrotar a España 2-1.
Son muestras de la fortaleza de un plantel que pareciera no tener en el horizonte inconvenientes en la renovación del equipo, con la cantidad de jugadores que han surgido con el nivel exigente de selección. Se afirma que, con la federación francesa, Deschamps ha acordado que dejará la dirección de la selección al concluir el mundial. Independientemente de lo que ocurra, Deschamps ya está inscrito en la primera página de la rica historia del fútbol galo.