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Brasil... ¿esta vez sí?
- 12/10/2022 00:00
- 12/10/2022 00:00
Desde 1962 la Selección de Brasil ha entrado, más por lógica que por simpatías, en el estrecho grupo de los serios aspirantes a alzarse con la Copa Mundial cada vez que se disputa una nueva versión del torneo.
Después de haber sorprendido cuatro años antes, en Suecia 1958, con una singular exposición colectiva e individual en su juego, la ratificación de su potencial futbolístico en Chile 1962, obteniendo el bicampeonato, la posicionó desde entonces en candidata ineludible al título.
Una presencia respaldada por su enorme capacidad para producir selecciones y jugadores excepcionales, obtener todos los títulos posibles en las diferentes categorías masculinas, alimentando principalmente al fútbol europeo con estrellas que han marcado época, entre otros atributos. Brasil es un fijo en las apuestas, aunque luego en el mundial acierte o decepcione con su actuación.
Hace 20 años que no gana una Copa Mundo, ni disputa una final. Un periplo en el que su mejor ubicación ha sido el cuarto lugar en 2014, un mundial en el que ejerció como anfitrión, pero del cual se ruboriza al mencionarlo pues el 7-1 que le propinó Alemania, es un resultado que aún quema como hierro candente en su historia.
Descolgarlo esta vez, reduciéndole anticipadamente las posibilidades de obtener su sexto título, podría ser un craso error. Llegará a Catar 2022 con una aguda sed cercana a la padecida por la larga sequía de 24 años que sufrió para obtener su cuarto cetro, de México 70 a USA 94.
Llega a Catar con una selección brillante, como ha tenido en otras ocasiones, avalada por una estadística sobresaliente. Como en sus más fecundos momentos, posee abundancia de jugadores, ampliándole el abanico de opciones al entrenador Adenor Leonardo Bacchi, en el argot popular brasileño simplemente: Tite.
La llegada de Tite a la dirección de la Canarinha se produjo en 2016 en reemplazo de Dunga. Buscaban a un “iluminado” que remendara con prontitud el corazón roto de Brasil que seguía deshilachándose en el cuarto de urgencias de las ilusiones.
No era solo la brecha abierta por Alemania con el 7-1, durante la dirección de Luiz Felipe Scolari, sino que en ese momento se le habían sumado más fisuras. Los penosos resultados obtenidos con Dunga en las Copas América 2015 y 2016; eliminados en los cuartos de final en Chile 2015; afuera en la primera fase de Estados Unidos 2016; sazonados con un irregular arranque eliminatorio.
El horizonte no pintaba gris...era oscuro. Tite apareció en el firmamento como el entrenador indicado apoyado en su larga experiencia y sus logros. Tenía a su haber 370 partidos con el Corinthians, 107 con Inter y 164 con Gremio, adjudicándose campeonatos locales, títulos internacionales y un Mundial de Clubes. Había entrenado también en Emiratos Árabes Unidos.
Nombrado como técnico del Scratch du Oro, lo asumiría en la eliminatoria sudamericana desde la séptima fecha, clasificándoles de primeros y sin inconvenientes para Rusia 2018. Con su perfil de hombre bondadoso renovó a Brasil, el equipo se volvió a mostrar fuerte y ganó el apoyo a su ciclo. Muestra de ello fue que la derrota ante Bélgica 2-1, en los cuartos de final de Rusia 2018, dolió profundo aunque no propició su destitución; la prolongación de su contrato hasta Catar fue una carta de confianza hacia la credibilidad de su proceso.
En el trayecto se hizo campeón con Brasil en la Copa América 2019, un torneo que no ganaban desde hacía 12 años, y fue subcampeón en la Copa América de 2021, clasificando luego por la Conmebol cómodamente invicto y de primero para el mundial, con 14 partidos ganados y 3 empatados. Catar 2022 es su examen final, sin margen de error.
A la lista definitiva de los 26 que llevará al mundial posiblemente no dejará de faltarle algún jugador que se lamente por su ausencia o reclame por méritos, al no haber sido incluido. Ha sido claro hasta el momento, que la portería será para Alisson; la segunda opción es Ederson; y Weverton completará un apartado sin sorpresas.
En la defensa, en la que suele jugar con línea de cuatro, cerró en la última convocatoria para los amistosos en la ventana FIFA, con tres indiscutibles: Militão, Thiago Silva y Marquinhos, sumando a ellos a Danilo, Lodi, Ibañez, Telles, Bremer.
¿Le dará posibilidad de asistir al legendario Dani Alves que trabaja en Barcelona buscando se le tenga en cuenta, valorando que ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020? Alves se presenta como el último remanente de una generación de laterales brasileños como fueron Cafú, Roberto Carlos y Marcelo, que podían dinamitar la portería rival con su potente disparo desde los costados.
El mediocampo, salvo un infortunio, tendrá como eje y referente a Casemiro, uno de los mejores volantes de contención del fútbol. A partir de él edificará su estrategia defensiva, en una zona donde no se puede desequilibrar y donde suelen sufrir particularmente contra los metódicos equipos europeos.
Allí necesita asegurarle a Casemiro un socio de confianza que le ayude a solventar el volumen de juego propuesto por el rival en esa zona. En la eliminatoria utilizó a Fred acompañándole y le funcionó; Fabinho también podría contribuir en esta tarea. Raphinha, Everton, Paquetá aparecen por constancia como los otros llamados a habitar en esa zona, mezclando participación defensiva y generación de juego.
En la ofensiva, como casi siempre, Brasil se desparrama en delanteros con regate, improvisación, fantasía y eficacia. A Neymar, que dice estar enfocado en el mundial y que por su comportamiento displicente atrae a veces más antipatías hacia Brasil que afectos, le siguen los envidiables Vinicius, Rodrygo, Richarlison, Gabriel Jesús, Firmino, Cunha, Antony, Pedro Guilherme, demasiada artillería que tendrán que regular; pues no solo se gana anotando goles, también sabiendo defender.
Llegan al mundial como favoritos en particular por el liderato del ranking FIFA este mes con 1.841,3 puntos, un dato halagador del que no deben confiarse; desde que se estableció, antes del mundial Estados Unidos 94, nunca lo ganó el equipo que lo encabezó el mes antes de disputarse la Copa. Por cuarta ocasión está Brasil de primero; en las tres anteriores ocasiones, Francia 1998, Alemania 2006 y Sudáfrica 2010 no lograron el título.
A Brasil le acompañan en su grupo G, Serbia, Suiza y Camerún. Desde una mirada escuetamente estadística, Brasil debería superar la fase de grupos como lo ha venido haciendo consecutivamente desde México 70.
Abrirá el jueves 23 de noviembre ante Serbia. El domingo 28 de noviembre en el calendario le sigue Suiza, el encuentro que se supone sea el de mayor dificultad, y cerrará los partidos del grupo el viernes 2 de diciembre, frente a Camerún.
Si pasa de primero en su grupo como se apuesta, podría chocar en octavos de final contra Uruguay o Portugal. Ante los charrúas sería un partido que evocaría la carga histórica de enfrentamientos mutuos de los que Brasil no ha salido siempre ileso; hay dolorosos recuerdos.
De avanzar en cuartos se podría topar con España, Croacia, Alemania o Bélgica. En semifinales, si Argentina mantiene el pulso ganando su grupo, superando además octavos y cuartos de final, en semifinales se daría un Brasil vs. Argentina para llegar a la final. Un encuentro de rivalidades extremas, un desafío entre enemigos íntimos.
En el fútbol se ha impuesto el método europeo de presión alta, dinámica constante sustentada en el desarrollo físico-atlético de los jugadores, con pocos espacios en el mediocampo, movimientos tácticos permanentes a uno o dos toques, entre otros aspectos, apoyados en nuevos conocimientos y el uso de la tecnología.
Desde la conclusión de la Copa en 2018 no han enfrentado a ninguna selección europea, limitando su competición en el marco del ámbito sudamericano, condicionados por la pandemia y luego por las competiciones europeas de selecciones.
Brasil tiene un plus con las características no previsibles de su rico fútbol, pero a Tite y sus pupilos, tras 20 años sin levantar la Copa, todo pareciera indicarles que deberían recordar siempre en la cancha que, para ganar la Copa, con solo la propuesta sudamericana no será suficiente.