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- 11/03/2024 00:00
- 10/03/2024 13:40
Si el actual gobierno hubiera hecho un pequeño porcentaje de lo establecido en el Pacto Bicentenario ‘Cerrando Brechas’ en materia deportiva, o por lo menos sentado los lineamientos para que, como dijeran en sus conclusiones, “pudiera trascender en el tiempo”, créanme que se hubiera avanzado en ese aparte del acuerdo, pero no fue así.
El Pacto del Bicentenario –en términos generales- fue un ejercicio que durante un año (2020-2021) se efectuó con la participación ciudadana, en la búsqueda de propuestas para la solución de los problemas de la población, a través de políticas públicas.
No obstante, el esfuerzo de decenas de personas que trabajaron afanosamente para lograr valiosas conclusiones y con ello, se presentaran planes de trabajos y directrices puntuales, fue una total pérdida de tiempo y de dinero, en lo que respecta al deporte.
A poco menos de cinco meses para que el presidente Laurentino Cortizo recoja sus bártulos y entregue el testigo, se puede afirmar con meridiana certeza que, al igual que sucedió con otros rubros dentro del Pacto, mucha fue la algarabía y pocas las nueces que se cosecharon.
Según el documento, existía una ‘brecha’ ante “La ausencia de una estrategia definida, clara y eficiente del Estado panameño en materia deportiva, que garantice el desarrollo”.
En esa línea, no solo no se cumplió con ninguno de los puntos señalados, sino que quedan igual o peor que al inicio y, de paso, en el aire, la premisa de una ‘Estrategia nacional para desarrollar el deporte en forma racional, equitativa, integral e inclusiva en Panamá’.
Todo fue parte de un discurso porque, en lo concerniente a estructuras, salvo la construcción de algunas y unas cuantas dejadas a medias, la mayoría quedaron en iguales condiciones a como las encontraron en julio de 2019, cuando llegaron al poder.
Lo más singular y significativo fue que como gobierno, dejaron su papel de orientar, dirigir y coordinar el desarrollo del deporte y la recreación, dejándole esa instancia a otros y se convirtieron en el ‘cajero automático’ de cuantos viajes oficiales y no oficiales se organizaron en pro, supuestamente, del desarrollo deportivo.
Una prueba de lo poco que se hizo en materia deportiva en los últimos cinco años, fue la respuesta que obtuvimos de periodistas y dirigentes, sobre cuáles serían las principales tareas a que debiera abocarse el próximo gobierno en este renglón.
Las respuestas fueron variopintas, pero puntuales, y muchas coincidieron con los parámetros que buscaba resolver el dichoso diálogo del Pacto Bicentenario, lo que indica que la ‘enfermedad no solo estaba en la sábana, sino que se quedó’ para que el último en llegar, además de cerrar la puerta, la resuelva.
Los problemas a tratar, según los expertos encuestados, van desde la construcción de infraestructuras hasta la creación de un ministerio, pasando por la despolitización de la entidad, la necesidad de un presupuesto que llegue a todos por igual y su adecuada fiscalización.
“Un presupuesto adecuado para el deporte que sea bien fiscalizado, dándole seguimiento a los deportistas sobresalientes, tanto en su preparación como en sus estudios”, señaló el periodista Campo Elías Estrada.
El profesor Miguel Prado, dirigente nacional de boxeo, se inclinó por la creación de un ministerio del Deporte, “para que sus políticas deportivas se discutan en gabinete” y no se dependa del ministerio de Educación que, “en muchas ocasiones, no conoce de deporte”.
Por su parte, el periodista deportivo santeño Carlos Ortiz dijo que se debe “Destinar un presupuesto para las infraestructuras, para que terminen las obras licitadas, las que están a medio palo y darles mantenimiento a los coliseos a nivel nacional”.
Finamente, el educador físico colonense Elmer Delgado se decantó por la necesidad de crear un centro de alto rendimiento, mientras que el periodista capitalino Rodolfo Newland recalcó la necesidad de “despolitizar la institución”, nombrando a personas preparadas y adecuadas para el puesto, que garanticen que el deporte será llevado “por la ruta adecuada”.
Veamos lo que el documento ‘bicentenario’ plantea sobre las infraestructuras, la falta de regulación y supervisión, la desigualdad en la distribución del presupuesto y la falta de posibilidades en el deporte de base.
En el renglón sobre infraestructuras, dice que sería necesario “Realizar estudio para buscar la relación ideal entre cantidad de habitantes y la necesidad de centros multideportivos y utilizarlo como guía para la construcción de nuevas infraestructuras. Implementar un programa de mantenimiento, vigilancia y equipamiento continuo”.
“Presencia de corrupción, tramitología, favoritismo y nepotismo en el sistema deportivo, debido a la falta de políticas, regulación y supervisión del deporte”, es lo que se detectó en la investigación, por lo que se recomendó “evaluar la posibilidad de crear el Ministerio del Deporte o una figura que garantice mayor autonomía y eficiencia”.
Asimismo, recomendaba “Prohibir que funcionarios públicos y personas elegidas por votación popular formen parte de juntas directivas deportivas”.
Se concluyó en la necesidad de un presupuesto “más robusto”, elaborando “un protocolo trasparente y equitativo en la asignación de fondos públicos a las federaciones y organizaciones deportivas y exigir la rendición de cuenta”.
De igual forma, propuso “elaborar y desarrollar programas de apoyo financiero a deportistas y exigir a las organizaciones deportivas con fines de lucro sustentar la procedencia de sus fondos”.
Finalmente, en uno de los apartes del tema se hizo énfasis en la falta de oportunidades que hay a nivel comunitario, por lo que se buscaría garantizar la gestión dentro de las escuelas.
También se incrementaría las políticas “dirigidas a incrementar la oferta de programas inclusivos y actividades deportivas, e incentivar la participación en las comunidades, especialmente de las mujeres”.
En síntesis, el Pacto Bicentenario, en lo que a materia deportiva se refiere, quedó convertido en un proyecto de campaña, que muy bien pudiera utilizar hoy cualquiera de los candidatos a la presidencia de la República, porque ‘suena bonito’ en un ‘país ideal’.
Sin embargo, lo hecho tras la conclusión y análisis de casi una veintena de temas y subtemas del referido documento, nos hace concluir que todo fue en vano, y que lo mejor hubiera sido destinar el millonario presupuesto en algo productivo y tangible, porque para el deporte fue letra muerta.
Dos ejemplos al respecto, nos ilustran mucho mejor. Hace un año salió de Pandeportes, un documento con aspiraciones de convertirse en Ley General del Deporte, pero en la primera de cambio hubo que enviarla a ‘revisión exhaustiva’, porque pareció estar hecha por físicos cuánticos, no por expertos en materia deportiva nacional.
Ningún aspecto determinante del Pacto fue considerado en el anteproyecto que, casualmente, fue presentado por quien fuera el director de Pandeportes, ahora en su papel de diputado, Héctor Brands.
Aún hoy, revisan el documento.
El otro ejemplo se dio en las elecciones deportivas de las organizaciones a nivel nacional donde no solo fueron escogidos dirigentes naturales en los comités ejecutivos, sino funcionarios y personajes que ocupan cargos por elección popular, contrario a lo recomendado.
Es decir, que tras dos años de concluido el documento, poco se hizo para implementar aspectos básicos del Pacto que garantizaran una buena gobernanza en el deporte.
Tal vez se afirme que el documento podría ser implementado por el próximo gobierno en sus políticas públicas, pero cada uno llega con sus cuadernos de tareas, por lo que los acuerdos en cuestión quedarán engavetados y, al final, quedarán como un mal chiste en una noche de tormentas.