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Marcel y Luján, dignos para el Salón de la Fama
- 18/05/2020 00:00
- 18/05/2020 00:00
Panamá tiene una rica historia en el boxeo profesional. Decenas de sus boxeadores han figurado por años en las listas mundiales logrando, como es lógico, sobresalir algunos más que otros.
Una treintena de monarcas masculinos y dos féminas, además de decenas de clasificados mundiales, detalla el recuento histórico.
Pero una cosa es cierta y es que, si muchos de los púgiles que ayer estuvieron en los encordados, actuaran hoy, fácilmente serían campeones del mundo.
La lista la empiezo con Santiago Zorrilla y David Abad, en los años 30, pasando por Isidro Martínez y Pedro Tesis, en los 50; Antonio Amaya, en los 60; y Reynaldo Hidalgo, Rodolfo Francis y Héctor Carrasquilla, un poco después.
Hablo de la calidad de púgiles que había y, no solo en Panamá, sino en el mundo, que realmente le daban a este negocio una particularidad muy por encima de otros.
La calidad de nuestros púgiles los ha llevado a su reconocimiento internacional, algunos de ellos, inclusive, a ser eternizados en una augusta cámara denominada Salón de la Fama.
El salón de mayor reconocimiento es el de la pequeña ciudad de Canastota, en Nueva York, donde se han inscrito los nombres de Panamá Al Brown, Ismael Laguna, Eusebio Pedroza, Roberto Durán e Hilario Zapata.
Realmente que es digno de orgullo el que un compatriota esté en Canastota, lugar reservado para los grandes púgiles, de todas las épocas, desde Jack Johnson hasta Óscar de la Hoya.
No obstante, hay un dicho muy famoso que dice: “ni son todos los que están, ni están todos los que son”, que le cae perfectamente al Salón de la Fama Internacional de Nueva York o cualquier otro de índole similar.
Siento que realmente en cuanto a púgiles istmeños, los periodistas seleccionadores, la mayoría de origen estadounidense, no han querido tomar en cuenta la trayectoria de dos monarcas nuestros.
Nos referimos a los colonenses Ernesto “Ñato” Marcel y Jorge “Mocho” Luján.
Ambos con sobrados créditos para ser reconocidos, más allá de las playas del pequeño istmo centroamericano.
Marcel fue rey de la división pluma y, la verdad que, por muy poco tiempo, pero su palmarés, al igual que el de Luján, son superiores al de algunos de los gladiadores que hoy ven sus imágenes plasmadas en el Hall of Fame.
Es muy posible que algunos podrían aducir que, en el caso de Marcel, no peleó en Estados Unidos, pero cuál sería la afirmación sobre Luján, que sí lo hizo con creces en las arenas norteñas.
Marcel presentó un récord de 40-4-2 y durante su accionar como campeón del mundo (1972-1974), realizó cuatro defensas exitosas antes de retirarse invicto.
En su carrera enfrentó a seis titulares mundiales, perdió con uno de ellos (Roberto Durán), empató con otro (Kuniaki Shibata) y le ganó a los restantes, incluyendo al nicaragüense Alexis Argüello.
Los otros tres adversarios fueron los venezolanos Antonio Gómez, a quien le quitó el título, y Alfredo Marcano. A los dos les ganó en dos ocasiones.
La otra victoria fue ante el boricua Samuel Serrano unos años antes de que fuera monarca de las 130 libras.
Por su parte, Jorge Luján tuvo palmarés de 27-9 y fue campeón mundial gallo de 1977, año en que noqueó al mexicano Alfonso Zamora, hasta 1980, periodo en el que realizó cinco defensas exitosas.
Una de las exposiciones fue frente al estadounidense Alberto Dávila, quien después llegó a campeón del mundo, uno de los ocho monarcas a los que enfrentó.
También le ganó al colombiano Ricardo Cardona, en ese momento extitular pluma júnior de la AMB, pero cayó frente al mexicano Lupe Pintor, quien acababa de dejar la faja gallo del CMB en 1982.
Otros pleitos fallidos por un título fue ante el boricua Julián Solís, con quien perdió el cetro, el estadounidense Jeff Chandler, el argentino Sergio Víctor Palma y su paisano Eusebio Pedroza.
En el caso de Luján pudiera esgrimirse que tuvo derrotas significativas, pero como anotaré luego, hubo otros púgiles con mucho menos pergaminos y hoy están con los inmortales.
Iniciamos este periplo con el estadounidense Bobby Chacón, un popular púgil californiano que amasó un récord de 59-7-1 y que fue dos veces campeón mundial (pluma y súper pluma).
Ambos títulos los perdió en sus primeras exposiciones. El primero frente a Rubén Olivares (1975) y después con Ray Mancini (1984) e ingresó al Salón de la Fama en 2005.
Luego está el irlandés Barry McGuigan (32-3), quien saltó a la fama al destronar al panameño Eusebio Pedroza.
Exaltado en 2005, hizo apenas dos defensas y luego perdió el cetro frente al insípido boxeador estadounidense Steve Cruz.
Seguimos con el japonés Masahiko “Fighting” Harada (55-7), quien ganó los títulos mosca y gallo. El primero lo perdió en su primera defensa, y el segundo tras cuatro exposiciones. Su inclusión se registró en 1995.
Finalmente, está el estadounidense Curtis Cooke (62-14-4), incluido en 2003. Fue campeón wélter en 1966 y después de cinco defensas perdió la faja.
Es posible que, para los votantes, ellos tuvieran la clase para estar en el Salón de la Fama, pero consideramos que sus créditos no son superiores a los mostrados tanto por Marcel como Luján.
¿Qué opina usted, amable lector?