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- 23/07/2021 00:00
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El 23 de julio de 2011 la luz de la cantante Amy Winehouse se apagó a los 27 años, en el clímax de su fugaz carrera artística, pero el legado de sus canciones y el rugido de su voz todavía retumban entre las calles del barrio londinense de Camden una década después.
Amy Jade Winehouse nació en 1983 en el seno de una familia judía del barrio de Southgate (norte de Londres). Aunque su padre era taxista y su madre farmacéutica, gran parte de sus allegados tenían relación con la música jazz. Y la pequeña Amy parecía destinada a extender su legado artístico.
Frank Sinatra, Ella Fitzgerald, Tony Bennett o The Ronnettes fueron algunos de los nombres que marcaron la banda sonora de la infancia de Winehouse y de su hermano mayor, Alex. Ella tenía 9 años cuando sus padres se divorciaron.
Sus primeros escarceos en la música llegaron poco después, de la mano del dueto 'Sweet n' Sour' (Dulce y Agria), junto a su mejor amiga desde los 4 años, Juliette Ashby, quien asegura en una entrevista por escrito con EFE que “nunca habrá nadie que pueda ocupar su lugar”.
Los pubs londinenses de Camden fueron clave en la vida de Winehouse. En ellos creció como artista y en ellos conoció y se enamoró perdidamente de Blake Fielder-Civil. La cantante incluso llegó a tatuarse su nombre, para poco después descubrir su infidelidad.
La cantante no solo tuvo que lidiar con su ruptura, sino también con trastornos alimenticios derivados de un periodo depresivo. Con este telón de fondo, Winehouse comenzó la creación de la que sería su obra maestra: 'Back to Black' (2006), que le valió cinco premios Grammy.
A pesar de todo, Winehouse decidió darle a Blake una segunda oportunidad y se casaron en 2007. La fama de Winehouse crecía estrepitosamente en todo el mundo, unida a los repetidos escándalos protagonizados por la pareja, lo que convirtió a la artista en el blanco perfecto de la prensa rosa británica.
En The Howley Arms, uno de los pubs que se convirtió en su refugio durante sus últimos años de vida, suenan ahora de fondo los acordes del español Camarón de la Isla, mientras miles de fotografías, autógrafos y obras de arte recuerdan los días de Winehouse en el local.
Amy se identificó en numerosas ocasiones con el símbolo de la leona. Quizá por eso, aunque no pudiese decir “adiós con palabras” como en su canción 'Back to Black', su rugido sigue patente al caminar por las calles de Londres diez años después, porque “su legado siempre estará aquí a través de su música”, como asevera Ashby.