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- 02/08/2021 00:00
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El turismo de observación de ballenas ha crecido sustancialmente en todo el mundo desde que se hizo popular en los años 80 y 90, de tal manera que hoy es parte de proyectos de desarrollo turístico sostenible en países como Camboya, Laos, Nicaragua y Panamá. En esencia, se trata de un encuentro cercano con la fauna marina que cada día atrae a más turistas.
A mediados de julio de este año llegaron al istmo los primeros ejemplares de ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae), la única especie migratoria reportada en las aguas panameñas. Ellas realizan un largo recorrido desde el pacífico sur hasta llegar a nuestro país para dar a luz a sus crías durante esta temporada, por lo que son bien puntuales cada año, señaló Milciades Concepción, ministro de Ambiente, durante el lanzamiento de la temporada de cetáceos 2021.
Aseguró que estos gigantes marinos se mueven exclusivamente por el Archipiélago de las Perlas en el Golfo de Panamá, Isla Iguana en la provincia de Los Santos, Isla Coiba en Veraguas e Islas Secas en Chiriquí, ya que son espacios marinos que las ballenas jorobadas conocen muy bien. También anotó que las ballenas que provienen del pacífico norte arriban entre diciembre y marzo pero en un número muy reducido y solo se pueden observar en el Golfo de Chiriquí.
Potenciar esta actividad turística de manera responsable y de acuerdo con el Protocolo de Avistamiento establecido, forma parte de las estrategias que se encuentran dentro del Plan Maestro de Turismo Sostenible (PMTS 2020-2025) de la Autoridad de Turismo de Panamá (ATP).
Iván Eskildsen, administrador general de la ATP, indicó que este espectáculo de la naturaleza es uno de “nuestros productos turísticos prioritarios” para impulsar la industria sin chimeneas.
Añadió que el objetivo principal de la ATP es convertir al país en un destino sostenible de clase mundial por su riqueza y diversidad principalmente por el patrimonio natural y cultural que tiene el país y que nos deja muy bien representados a nivel internacional.
“A fin de preservar ese patrimonio estamos trabajando con las comunidades que realizan este tipo de turismo. Esa apertura al diálogo con estas comunidades nos permite brindarles apoyo en cuanto al manejo de desechos en el mar, cómo tratar al turista asó como también nuevas técnicas para que lleven acabo sus operaciones de manera responsable”, precisó Eskildsen, quien también participó del lanzamiento.
El titular de la ATP también resaltó que en Panamá aparte de las ballenas también hay avistamiento de delfines, por lo que esta actividad se debe promover con mucha conciencia y responsabilidad, especialmente la preservación de los océanos que bañan las tierras panameñas, que reciben estas visitas todos los años.
En Panamá, a lo largo de todo el año , se pueden ver comúnmente delfines residentes como los manchados y de nariz de botella en el caribe y el pacífico; además, la orca también puede ser avistada en ambas costas, pero estos encuentros son menos comunes.
José Julio Casas, director Nacional de Costas y Mares de MiAmbiente subrayó en un comunicado que el turismo de avistamiento es una de las actividades turísticas de mayor crecimiento en el mundo, y en países como Panamá es una opción sostenible para las comunidades costeras que lo ofrecen.
Según Casas, desde la dirección se desarrollan diferentes actividades de investigación para conocer más sobre estas especies y así poder manejarlas y protegerlas. De igual forma se establece las normativas y políticas que aseguren su protección y la de los hábitats en donde se encuentran.
Las ballenas son una de las especies marinas más emblemáticas del planeta. Su valor e importancia radica en que ayudan a mantener los océanos saludables, puesto que fertilizan los ecosistemas marinos e incluso son aliados estratégicos para erradicar la crisis climática y a lo largo de su vida, en promedio, una ballena confina la misma cantidad de carbono que el equivalente a 1,000 árboles, según publica el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), una organización no gubernamental que se encarga de la conservación del medio ambiente.
De acuerdo con el científico, Miguel Iñíguez, presidente y socio fundador de la Fundación Cethus, Argentina, la generación de ingresos por avistamiento de cetáceos en Panamá supera los $3 millones anuales, no obstante se está realizando la actualización de estos datos con aporte de MiAmbiente.
Hace 35 años la Comisión Ballenera Internacional (CBI) proclamó el Día Mundial Contra la Caza de Ballenas, hoy conocido como Día Mundial de las Ballenas y los Delfines, que se conmemora cada 23 de julio desde 1986. El propósito de este día es frenar la caza indiscriminada y tortuosa de estos animales en peligro de extinción.
Las ballenas están catalogadas como en peligro de extinción en la 'Lista Roja de especies Amenazadas' de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Los biólogos marinos estiman que hay poco más de 1.3 millones de ejemplares en el océano, una cuarta parte de lo que solía haber antes del auge de la caza descontrolada de esta especie.
De acuerdo con un comunicado del Smithsonian Panamá, la mayoría de los delfines nariz de botella del mundo no están en peligro de extinción, pero una población aislada y genéticamente distinta, de unos 70 animales, en el caribe occidental de Panamá, está amenazada por la actividad de avistamiento de delfines, una de las principales atracciones turísticas de Dolphin Bay, ubicado en el archipiélago de Bocas del Toro.
Betzi Pérez Ortega, una estudiante de doctorado panameña en la Universidad de McGill y becaria en el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI), estudia los sonidos de los delfines mientras desarrolla estrategias para reducir el impacto del turismo.
Según Pérez, los delfines nariz de botella (Tursiops truncatus) producen clics de ecolocalización para navegar y localizar alimento. También producen sonidos sociales conocidos como silbidos, llamados, gritos, algunos parecidos a ladridos y graznidos cuando se comunican entre sí, siendo los silbidos los sonidos más estudiados.
“Los silbidos ayudan en la cohesión del grupo y la comunicación entre las parejas de madres y crías. Los delfines también usan silbidos como señal de saludo cuando se encuentran con otros grupos de delfines en la naturaleza”, señaló según el comunicado.
La nota también menciona que en todo el archipiélago de Bocas del Toro, los delfines están expuestos a un pequeño tráfico de botes turísticos y transporte público. En la Bahía de Almirante, los botes-taxi utilizan rutas y horarios preestablecidos para transportar personas entre el continente y la isla principal; mientras que los botes turísticos visitan e interactúan con los delfines en Dolphin Bay durante las horas de la mañana todos los días.
Según la científica, en Dolphin Bay, la falta de cumplimiento de las regulaciones nacionales conduce a interacciones peligrosas entre delfines y botes turísticos.
Un gran número de botes turísticos siguen a los delfines durante largos períodos, lo que interrumpe la alimentación y los comportamientos sociales y, a veces, lesiona a los animales. “Las madres y sus crías pueden separarse. En estas circunstancias, es probable que los delfines se estresen y estén más alerta”.
Pérez subrayó que la clave para proteger a estos delfines es encontrar formas de hacer que los operadores cumplan eficazmente las pautas, medidas con las que actualmente está trabajando la ATP y MiAmbiente.
La observación de cetáceos cuenta una serie de reglas de estricto cumplimiento a fin de proteger a la fauna marina y al ser humano. Estos pasos están establecidos en el Protocolo de Avistamiento de 2017.
Ninguna persona podrá nadar, perseguir, tocar, subirse sobre cualquier cetáceo. Sólo se permitirá el acercamiento a éstos a no menos de cinco metros, y deberá realizarse de forma diagonal y desde atrás nadando paralelamente a estos.
El período de interacción por nado o buceo con cetáceos, no podrá sobrepasar los 30 minutos. Este período deberá reducirse si dentro del mismo, los cetáceos mostrasen comportamiento evasivo, agresivo o señales de alteración.
Se prohibe la interacción por nado o buceo de personas, cuando haya crías y juveniles. Además la embarcación debe estar a una distancia de 200 metros del cetáceo.
MiAmbiente y la ATP trabajan en conjunto para que esta actividad se registre de forma correcta. Además, técnicos de ambas entidades brindan campañas de capacitación a las personas que ofrecen este servicio previo al inicio de la temporada, para que se desarrolle de manera sostenible con el menor impacto posible.
Según MiAmbiente, a la fecha no se ha sancionado a nadie por la violación al protocolo de avistamiento, de igual manera, de ser testigo de un mal manejo durante la práctica, puede hacer el reporte a la línea de gratuita 311.