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Ramón H. Almanza, un artista de vanguardia en la subasta del MAC
- 27/11/2022 00:00
- 27/11/2022 00:00
Que el Museo de Arte Contemporáneo de Panamá haya celebrado por estos días 60 años de albergar en sus espacios y paredes la diversidad de lenguajes que reúnen las artes plásticas en Panamá, es un acto inmenso de fe en un pequeño lugar del universo que, hasta hace algunos años, no daba señales alentadoras de interés en sus expresiones y propuestas.
La fiesta de cumpleaños fue una gran subasta y la primera después de la pandemia. Contó con la participación de la subastadora Juanita Madriñán de la casa Christie's Auctions. El museo ofreció una muestra del arte nacional de los últimos 60 años, acompañado de las nuevas tendencias contemporáneas, y estuvo dispuesta al público en distintas secciones.
Según consultas “la puja y repuja de obras principalmente de maestros nacionales desaparecidos fue muy débil y pocas piezas se vendieron”.
En palabras de Juan Canela, curador jefe del MAC, expresadas días antes del evento celebrado el 27 de octubre reciente pasado, en la sección de arte contemporáneo dedicada a la abstracción y denominada Abstracciones Deconstruidas, “la identidad panameña contemporánea se hace evidente a través de una estética abstracta formal”. Y en esta sección, entre varios nombres, apareció el menos común, Ramón H. Almanza, con su obra “Círculo Cero”, vendida entre los rangos promedios más altos de precio de la subasta.
Al maestro Almanza, no ha sido fácil abordarlo. Siempre anda inmerso en la geometría abstracta y el refinamiento del concepto de la infinitud, o la autonomía lineal de la forma. Suena raro. Aunque, lo verdaderamente raro es que desde hace 30 años se entregó a esta búsqueda, guiado por sus estudios, y por muy diversas experimentaciones. Eludió las exposiciones, los flashes, las competencias, las figuraciones y las adulaciones. Los exhibicionismos. Parecía un artista solitario, clandestino, ensimismado en su angustia por resolver los dilemas que le planteaba el arte. Participaba de la vida social y cultural como observador y no como artista. Su contundente silencio lo disimuló coleccionando arte nacional o internacional y con esa fórmula, al parecer, despistó sus dubitaciones. Lo suyo andaba en construcción. O, en deconstrucción, que significa 'deshacer analíticamente algo para darle una nueva estructura'. Almanza, dio varias vueltas primero y se acercó al abstraccionismo, y a otras tendencias, puesto que, como lo reseñara hace ocho años: […] Venía experimentando tentativas surrealistas, formas geométricas y dilucidaciones teóricas inspiradas en seres innovadores y contrainsurgentes como Wassily Kansdinsky y Kazimir Malevich, de los que observó sus apreciaciones ideológicas relacionadas con el uso provocador del color, la desestimación paulatina de la representación principal del objeto, los roles de la riqueza cromática, la sensibilidad pura de las formas sencillas en las artes figurativas, las explosiones sublimes de la contemplación artística, en fin, la abstracción y el suprematismo, que en definitiva fueron movimientos pictóricos influyentes y universales […].
Se dejó ver una, dos, tres o cuatro veces, y los diarios y revistas panameñas le entregaron sus portadas, sin chistar. El gigante se veía venir. Y pasó una década de tiempo más y llegó. Se asomó y lo llamaron de una vez para que participara de corazón en la subasta del MAC, para celebrar por lo alto con la comunidad cultural los 60 años de esta noble institución, mientras, por otro lado, él con un equipo de apoyo, pulía detalles de lo que será su gran exposición, “Geometría divina”, con la cual festejará también desde muy arriba, sus 30 años de vida artística consagrada al arte de vanguardia. Eso será a partir del 12 de enero en un lugar privilegiado del sector de Costa del Este, aquí en Panamá.
Su obra goza de los cuidados propios del arte respetable en un museo de Egipto, también en el Museo Nacional de Artes Plásticas de la República Popular China, y en Estados Unidos.
Su más reciente presentación, antes de la subasta, fue precisamente en Europa del Este, en el Museo Nacional de Arte de Moldavia, en la Bienal de Arte de Chisináu 2021. Y en diciembre de este año tiene una obra en la XIC Bienal de Arte de Asia en Bangladesh.
Treinta años después de empezar a divagar con sus pinceles y lienzos crudos por los incomprendidos laberintos del arte de vanguardia, Ramón H. Almanza, ya estableció jerarquía con lo suyo, su propio lenguaje, el sustento ideológico, el dominio de la técnica, la identidad del color, y el trato con dimensiones inusuales que albergan su cosmos ensamblado con puntos, líneas y conexiones geométricas infinitas y diminutas.
La tarde que me concedió la dicha de disfrutar su compañía, estaba en la tarea de embalar la obra con destino al lejano sudeste asiático. La exposición individual suya en enero próximo está rodeada de presagios luminosos. Será su encuentro social y cultural con un público exquisito que lo distinguía como un artista esquivo a mostrar su gran obra, y que ahora, sabrá respetar su trascendencia.