Cuando Willie Colón se decidió a cantar

Actualizado
  • 18/04/2021 00:00
Creado
  • 18/04/2021 00:00
El director y conocido trombonista quiere ser también la voz principal de su orquesta. Una apuesta arriesgada en un momento en que empezaba a haber cambios en la salsa y los exitosos dúos —director y cantante- perdían fuerza

En el año 1979 Willie Colón decide lanzarse como solista y ser el cantante de su orquesta.

Cuando Willie Colón se decidió a cantar

Es un momento muy especial en su carrera y en la historia de la salsa. Colón, de origen puertorriqueño, nacido en el Bronx, Nueva York, en 1950 se la rifa, respira hondo y se lanza a la aventura de competir con las grandes y consagradas voces con las que trabajó en la década de 1970 en el sello Fania, el líder del mercado.

Vivió una década en la que dejó dos asociaciones exitosas. La primera con Héctor Lavoe, con quien se dio a conocer. Juntos formaron un binomio que mostraba a dos jóvenes diferentes y talentosos que sacudieron los salones de baile y la venta de discos. Se vistieron con la imagen de los mafiosos y sonaron fuerte construyendo triunfos.

Unos años después abre las puertas de su conjunto a Rubén Blades, que llega desde Panamá con un montón de hits musicales. Graba y son la nueva sensación de una época en que las grabaciones de la Fania arrebataron a los fanáticos. Su álbum “Siembra” conmoverá la historia de este género y marcará un récord de ventas.

A pesar de tantos aciertos, Colón produce álbumes de salsa dura para grandes artistas. Se ha convertido en un rey Midas que lo que toca se convierte en oro, Ismael Miranda, Celia Cruz, Mon Rivera están entre sus producciones.

Para un artista llegar a la cumbre no es suficiente. Lo importante y más difícil es mantenerse e imagino a Willie pensando en qué más hacer. Es un momento en que el modelo Fania parece agotado, y la salsa clásica parece necesitar nuevos bríos.

Recuerdo aquella tarde de Carnaval en la plaza 5 de Mayo, en 1970, cuando lo vi por primera vez junto a Lavoe, tocando su famoso “Che che Colé”. La energía de sus trombones derramaban un desafío que lograron conducirlo por la ruta que lo llevó a la fama.

Pero Willie no fue ave pasajera, se convierte en un gran músico y cuando se decide a enfrentar las exigencias del público, lo demuestra.

En 1979 graba el LP “Solo”. Se aleja de la salsa clásica estilo Nueva York que lo formó, y experimenta con otros instrumentos de viento, partituras sinfónicas, agrega voces femeninas a los coros. La historia dice que el disco fue un éxito, aunque para los puristas y los tradicionales nos confundiera.

Pero para esos que, como yo, dudaron, hay una canción que tras 40 años la conoce todo el mundo. “Sin poderte hablar”, conmovió a los amantes de ambos sexos. ¿Cuál es el secreto? Con esa variación de sonido, y ese tema de romance cautiva otro público, llena otras expectativas.

Y obliga a reconocer a los tradicionales seguidores que de cualquier forma viene fuerte. Seguidamente graba “Fantasmas” y coloca en el candelero de la salsa de todos los tiempos dos números: “Amor verdadero”, sabrosa, fresca composición de su autoría que contrasta con la enigmática pieza brasileña de Chico Buarque, “ Oh, qué será”.

Luego en 1982 y el 84 graba otros dos acetatos. Mantiene sus voces femeninas, pero es menos ambicioso. Los titula “Corazón guerrero” y “Tiempo pa matar. Sobresale “Gitana” que gusta a los alegres románticos. Pero hay allí dos canciones que quizá fueron las que principalmente motivaron este artículo.

Son muy personales, narran los sobresaltos de la vida artística de Colón, su origen como integrante de una familia inmigrante en una ciudad hostil y diversa como Nueva York. A veces los neoyoricans sufren rechazo hasta de su gente que quedó en Puerto Rico.

En “Corazón guerrero” compone versos simples, pero llenos de fuerza. Como: “Extranjero en mi propia tierra seré del mundo”.

Para después lanzar una bomba al mundo discográfico salsero. “A veces fama o poder engañan a la gente. No veo amigos, no hay hermanos, solo combatientes”.

Sigue diciendo que ha tropezado, pero ha recorrido una ruta. Y que “ con los ojos abiertos quisiera regresar, pero yo sé que ya no existe ese sitio”

A muchos nos conmueven los versos de Willie, recordamos sitios, personas, situaciones donde y con quien fuimos felices, pero el tiempo inexorablemente las ha borrado.

A pesar de no ser salsa clásica, a los salseros de todos los tiempos les gustan las piezas por los mensajes. “Será feliz, e infeliz, como lo decidas. Mamá no viene a cambiarte el pañal, estas son las grandes ligas”. Las canciones enseñan, te echan en cara aciertos y desaciertos, y esta es lapidaria. Llega un momento en que estás solo en la vida y tú mismo tienes que resolver tus asuntos. Al final de la pieza hay un solo de trombón que demuestra que es un gran músico y que sigue en la brega.

Se nota que es un momento en que el artista se preocupa por su recorrido, por lo que tiene por delante. Y trabaja intensamente para despejar sus dudas.

A estas alturas todavía el cantar es un desafío, pero sus seguidores se acostumbran y le permiten su falta de tonalidad, de voz, de lo que sea. Sus temas son buenos.

Hay otra pieza que titula “Tiempo pa matar”. Esta es muy movida, gustó mucho y es decididamente autobiográfica. Cuenta cómo de muchachos se sentaban en la escalera en el duro barrio del Bronx a cantar canciones viejas. “ Ay Mamaabuela, Ave maría morena, Mataron al Negro Bembón y solo por un Maní. Tiempo pa matar. A Dolores la Pachanguera, el Charlatán le dio una pela, No encuentro la llave de la casa de Marcela”. Los que saben leer salsa, allí están sus predecesores, Tito Rodríguez, Machito, Cortijo, Ismael y un hombre que sí lo impresionó hasta el extremo de inclinarse por el trombón y grabar con él un LP, el puertorriqueño Mon Rivera.

La canción en dos estrofas recorre los duros años 70 de los jóvenes latinos de Estados Unidos. La guerra de Vietnam. “Salen como nobles soldados vuelven agrios y mutilados”. Nada más cierto, nos pasó. Un amigo de la gallada en plaza Amador luchó en Indochina y a su regreso nunca fue igual. Hoy nadie sabe de su paradero, se perdió en el submundo de las drogas en alguna ciudad de Estados Unidos.

Colón sigue en su brega, y posteriormente graba un número consagratorio, “El gran varón” , composición del panameño Omar Alfano. Polémico tema sobre el sida, sobre el drama entre un padre y un hijo gay.

No contento con eso lanza “Idilio”, una joya de la música cubana que nos gustó a todos y termina afianzándolo como cantante.

Posteriormente celebra un concierto por el aniversario de “Siembra”, pero es un evento que lo distancia de Rubén Blades.

Podría seguir escribiendo sobre este gran músico que no solo afrontó las dudas de si podía cantar, o de si podría mantener una exitosa carrera en una nueva era.

No sé cómo terminar este artículo, pero llega mi hermano menor. El siempre anda cantando, y la melodía que sale de sus labios al entrar por la puerta es nada menos que “Amor verdadero”. Le preguntó qué opina de ella. No lo duda y me responde ?¡ Es tremendo número!

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