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Sión Gadeloff: 'La reeducación postpandemia requerirá igualdad de oportunidades'
- 16/05/2020 00:00
- 16/05/2020 00:00
Sión Gadeloff, presidente de la Fundación Judío Panameña (JUPÁ), se muestra como un visionario de la educación. Parece ser un colonense con arraigo en lo nacional y con la firme creencia de que es posible destacar lo mejor de Panamá y dimensionarlo en todos los sectores, a través de buenas prácticas, alianzas e iniciativas. Para el empresario, aunque las referencias en materia educativa suelen ser las experiencias de países europeos o asiáticos, es mejor mirar hacia “lo criollo y copiar nuestra educación privada”. Durante una entrevista con este diario, platicamos sobre los retos de los nuevos mercados tras el golpe de la pandemia, el rol de los emprendedores, la empleabilidad, la migración, y los refuerzos necesarios a la educación local.
Si tuviera la oportunidad de replantear la educación en este país, empezaría por copiar lo que hacemos bien. Creo que la educación privada en Panamá no es la mejor del mundo, pero es buena. Si pudiéramos de alguna manera hacer un modelo piloto, privatizando algunas escuelas públicas, obviamente con regulaciones, me parece que podríamos lograr un modelo exitoso. Sabemos que los estudiantes que salen de escuelas privadas, salen mejor preparados que los que vienen de las públicas. El Gobierno maneja un presupuesto de educación que ya está por encima de los mil millones al año. Aproximadamente 600 mil estudiantes asisten a escuelas públicas. Si hacemos la división nos da un aproximado de $1,700. Eso es lo que le cuesta cada estudiante al Estado por año. Creo que funcionaría un modelo en donde llames a administraciones privadas a concursar en licitaciones para la creación o apertura de escuelas y atender a este sector. El Estado le pagaría al concesionario los $1,700 al año, que representan el gasto de cada estudiante y así deja que las escuelas privadas administren y eduquen. Por supuesto que tendrás que lidiar con muchos maestros y gremios que seguramente no querrán acoplarse. Pudiéramos empezar con un plan piloto con 10 colegios públicos. Si resulta, se va ampliando el programa año a año.
Nos gusta ver modelos de países europeos o asiáticos, pero yo prefiero quedarme con lo criollo. Copiemos nuestra propia educación privada, que creo que la mayoría de los centros educativos lo hacen muy bien. Empecemos por lo básico, que son las mediciones. Es la única manera. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Debemos medirnos para saber si funcionamos y para exigir a las autoridades, a los maestros, a los gremios y a los padres que hagamos las cosas mejor.
Me parece que está ocurriendo de una manera natural. Las empresas se están reinventando en muchos casos. Nos estamos dando cuenta de que ya no hace falta tanto cemento, tantos espacios, tantos edificios. El avance en las comunicaciones y en la tecnología ha dado un salto desproporcionado durante los últimos meses. Desde el inicio del internet de manera pública, a mediados de los 90, no se había utilizado el mismo en tantas aplicaciones como durante la pandemia. La gente está aprendiendo a resolver todo desde una computadora. Creo que el mercado y la demanda se van a encargar de reeducar a los profesionales, a fin de que se acoplen a la nueva realidad. Pero para que esto progrese de una manera justa, es necesario que todos podamos tener las mismas oportunidades. Es importante avanzar en algún proyecto que lleve internet a toda la población y de alguna manera que todos nuestros estudiantes tengan acceso a una portátil. La próxima semana JUPÁ estará empezando una campaña de acopio de portátiles con la finalidad de hacerlas llegar a la mayor cantidad de estudiantes posible.
El proyecto Capta es un programa muy noble que busca empoderar a mujeres para que busquen su propio sustento. Y al igual que JUPÁ, siempre se enfoca en la parte psicológica y social como parte del curriculum del programa. A eso quisiéramos agregar que el rol de la mujer en la mayoría de los temas de responsabilidad social en nuestro país, es preponderante. La mayoría de las directivas de estas organizaciones están dominadas por mujeres y esto obedece a su alto sentido de humanidad. Incluso agregaría que la junta directiva de JUPÁ está conformada en este momento por ocho mujeres y su servidor.
La clásica respuesta a esta pregunta es sentarse a conversar. Pero bueno, en este momento hay que hacer mucho más. Se habla de que esta pudiera ser la peor recesión de la historia después de la Segunda Guerra Mundial. Cada sector habla de que sus mediciones retrocederán décadas, pero al Estado le toca regular y coordinar con el único objetivo de que no se pierdan empleos. Para ello deberá apoyar al sector privado a fin de que no colapse, ya que el Estado por sí solo no puede emplear al país entero. Por cada empleo que se pierda durante la pandemia, el Estado tendrá una carga más que resolver. ¿Las soluciones? No las tengo. Hay muchas. Le toca al Gobierno encontrarlas y ejecutarlas. Para eso los elegimos.
Probablemente cambien las reglas del juego, pero aún es prematuro para decirlo. Es posible que las empresas, los colegios, las instituciones, organizaciones que habían avanzado tecnológicamente durante estos años, tengan una mejor capacidad de avanzar con las nuevas tendencias. Muchas empresas, al igual que muchos profesionales, deberán reinventarse. Posiblemente, muchos negocios desaparecerán y otros emergerán. Todo está por verse.
Tecnología, comunicación y eficiencia. Y esto de la eficiencia traerá recorte de gastos, despidos, y en definitiva, una recesión en el uso de espacios. Es lo primero que suelen hacer las empresas cuando bajan los ingresos. De otra manera desaparecen. Creo que la tecnología nos ha abierto un mundo entero de información para utilizarla de forma creativa y darle valor agregado a todo. Ya no hay límites en lo que se puede hacer. Cada ciudadano con acceso a internet tiene las mismas oportunidades de explorar información y conocimiento.
La comunidad judía en Panamá tiene presencia en el país desde antes del nacimiento de la República. En el año 1876 ya existía una congregación en la ciudad de Colón. No creo que pertenezcamos a una cultura distinta, más bien religiones diferentes basadas en una misma raíz. La civilización judeo-cristiana ha influenciado al mundo por los últimos 4,000 años. Culturalmente hablando, todos comemos sancocho, bailamos salsa y carnavaleamos. Desde el punto de vista religioso creemos en el mismo Dios, pero con ciertas tradiciones diferentes. Al igual que la mayoría de los inmigrantes que han venido a este país, los judíos llegaron en diferentes oleadas y por diferentes motivos. Mi abuelo llegó de Rusia a Panamá en 1922 huyendo de la revolución bolchevique. Algunos llegaron de Europa durante y después de la Segunda Guerra, y otros han llegado por la expulsión de los judíos de los países árabes en la década de 1950. No existe una clave de sinergia. Panamá es un país multicultural donde todas las religiones se sienten cómodas de desarrollar sus costumbres y tradiciones. Eso nos hace grandes.
La migración no es un fenómeno. En realidad es parte de la naturaleza humana. El Sapiens migra de un lugar a otro buscando nuevas oportunidades y alimentos desde hace decenas de miles de años. Las grandes potencias y las grandes civilizaciones surgieron gracias a la migración; la mezcla de ideas y culturas alimenta a la sociedad. Regresando a nuestro país, si no me equivoco diría que el 80% de nuestra población es descendiente de un inmigrante. Son estos descendientes los que han forjado nuestra identidad desde inicios de la República. Incluso, muchos panameños salieron de Panamá en la década de 1980 huyendo de la dictadura. No podemos nosotros ahora negarle la ayuda a migrantes que pasan por problemas en sus países. Debemos ser solidarios, obviamente con las regulaciones pertinentes.
Mi Colón. Nací, viví y trabajé gran parte de mi vida en esa provincia. Solía caminar con mi padre por cualquiera de las calles de Colón, sin preocupación alguna. En los últimos años, Colón ha estado invadida por la delincuencia y las drogas. Todos los gobiernos, sin excepción, le han dado la espalda a la provincia. En sus buenos tiempos le decían la tacita de oro. Me parece que a partir de la década de 1970 empezó el declive, como consecuencia del abandono que los gobiernos de turno le dieron al tema. Colón es una provincia estratégicamente ubicada en el extremo atlántico del Canal, frente a las costas del Caribe, que incluye también el ferrocarril, la Zona Libre, y un sinnúmero de hermosas playas. ¿Que le falta? Infraestructura, seguridad, y buena voluntad de los gobiernos.