25 de noviembre: el día de las mariposas

Actualizado
  • 24/11/2019 00:00
Creado
  • 24/11/2019 00:00
En 1981, la ONU reconoció el 25 de noviembre como el Día Internacional contra la violencia hacia las mujeres, 18 años después del asesinato de Patria, Minerva y María Mirabal, apodadas “Las Mariposas”, a manos de la policía secreta del Dictador Trujillo, de la República Dominicana, en 1960.

En 1981, la ONU reconoció el 25 de noviembre como el Día Internacional contra la violencia hacia las mujeres, 18 años después del asesinato de Patria, Minerva y María Mirabal, apodadas “Las Mariposas”, a manos de la policía secreta del Dictador Trujillo, de la República Dominicana, en 1960. Las tres mujeres se dirigían a Puerto Plata a visitar a sus esposos encarcelados. Sus cuerpos fueron encontrados en el fondo de un precipicio con los huesos rotos y signos de que habían sido estranguladas. Las Mariposas se convirtieron en el símbolo de resistencia contra Trujillo, quien fue asesinado en 1961, escasamente un año después de haber ordenado la muerte de las mariposas. La violencia contra la mujer, entonces, es tan histórica y tan endémica, que no bastó con un sólo Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, sino que además se ha tenido que proclamar un día de la No Violencia contra la mujer, en vista de la importancia del problema a nivel mundial. Me atrevería a decir que es el único día internacional con dos fechas —uno para celebrarlo y el otro para combatir la violencia contra las celebradas—.

El recuerdo de las hermanas Mirabal convirtió a la mariposa en un símbolo de libertad para las mujeres, porque las mariposas sólo pueden vivir libres. Este recuerdo forma parte del trabajo feminista de visibilizar la violencia contra las mujeres, porque el dictador Trujillo era famoso por su machismo y misoginia, como nos relata Vargas Llosa en La Fiesta del Chivo.

La mujer ha sido discriminada y violentada desde tiempos inmemorables, pero nunca faltaron las osadas, las curiosas, cada vez más numerosas. Muchas de ellas perdieron la vida, otras su libertad y todas se enfrentaron a los sarcasmos, burlas y críticas, tanto de hombres como de mujeres. En la Grecia antigua, Aristófanes plantea la huelga sexual de las mujeres, en su obra Lisístrata. Aspasia de Mileto fue una mujer admirable, asesora de Pericles, que influenció la vida cultural y política de la Atenas del Siglo de Pericles. Los misóginos de la época la acusaban de ser una cortesana.

En la edad media (y hasta el día de hoy), la Iglesia Católica siempre estuvo en contra de las mujeres, al punto de que en el siglo VI, los obispos cristianos reconocieron por primera vez, en el Concilio de Macon, que la mujer tenía alma. Christine de Pizan fue una prolífica escritora que en 1405 en Francia escribió “La Ciudad de las Mujeres”, el primer manifiesto de movimiento feminista del mundo.

El Siglo de Oro de las letras españolas produjo a Sor Juana Inés de la Cruz, una gran escritora e intelectual mexicana que escribió, refiriéndose a lo que han dado en llamar, erróneamente, “la profesión más antigua”: “Hombres necios, que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis;” y “¿cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga o el que paga por pecar?”.

El feminismo es el hijo no querido del llamado “siglo de la Ilustración”. La reacción masculina a los deseos de libertad de las mujeres, no se hizo esperar y comenzaron a cazar mariposas para quitarles su libertad, tan anhelada por ellos para sí mismos. El poder masculino reacciona con saña: Las mujeres fueron excluidas de los derechos políticos, se disolvieron los clubes femeninos, no podían reunirse más de cinco mujeres y el Código de Napoleón las ató de pies y manos.

En el siglo XIX la lucha fue por el sufragio y duró 80 años. El feminismo inventó la lucha pacífica e hizo surgir la clase media de mujeres educadas. Se convirtió más en una filosofía política y, sobre todo, en un movimiento social. El feminismo es un discurso político que se basa en la justicia. Por eso todavía se considera irreverente, impertinente, porque cuestiona el orden establecido. En el siglo XX la lucha continuó. Hasta 1924 no se permitió ejercer el derecho a las mujeres panameñas y nos tomó 80 años lograr el voto femenino.

No es posible erradicar la violencia contra las mujeres sin reconocer que la misma es producto de la discriminación que sufrimos por razón de nuestro género y la persistencia de desigualdades e injusticias perpetuadas a través de roles y estereotipos, muchas veces justificados en supuestos valores tradicionales, al punto de normalizar y naturalizar las agresiones. La discriminación es un problema que muta, sin desaparecer.

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