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- 05/01/2024 18:44
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Durante años, los científicos se han esforzado en desentrañar las diferencias a nivel cognitivo entre hombres y mujeres, en un debate que se ha transformado, con el advenimiento de movimientos sociales como el feminismo y el nacimiento de disciplinas como los estudios de género. En los últimos 15 años ha habido un cambio radical, por las nuevas tecnologías, que han generado evidencia de que existen diferencias inherentes en cómo están conectados los cerebros de hombres y mujeres y cómo funcionan. Es importante abordar este tema con sensibilidad y reconocer que las diferencias cognitivas entre hombres y mujeres son, en gran medida, pequeñas y rodeadas de variabilidad individual. Además, estas diferencias no determinan las habilidades o capacidades de una persona. Se pueden hacer observaciones generales basadas en investigaciones, pero es importante recordar que existen muchas excepciones y superposiciones.
Nuestras diferencias no significan que un sexo u otro sea mejor, más inteligente o más merecedor. Algunos investigadores han sido acusados de “neurosexismo” por caer en estereotipos o ser demasiado rápidos para interpretar las diferencias biológicas del sexo humano como más importantes que las culturales. Sin embargo, la investigación con animales, las encuestas transculturales, los experimentos naturales y los estudios de imágenes cerebrales, demuestran diferencias cerebrales reales, aunque no siempre trascendentales, que pueden contribuir a las diferencias en el comportamiento y la cognición.
Este tipo de resultados nos ayuda a clarificar las diferencias que existen en habilidades cognitivas entre los diversos géneros, y pueden abrir la puerta a explorar una de las cuestiones más controvertidas en este ámbito: si su origen es biológico o producto de las diferencias en la socialización de los individuos en función del género asignado al nacer.
Una de las que clásicamente se suele mencionar es la supuesta diferencia en las habilidades verbales entre hombres y mujeres. Las mujeres tienden a tener un léxico más amplio y a ser más hábiles en tareas verbales, como la lectura y la escritura. Sin embargo, estas diferencias son pequeñas y no se traducen en una superioridad general en la inteligencia verbal. Más allá de su relevancia en determinados debates de carácter socio-político, esto puede tener relevancia en el entorno clínico. Las habilidades verbales son importantes en procesos diagnósticos como el de la demencia o el deterioro cognitivo y esta información resulta útil para el diagnóstico de enfermedades. Por ello, tener en cuenta que las mujeres suelen generalmente tener un mayor rendimiento en este parámetro que los hombres, puede servir para reconocer una enfermedad concreta en una proporción relativamente importante de pacientes.
Las diferencias en el rendimiento académico entre hombres y mujeres son mínimas. Sin embargo, en promedio, las mujeres tienden a sobresalir en habilidades verbales y la lectura, mientras que los hombres tienden a destacar en matemáticas y ciencias. Estas tendencias son estadísticas y no se aplican a todos los individuos.
Los hombres, en promedio, tienden a destacar en tareas visoespaciales, como la rotación mental de objetos. Esto podría influir en el desempeño en áreas como las matemáticas y la ingeniería. Algunas investigaciones sugieren que las mujeres pueden tener una ventaja en la memoria episódica, mientras que los hombres pueden tener una ventaja en la memoria espacial. Por otro lado, las mujeres a menudo muestran una mayor habilidad para entender las emociones y expresar empatía, mientras que los hombres pueden tener una inclinación ligeramente mayor hacia las habilidades espaciales y la resolución de problemas.
Es crucial destacar que estas diferencias son generalizaciones y no se aplican a todos los individuos. La variabilidad dentro de cada grupo es significativa y la influencia de factores culturales, ambientales y educativos también es considerable. Además, la plasticidad del cerebro permite adaptaciones y cambios a lo largo de la vida en respuesta a la experiencia y el entorno. En resumen, mientras que hay algunas tendencias generales, es esencial tratar a cada persona como un individuo único con habilidades y fortalezas propias.
Existen diferencias biológicas entre los sexos, como las hormonales y las neuroanatómicas, que pueden influir en algunas características observadas en el comportamiento. Por ejemplo, las hormonas sexuales, como la testosterona y el estrógeno, desempeñan un papel en el desarrollo y funcionamiento del cerebro, lo que podría contribuir a algunas diferencias de género.
La biología y la cultura interactúan de manera significativa y la plasticidad cerebral permite adaptaciones a lo largo del tiempo. La investigación en este campo continúa evolucionando y es importante abordar estas cuestiones con sensibilidad y reconocimiento de la diversidad individual. Esto permite que la sociedad aproveche al máximo la complementariedad de los géneros.
Haydée Méndez Illueca, Ph.D. abogada y defensora de Derechos Humanos