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- 19/05/2021 00:00
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Al escuchar el objetivo de convertir Panamá en un hub digital, probablemente nos pasa por la mente ver grandes empresas tecnológicas abriendo oficinas en el país, sin embargo, es más que eso.
Este proceso involucra múltiples escenarios; la educación en desarrollos tecnológicos y la alfabetización digital, el incentivo del ecosistema con seguridad jurídica, apoyo a las empresas que están dando el salto a la digitalización, así como apoyo a las empresas nativas digitales. Pensemos en tener unicornios digitales que conquisten mercados extranjeros y promuevan una imagen del país distinta a la ya conocida en otras latitudes, posteriormente, la instalación de empresas foráneas vendrá por defecto, porque tendríamos ya la experiencia en el desarrollo tecnológico y el talento necesario para ello.
Debemos tener un norte unificado. Hoy vemos diversos actores, tanto en lo público como en lo privado, impulsando políticas que parecen contrarrestarse. Por un lado, actores buscando dar la imagen de un país atractivo, pensando en estrategias para impulsar un hub digital, y, por otro lado, actores con discursos de enfoque negativo y que podrían conllevar a desacelerar un ecosistema que aún no ha salido de su cuna, manifestando dichas posiciones a través de plataformas digitales (irónicamente). ¿Hemos cuantificado los beneficios directos, indirectos, tangibles e intangibles, de los recursos digitales gratuitos? ¿Cuántos pudieron alimentarse en pandemia por tener un Whatsapp de negocios, un Instagram para promoción de sus productos, o un Linkedin para buscar trabajo o promover servicios, sin requerir siquiera invertir para publicidad? ¿Cuántos ciudadanos y empresas conocen las opciones en el mercado, o cómo beneficiarse de las alternativas digitales?
Es necesaria una revolución educativa en la materia, que no es limitada a estudiantes, y en la cual Panamá ha dado pasos positivos. También los usos más básicos de la tecnología, hasta las capacitaciones más complejas según aplique el caso, deben extenderse al sector productivo, donde en la mayoría de los casos los renglones tradicionales no ven siquiera que existe una necesidad, y perciben esto como una amenaza; igualmente el sector público, porque tiene en sus hombros el establecimiento de políticas públicas adecuadas, que pueden promover o afectar el escalamiento; y por supuesto, a los ciudadanos.
Ya el consumidor puede realizar cualquier tipo de transacciones desde un dispositivo móvil. La digitalización no es enemigo de los tradicionales modelos de negocios, es necesario que entendamos que es un eje transversal que afecta a absolutamente todos renglones. Usuarios, independientes, emprendedores, pymes, grandes empresas y gobierno.
No hay forma de detener la cuarta revolución industrial, ya no existen fronteras, no tengamos miedo al cambio que se vuelve cada vez más acelerado, no mantengamos el statu quo, seamos proactivos, innovadores, autodidactas y resilientes; no se perderán trabajos, por el contrario, se crearán más necesidades y a su vez capacidades para los trabajos del futuro. Lo que está sucediendo en el mundo es una gran oportunidad para nuestro gran país, y nos traerá bonanza y una acelerada reactivación económica, con equidad, si nos disponemos a ello.