El barrio de Chualluma en Bolivia, es único en la ciudad de La Paz ya que todas sus paredes están pintadas de colores que resaltan los rostros de las cholas,...
- 13/09/2021 00:00
- 13/09/2021 00:00
El teatro es un espacio de experimentación, innovación y reflexión tanto para los actores y dramaturgos, como para las audiencias. “Con cada nueva obra se abre un mundo diferente a la realidad que se vive cotidianamente, y muchas veces los personajes enseñan a las audiencias y les hacen sentir emociones confusas, pero reveladoras”, indicó a La Estrella de Panamá el director y dramaturgo de la obra 'El Camarón', Gabriel Pérez-Matteo, que se presentará del 28 al 30 de septiembre en el teatro Anita Villalaz, bajo la producción del Festival de Teatro de Panamá.
Pérez, quien ha pertenecido al gremio teatral desde hace 30 años, define a 'El Camarón' como su primera obra “desafiante”, compuesta por tres personajes, así como por diversos recursos sonoros y de iluminación llevados a cabo dentro de una caja negra.
El estreno original de la obra se llevó a cabo a inicios de junio de 2021 en el Teatro La Estación, con una segunda temporada de 10 días a finales de julio, siendo recibida positivamente por los espectadores. Asimismo, la obra se presentará en formato “café teatro” en el restaurante La Locanda hoy a las 7:00 p.m.
La obra basada en el género de comedia, pero con un toque de humor negro y drama está estelarizada por el actor y cantante Luis Arteaga (DJ), la actriz Valeria Ovando (Karina), y Gabriel Pérez-Matteo (Manuel). Este trío de personajes juegan, se movilizan y dejan sus huellas a través del viaje sensorial de 'El Camarón'.
“La idea para esta obra surgió desde inicios de la pandemia cuando las artes escénicas sufrieron de una pausa abrupta y se hicieron evidentes todas las emociones por las que atravesamos los teatristas, principalmente los primeros días del confinamiento”, apuntó Pérez-Matteo, “por eso me enfoqué en que la historia se basara en enfrentar nuestros miedos, aún más en estos tiempos históricos donde el temor y la incertidumbre se han exacerbado”.
Por su parte, Arteaga (1903, Chicago, 'Jesucristo Superstar') indicó que la experimentación con la que se ha tratado el guión de 'El Camarón' ha abierto puertas para un mayor derroche de creatividad, ya que “la obra nunca es la misma dos veces”. “El nivel del texto creado por Gabriel te hace conectarte con el mensaje desde el primer momento, siendo un juego de imaginación y en el que el espectador se ve profundizando con ayuda de las luces, sonidos e incluso los diálogos”, anotó.
Desbordando con un humor cáustico, 'El Camarón' desafía a los espectadores (como a los actores) a entrever la realidad detrás de las sombras, los colores vibrantes y las canciones que van y vienen de forma inesperada, uniendo los puntos hasta encontrar el mensaje que le transmite a cada quien individualmente.
“Esta obra trata sobre un viaje que hacen estas dos personas en un momento breve de sus vidas, pero es un viaje sin principio ni fin. No hay un destino, lo que se comenta mucho durante la obra, y no hay un punto de partida porque eso no es lo importante. Lo importante es lo que ocurre durante el viaje”, explicó Pérez-Matteo, “se dice que la felicidad no es una meta, sino un camino, y nosotros debemos tratar de disfrutar ese camino”.
La inclusión de la comedia negra en la estructura de 'El Camarón' fue una estrategia del dramaturgo Pérez-Matteo, ya que sugiere ver con humor las frustraciones humanas de forma cáustica y sin perdón. “Esta es un forma interesante de hacer teatro, y que en Panamá no se ha explotado tanto como en otros países”, comentó, “al principio teníamos temor de que la audiencia se sintiera en shock durante la obra, ya que no es un tipo de obra común en nuestros escenarios, pero durante las funciones las personas salían divertidas y con reflexiones propias”.
Para Pérez-Matteo, utilizar el género de comedia e integrar personajes que evolucionan con cada escena fue un reto en esta obra, pero también una lección de lo que espera la audiencia nacional: “Realizar guiones utilizando recursos psicológicos que se adentran en la psique de los personajes es un reto, aún más utilizando humor negro dado que parte del proceso es digerir esas frustraciones, podernos reír un poco de ellas y pensar un poco en ellas ciertamente”, enfatizó, “sin embargo, fue un experimento que dio un muy lindo resultado porque las cosas de las que habla la obra son profundas y que requieren atención”.
En cuanto al desarrollo de los personajes, Arteaga y Pérez-Matteo señalaron que cada rol cumple con su función de forma canónica, pero integral con el resto de la puesta en escena. Manuel es un conductor de taxi, pero no uno cualquiera, sino que va cambiando con el paso del viaje; luego se presenta el DJ, quien puede ser tanto un alter ego de Manuel como una persona totalmente diferente, depende del espectador y los hilos de la historia; a esto se añade Karina, quien al principio iba a ser un hombre, pero lo adaptamos porque es un personaje más empático con la audiencia ya que atraviesa momentos de temor y dificultad personal, y es a través de su interacción con los demás personaje que descubre hacia dónde quiere ir en su vida.
Pérez-Matteo, quien formó parte de grupos teatrales como Oveja Negra y Táquate, además de recibir mentoría del teatrista Norman Douglas, dirigió la obra con una visión artística introspectiva, que busca atraer a las audiencias a pensar sobre sí mismas, sus decisiones, y objetivos. “Este también es un llamado para que los compañeros teatristas tengamos un poco menos de miedo de presentar trabajos con sustancia y profundidad, porque no significa que no pueda ser divertido para el público o que no pueda hacer atractivo; este es uno de los grandes logros o descubrimientos que nos hemos llevado con este trabajo, ya que ciertamente es profundo, pero también tiene una carga existencia fuerte, y aún así las personas lo disfrutan”.
Para Arteaga, el teatro debe evitar caer en las etiquetas o “señalarnos entre nosotros mismos” por los diversos tipos de teatro que se realizan. “Hay suficientes personas en el teatro panameño para darnos el lujo de diversificar tanto en lo comercial, experimental, dramático, y cualquier otro género o formato teatral”, apuntó, “y los actores estamos llamados a interpretar cualquier rol, por lo que no podemos limitarnos, prejuzgarnos o pensar que un género es mejor que otro”.
Asimismo, Arteaga señaló que se debe “agradecer” a la producción de teatro comercial por “agilizar la creación de teatro ligero” para la audiencia en general, lo que ha representado mayores oportunidades para los teatristas en suelo panameño, una realidad que “hace años no se daba”.
Este panorama de reactivación e interés de las audiencias en escoger el teatro como entretenimiento productivo, también es resultado de una temática natural e identificable con las audiencias, según explicó Arteaga: “Ahora el público sabe que ir al teatro no es lo mismo que ir al cine, ya que hay que una dinámica especial, y tiene una magia especial y eso, honestamente, se lo debemos al teatro más comercial que ha ocurrido durante las últimas décadas. Pero, lo cierto es que también tenemos que meterle un poco más de lo nuestro”.
De igual forma, para preservar el trabajo de los teatristas e incentivar el trabajo desde las tablas como una fuerza vital de la cultura, tanto Arteaga como Pérez-Matteo puntualizaron que se requieren las políticas públicas correctas que velen por el futuro del teatro en Panamá: “Las políticas públicas culturales en Panamá nunca las ha habido completamente. Hubo muchos esfuerzos, muchos intentos, pero básicamente lo que se ha logrado ha sido por esfuerzo privado”.
“Entonces, si el teatro de ángulo conceptual no tiene apoyo del sector privado o no presenta un gran mercado como las empresas esperarían, entonces desde el Estado se deben implementar políticas que estimulen la realización de instituciones profesionales como la Escuela Nacional de Teatro o la Compañía Nacional de Teatro, que no existe, pero son proyectos que valdrían la pena para formalizar la profesión de los teatristas”, agregó.