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- 24/05/2018 09:33
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Enock Walusimbi tiene 4 años, pero apenas dice palabra. La culpa la tiene la tuberculosis, que contrajo cuando tenía ocho meses y que, en todo este tiempo y hasta hace muy poco, nadie le supo detectar en Uganda. En su casa, en la comunidad Kasangati, a pocos kilómetros de Kampala, el pequeño, que no aparenta su edad, mira a su abuela, Elizabeth Nsubuga, y sonríe cuando se da cuenta de que hablan de él.
"La enfermedad le había afectado tanto que cuando le llevaban al colegio, los profesores le echaban de clase por la tos", lamenta la abuela, que explica: "la enfermedad le ha afectado hasta el punto que no puede hablar".
"También pierde la paciencia muy rápido y acaba peleando con sus amigos", asegura la señora Nsubuga a periodistas de varios medios -entre ellos Efe- en un viaje organizado por la Unión Internacional contra la Tuberculosis y las Enfermedades Pulmonares (The Union).
Sus padres le llevaron a varios centros y le dieron medicamentos de todo tipo para la tos, pero Enock seguía malo. Finalmente, la abuela pidió que lo trajesen a su casa y le trasladó a un dispensario público de Nsagi, en la provincia de Kivu, cercana a Kampala, donde se desarrolla un programa conjunto con The Union centrado en la detección de casos de esta enfermedad.
Por fin, lograron diagnosticarle tuberculosis y darle las primeras pastillas del tratamiento, que en Uganda es gratuito. Ahora el pequeño ya no tose, ha ganado peso y está empezando a hablar. "Cuando se estabilice, volverá a clase.
Pero no pienso dárselo a sus padres porque por su negligencia el niño ha acabado así", sentencia la abuela. Los principales síntomas de la tuberculosis, la tos y la pérdida de peso, son evidentes y muy fácilmente detectables, pero este mal es la enfermedad infecciosa más letal del mundo, por delante del sida, a pesar de que tiene cura y se puede prevenir.
Además, un millón de niños de menos de 15 años contrajeron tuberculosis en 2016 en todo el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). De ellos uno de cada cuatro murió, y un 90 % no recibió un tratamiento. En Uganda, como en el resto de países, la tuberculosis infantil es una epidemia silenciosa.
"En el país hay unos 40.000 o 42.000 pacientes de tuberculosis anualmente, pero los niños son sólo el 9 % del total de casos diagnosticados", señala a Efe el director de The Union en Uganda, John Paul Dongo. Que el porcentaje sea tan bajo podría ser una buena noticia, pero el problema es que, basándose en estudios y estadísticas globales, en Uganda los casos en niños deberían ser el 17 % del total, según Dongo.
The Union considera que las muertes de niños por tuberculosis son "síntoma del menosprecio al derecho de los menores a la salud", según apunta en un "libro blanco" publicado esta semana. A Devis Galwango, otro pequeño de 4 años, le contagió su padre. Y, a pesar de que al progenitor le diagnosticaron hace un año, a Devis no se lo detectaron hasta hace unos pocos meses.
Fue un problema de comunicación: sus padres viven separados y él, que probablemente se contagió en el minibús que conduce para ganarse la vida, no le quiso decir a la madre del pequeño, Gertrude Nasanga, que tenía tuberculosis hasta cuatro meses después de saberlo. Nasanga conocía la enfermedad, pero no sabía cómo se podía contagiar, aunque al notar que, tanto hijo como padre, tenían los mismos síntomas decidió llevar al pequeño al centro de salud de Nsagi, y allí se la diagnosticaron.
Ni la abuela de Enock ni la madre de Devis, que tienen idea de lo que puede provocar la tuberculosis, han decidido hacerse las pruebas de detección de la enfermedad, que, como el tratamiento, son gratuitas: "no tengo los síntomas", esgrime Nasanga. La señora Nsubuga, además de a Enock, cuida a otros cinco nietos y sobrino-nietos en su pequeña casa, pero tampoco les ha chequeado.
La enfermedad se transmite por el aire, mediante la saliva, la tos o los estornudos, por lo que los entornos cerrados, poco ventilados y concentrados son el mayor foco de contagio de la bacteria. Uganda, que es uno de los países con más casos conjuntos de tuberculosis y VIH, ha avanzado en este terreno en los últimos años y desarrolla ahora "herramientas de búsqueda activa", como lo denomina el director del Programa Nacional de Tuberculosis y Lepra (NTLP) del Gobierno ugandés, Mugabe Frank Rwabinumi.
Se trata de procedimientos tan fáciles como preguntar a todos los pacientes en hospitales si tosen, y se está consiguiendo descubrir el 6 % de casos, según Rwabinumi. Ese logro supone que, por primera vez, los casos detectados aumenten en este país.