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- 27/12/2023 11:16
- 26/12/2023 18:32
Las primeras señales de consumo de leche de origen animal se remontan a hace casi 9.000 años, en la actual Turquía, cerca del mar de Mármara, donde se han encontrado grasas lácteas en antiguos fragmentos de cerámica. Con el tiempo, la tecnología lechera y los propios pastores se extendieron por Europa y el resto del mundo, según publica National Geographic.
Desde hace 3.000 años se utilizaba la leche de vaca para destetar a los bebés. Por muchos años ha estado incluida entre los alimentos esenciales en la nutrición del ser humano, hasta que, este año, la universidad de Harvard la eliminó de la pirámide alimenticia, recomendó limitar su consumo a una o dos porciones por día y alertó sobre otros peligros.
Los expertos y analistas que forman parte de la universidad, cada año publican un listado de cuáles son los alimentos más recomendados para una dieta saludable. La ausencia de productos lácteos en el ‘Healthy Eating Plate’ (plato de alimentación saludable) llamó la atención.
Argumentaron que un elevado consumo de lácteos puede aumentar significativamente los riesgos de contraer cáncer de próstata y cáncer de ovario. Asimismo, indicaron que los componentes que poseen elevados niveles de grasas saturadas y químicos, los cuales se encuentran en este tipo de productos, deben ser evitados para cuidar al organismo.
No es la primera vez que Harvard avisa de riesgos por el consumo de leche. A pesar de que investigaciones han demostrado que la leche aporta calcio a los huesos y es recomendada para que los niños crezcan, un estudio realizado por la universidad, publicado en agosto de este año, reveló que existe un alto índice de adultos con problemas en los huesos y fracturas de cadera, sobre todo en aquellos países donde hay mayor consumo de leche.
El estudio concluyó que el consumo diario de leche o lácteos y en un promedio de tres raciones al día, resulta excesiva en la dieta de las personas adultas, aportando pocos o casi nulos beneficios.
Además, la investigación ‘Milk and Health’ del National Institutes of Health aseguró que para una persona que busca una rutina alimentaria saludable, la leche no es necesaria, e incluso, si esta se consume en exceso puede llegar a ser perjudicial.
La Federación Panamericana de Lechería, en su sitio oficial, detalla que “un vaso de leche (200 ml) aporta aproximadamente un 30% de la dosis diaria de calcio recomendado, nutriente que ayuda a formar y mantener huesos y dientes fuertes, además de su rol en la función nerviosa, en la contracción de los músculos y la presión arterial normal”.
En este sentido, la nutricionista Patricia Vial expresó a este medio que “no se debe perder de vista que la leche de vaca aporta calcio que es de biodisponibilidad muy alta; es decir, que el cuerpo lo absorbe muy bien. Es un manera muy fácil de obtener calcio. Aunque se puede obtener calcio de origen vegetal como el de las espinacas, es mucho más fácil obtenerlo de la leche”.
La especialista recomendó prestar especial atención al consumo de leche y productos lácteos (yogur y queso) que también son ricos en calcio durante etapas específicas, debido a diferentes cambios que enfrenta el organismo.
Por ejemplo, “si la alimentación durante el embarazo es deficiente en calcio, entonces el feto durante su desarrollo obtendrá de los huesos y dientes de la madre este mineral, lo que provocará una disminución de los depósitos de calcio del cuerpo de la mujer, con posibles deficiencias a largo plazo”, explicó la nutricionista.
En la etapa de niñez y adolescencia “cubrir el requerimiento diario de este mineral es necesario para lograr una masa ósea óptima, algo que ocurre alrededor de los 20 años de edad”.
Durante la menopausia la reducción de las hormonas femeninas (estrógenos) limita la capacidad del cuerpo para reestructurar los huesos, por lo tanto, la estructura ósea se puede debilitar. “La prevención radica en consumir alimentos fuente de calcio durante la infancia y adolescencia, pues pasada esta etapa, el calcio que se absorbe es mínimo”, señaló Vial.
Vitaminas A y D son fundamentales para el sistema inmunológico y se encuentran en la leche. “También se hallan en pescados grasosos, pero es un poco más complicado dárselo a los niños. La leche tiene muchos beneficios, sin embargo, tomarse seis vasos al día es una locura, tal como comerse seis porciones de carne. Todo es un balance, una buena alimentación debe ser balanceada”.
“Hay un aumento de intolerancia a la lactosa, pero hay leche deslactosada. También existen alergias a la proteína de la leche de vaca, definitivamente un niño con esta condición no se le puede ni acercar al alimento. Entonces son condiciones clínicas que impiden el consumo. Se están volviendo muy populares los extractos vegetales, de almendras, arroz o coco, pero estos no sustituyen el calcio que aporta la leche de vaca”, aclaró la especialista.
Vial destacó la importancia de las bacterias probióticas que se encuentran en productos lácteos como el yogur. “Generalmente las personas intolerantes a la lactosa sí pueden comer yogur porque estas bacterias digieren y transforman la lactosa, que es el azúcar de la leche, en ácido láctico. Las bacterias probióticas tienen funciones beneficiosas para el organismo como la inmunidad y la salud gastrointestinal”.
La especialista mencionó que se debe tener cuidado con la grasa saturada en la leche y el aumento del sobrepeso y la obesidad. “Hay leche descremada, semidescremada. Hay que tener cuidado con eso, si es un niño con sobrepeso se le da leche semidescremada”.
Haga que la mayor parte de su comida sea verduras y frutas, la mitad de su plato: Busque color y variedad, y recuerde que las papas no cuentan como verduras en el plato de alimentación saludable debido a su impacto negativo sobre el azúcar en sangre.
Elija cereales integrales, un cuarto de su plato: Los cereales integrales e intactos (trigo integral, cebada, bayas de trigo, quinua, avena, arroz integral y alimentos elaborados con ellos, como la pasta integral) tienen un efecto más leve sobre el azúcar en sangre y la insulina que el pan blanco, el arroz blanco y otros granos refinados.
Poder proteico, un cuarto de su plato: El pescado, las aves, los frijoles y las nueces son fuentes de proteínas saludables y versátiles: se pueden mezclar en ensaladas y combinar bien con verduras en el plato. Limite las carnes rojas y evite las carnes procesadas como el tocino y las salchichas.
Aceites vegetales saludables, con moderación: Elija aceites vegetales saludables como el de oliva, canola, soja, maíz, girasol, maní y otros, y evite los aceites parcialmente hidrogenados, que contienen grasas trans nocivas para la salud. Recuerde que bajo en grasas no significa “saludable”.
Beba agua, café o té. Evite las bebidas azucaradas, limite la leche y los productos lácteos a una o dos porciones por día y limite el jugo a un vaso pequeño por día.
Mantenerse activo. La figura roja que recorre el mantel individual del ‘Healthy Eating Plate’ es un recordatorio de que mantenerse activo también es importante para controlar el peso.
El tipo de carbohidratos en la dieta es más importante que la cantidad de carbohidratos en la dieta, porque algunas fuentes de carbohidratos, como verduras (distintas de las papas), frutas, cereales integrales y frijoles, son más saludables que otras.
The ‘Healthy Eating Plate’ también aconseja a los consumidores que eviten las bebidas azucaradas, una fuente importante de calorías (generalmente con poco valor nutricional) en la dieta estadounidense.