Los lácteos y sus aportes al sistema inmunológico

Actualizado
  • 14/05/2020 14:47
Creado
  • 14/05/2020 14:47
Son los aliados importantes para mantener fuerte el sistema inmunológico y ayudar a combatir diferentes enfermedades que pueden manifestarse frente a un sistema de defensas debilitado

Una adecuada alimentación desempeña un papel muy importante en favor de mantener el buen funcionamiento del sistema natural de defensas del organismo. Entre las recomendaciones alimentarias que brindan los especialistas para mantener el correcto funcionamiento del sistema inmunológico mencionan un adecuado aporte de nutrientes, especialmente de vitaminas A, C y D, evitar un déficit proteico y de micronutrientes, incluir prebióticos en la dieta diaria, evitar dietas restrictivas, entre otros aspectos.

En ese sentido, debido a su especial matriz alimentaria, el contenido y equilibrio entre sus nutrientes, su gran versatilidad y variedad, los lácteos son aliados importantes para mantener fuerte el sistema inmunológico y ayudar a combatir diferentes enfermedades que pueden manifestarse frente a un sistema de defensas debilitado.

De esos productos lácteos y en especial los fermentados (leches fermentadas y yogures), son alimentos funcionales, y han sido utilizados además como materia prima y vehículos de sustancias funcionales como bacterias probióticas, fibras con características prebióticas, aminoácidos, grasas esenciales y minerales. El consumo regular de yogures probióticos y prebióticos ha demostrado a lo largo de la historia su estrecha relación con el mejoramiento de la función intestinal y acción protectora contra los agentes patógenos que producen diversas infecciones. (Meyer et al. 2011; Allgeyer et al. 2010), menciona un artículo de la Federación Panamericana de Lechería (Fepale).

“La leche proporciona nutrientes esenciales y es una fuente importante de energía alimentaria, proteínas de alta calidad y grasas. La leche puede contribuir considerablemente a la ingestión necesaria de nutrientes como el calcio, magnesio, selenio, riboflavina, vitamina B12 y ácido pantoténico, nutrientes que están relacionados directamente con el funcionamiento de nuestro sistema inmune, menciona la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Según este organismo la leche y los productos lácteos son alimentos ricos en nutrientes y su consumo puede hacer más diversa las dietas basadas principalmente en el consumo de vegetales. “La leche de origen animal puede desempeñar un papel importante en las dietas de los niños en poblaciones con bajo nivel de ingestión de grasas y acceso limitado a otros alimentos de origen animal”, comenta en su portal.

Los lácteos y la capacidad antimicrobiana

Fepale añade que el modo de acción de los microorganismos presentes en los lácteos probióticos, incluye, la producción de compuestos con capacidad antimicrobiana, competitividad por nutrientes y adhesión a receptores intestinales y la estimulación del sistema inmune.

Diversos estudios han demostrado que las bacterias ácido lácticas, como por ejemplo Lactobacillus GG, producen los mejores efectos probióticos previniendo y disminuyendo por ejemplo la diarrea causada por rotavirus. De hecho, varias investigaciones han encontrado que los microorganismos no actúan de forma aislada, sino que la combinación de ciertos microorganismos probióticos también proporciona efecto protector contra enfermedades intestinales. (Sepúlveda, D, Garcia-Amezquita, L. 2014), señala la Fepale en un comunicado.

“La evidencia demuestra además que la calidad de la dieta influye fuertemente en la denominada microbiota intestinal y por ende en su acción sobre el sistema inmune, (Sonnenburg JL, Backhed F, 2016). Entre los factores positivos que se mencionan, se han estudiado y destacado la acción destacada de los lácteos fermentados y los probióticos por su efecto positivo sobre la microbiota (Sonnenburg JL, Backhed F, 2016; Turnbaugh PJ et al, 2006)”, destaca la federación.

Es así como la alimentación completa y balanceada es fundamental para mantener sano y robusto el sistema inmune natural del organismo, donde los lácteos son aliados para este funcionamiento ya que estimulan las defensas y ayudan a formar una barrera natural de defensas contra los agentes nocivos.

La leche ayuda a proteger el sistema inmune de los niños y adultos.

Este año la Fepale promueve la campaña ¡Sí a la Leche!, una actividad es apoyada por Tetra Pak y tiene como objetivo contribuir a fomentar un adecuado consumo de productos lácteos en la población general, a la vez que coordina acciones en conjunto con diferentes instituciones del sector lácteo a nivel panamericano y brinda información técnica a profesionales de la salud, padres y docentes, sobre los beneficios del consumo de productos lácteos para la salud humana.  

Tipos de Leche que ayudan al sistema Inmunológico

La especie del animal lechero, su raza, edad y dieta, junto con el estado de lactancia, el número de pariciones, el sistema agrícola, el entorno físico y la estación del año, influyen en el color, sabor y composición de la leche y permiten la producción de una variedad de productos lácteos esenciales para el sistema inmunológico humano, estos son los que recomienda la FAO:

Leche de vaca: las grasas constituyen alrededor del 3 al 4 por ciento del contenido sólido de la leche de vaca, las proteínas aproximadamente el 3,5 por ciento y la lactosa el 5 por ciento, pero la composición química bruta de la leche de vaca varía según la raza. Por ejemplo, el contenido de grasa suele ser mayor en el ganado Bos indicus que en el B. taurus. El contenido de materias grasas de la leche del ganado B. indicus puede ser de hasta el 5,5 por ciento.

La leche de búfala tiene un contenido muy alto de materias grasas que, por término medio, es el doble que el de la leche de vaca. La relación grasa/proteína de la leche de búfala es de 2:1 aproximadamente. En comparación con la leche de vacuno, la leche de búfala también tiene una mayor relación caseína/proteína. El alto contenido de calcio de la caseína facilita la fabricación de quesos.

La leche de camella tiene una composición similar a la leche de vaca, pero es ligeramente más salada. La leche de camella puede ser tres veces más rica en vitamina C que la leche de vaca y representa una fuente vital de esta vitamina para las personas que viven en las zonas áridas y semiáridas, que a menudo no pueden obtener la vitamina C de las frutas y hortalizas. Además, la leche de camella es rica en ácidos grasos no saturados y vitaminas del complejo B. La leche de los camellos bactrianos tiene un porcentaje mayor de materia grasa que la de los dromedarios, pero en ambas los niveles de proteínas y lactosa son semejantes. Por lo general, la leche de camella se consume cruda o fermentada.
La leche de oveja tiene un contenido de materias grasas y proteínas mayor que el de la leche de cabra y de vaca; solo la leche de búfala y yak contiene más materia grasa. Además, la leche de oveja tiene generalmente un contenido de lactosa mayor que el de las leches de vaca, búfala y cabra. El elevado contenido de proteínas y el contenido sólido general de la leche de oveja hace que sea particularmente adecuada para la producción de quesos y yogur. La leche de oveja es importante en la región del Mediterráneo, donde la mayor parte se transforma en quesos, como el pecorino, caciocavallo y feta.
La leche de cabra tiene una composición similar a la leche de vaca. En los países del Mediterráneo y en América Latina, la leche de cabra generalmente se transforma en quesos; en África y Asia meridional, se consume generalmente cruda o acidificada.
La leche de yak tiene un sabor dulce y un olor aromático y dulcete. Tiene entre el 15 y el 18 por ciento de contenido sólido, del 5,5 al 9 por ciento de materias grasas y del 4 al 5,9 por ciento de proteínas. Por tanto, tiene un contenido sólido, de grasas y de proteínas mayores que el de las leches de vaca y cabra, y se parece a la leche de búfala. Los pastores y sus familias utilizan la leche cruda principalmente para preparar té con leche. La leche de yak puede transformarse en una variedad de productos lácteos, como mantequilla, quesos y productos lácteos fermentados.
Leche de equino: Las leches de yegua y burra tienen una composición muy similar. La leche de equino, al igual que la leche humana, tiene un nivel relativamente bajo de proteínas (particularmente de caseínas) y cenizas y es rica en lactosa. En comparación con las de otras especies lecheras, la leche de equino contiene bajo nivel de grasa y proteínas. La mayoría de la leche de equino se consume fermentada y no es adecuada para la fabricación de queso.

Qué hacer ante los peligros

Los peligros microbiológicos son un importante problema de inocuidad de los alimentos en el sector lechero porque la leche es un medio ideal para el crecimiento de bacterias y otros microbios. Estos se pueden introducir en la leche a partir del medio ambiente o de los mismos animales lecheros. La leche puede contener microorganismos nocivos como salmonella, escherichia coli O157:H7, listeria monocytogenes, staphylococcus aureus, yersinia enterocolitica, bacillus cereus, clostridium botulinum, mycobacterium bovis, brucella abortus y brucella melitensis, afirma la FAO.

La leche cruda de buena calidad no debe contener residuos ni sedimentos; no debe ser insípida ni tener color y olor anormales; debe tener un contenido de bacterias bajo; no debe contener sustancias químicas (por ejemplo, antibióticos y detergentes), y debe tener una composición y acidez normales. La calidad de la leche cruda es el principal factor determinante de la calidad de los productos lácteos. No es posible obtener productos lácteos de buena calidad sino de leche cruda de buena calidad, establece la FAO.

“La calidad higiénica de la leche tiene una importancia fundamental para la producción de una leche y productos lácteos que sean inocuos e idóneos para los usos previstos. Para lograr esta calidad, se han de aplicar buenas prácticas de higiene a lo largo de toda la cadena láctea. Los productores de leche a pequeña escala encuentran dificultades para producir productos higiénicos por causas como la comercialización, manipulación y procesamiento informal y no reglamentada de los productos lácteos; la falta de incentivos financieros para introducir mejoras en la calidad, y el nivel insuficiente de conocimientos y competencias en materia de prácticas de higiene”, puntualiza el organismo.

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