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- 13/11/2017 01:01
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Bajo el pretexto de que los padres no soy muy altos de estatura, a veces puede pasar desapercibido que el niño o niña no está creciendo como debería.
‘Los padres son los primeros en darse cuenta cuando ven que la talla de ropa y zapatos no cambia. Entonces le pasan su inquietud al pediatra', dice la endocrinóloga pediatra Cristina González.
La razón puede ser un déficit de la hormona de crecimiento, en el que la glándula pituitaria o el hipotálamo producen muy poco de la hormona o no la produce en lo absoluto.
‘La principal función de la hormona de crecimiento es el crecimiento; pero tiene otras funciones que tienen que ver con el metabolismo de las grasas y el azúcar en el organismo', indica González.
Aun así, añade, en los niños suele ocurrir que al presentar el trastorno, solo afecta la talla, mas no las otras funciones de la hormona.
LOS INDICIOS
La especialista menciona que este trastorno puede presentarse desde el momento del nacimiento o congénito. Las señales que se encuentran son bebés rellenitos, pene pequeño y bajones de azúcar incontrolables.
A los meses, estos bebés tienen rostros pequeños, que parecen muñecos, y se observa entonces una frente amplia y puente nasal aplanado.
Por otro lado, el déficit de la hormona de crecimiento también puede desarrollarse durante la infancia y puede ser consecuencia de un tumor intercraneal, un padecimiento del sistema nervioso central o un trauma en la cabeza.
Una vez que el pediatra ha establecido que hay una talla baja, se debe hacer un descarte de todas las otras causas que puedan influir en esto, como la malnutrición, bajo peso al nacer, un síndrome genético y problemas renales, entre otros.
Se hacen pruebas de la hormona de crecimiento y radiografías de la mano para observar la maduración o edad ósea.
González comenta que no existen estadísticas exactas de cuántos casos hay en el país, pero en su experiencia como médico en el Hospital de Especialidades Pediátricas de la Caja de Seguro Social, el diagnóstico del déficit no es infrecuente.
Sin embargo, se estima que uno entre 10,000 niños el mundo es diagnosticado con el trastorno, ya sea congénito o adquirido.
Actualmente, el tratamiento consiste en suministrar la hormona de crecimiento (somatropina), un producto de ingeniería genética y que debe inyectarse diariamente.
En el caso de que el trastorno se presente por un tumor, dice la especialista, habrá que primero tratar esa condición y cuando el oncólogo dé el visto bueno, se aplica el tratamiento de la hormona.
De hecho, la Caja de Seguro Social cuenta con el tratamiento de la hormona de crecimiento y el Ministerio de Salud está en proceso de incorporarlo en su cuadro de medicamentos.
En cuanto a la duración del tratamiento, González menciona que en los pacientes que producen algo de la hormona, las inyecciones se suspenden al culminar la etapa de crecimiento.
‘En los pacientes en los que el déficit es total, hay que hacer otras evaluaciones cuando ya están llegando a la edad adulta, pues algunos pueden presentar el déficit de la hormona de crecimiento del adulto, que puede llevar a la depresión, pérdida de fuerza y aumento del colesterol, entre otros', señala la endocrinóloga pediatra.
Resalta que esta hormona es necesaria en todas las etapas de nuestra vida, aunque en la adultez se requiere en menores cantidades.